Me metí a la Universidad, necesitaba encontrar un lugar tranquilo para pensar, y que mejor lugar que sala de música. Miré a mi alrededor y ya casi nadie estaba en la Universidad. Llegué al salón y entré. Sonreí al ver el piano. Me acerqué, lo abrí y me senté frente a él.
– Cuando tocas el piano estas tocando un pedazo de tu alma...
Sonreí de nuevo al recordar sus dulces y sabias palabras.
Acaricie las teclas y luego coloque bien mis dedos sobre ellas. Comencé a tocar una de sus canciones favoritas, el Pachabel Canon in D de Mozart. Mis dedos no habían perdido la habilidad de tocar, pensé que si, ya que hacía mucho que no lo tocaba.
Muchos recuerdos más llenaron mi cabeza. Estaba por terminar, cuando sentí una presencia en la sala. Levanté la cabeza y Jennie estaba parada en la puerta.
— ¿Qué haces aquí? —pregunté sorprendido.
Con cuidado ella comenzó a acercarse. Se sentó a mi lado y miró al piano.
— No sabía que tocabas tan lindo —me dijo. Ella giró su cabeza y me miró.— ¿Puedes tocar algo para mí?
La miré fijo y entonces recordé aquella canción que hace unos años, cuando estaba aburrido, había aprendido a tocar en piano. Winter Bear.
— Si —murmuré asintiendo.— Y no solo voy a tocar algo para ti, sino que voy a cantarlo también...
— ¿Cantas? — preguntó sorprendida.
— Hago un esfuerzo —. Coloqué mis manos sobre el piano de nuevo.
— Vaya... de verdad me sorprendes —musitó.
Moví de nuevo mis dedos y la música comenzó a salir.
Miré mis manos, para tratar de recordar mejor las notas... y al instante invadieron mi cabeza. Giré mi cabeza para volver a mirarla y ella me miraba atenta.Empecé a cantar aquella canción que le escribí a mi madre días antes de su partida y que jamás pude mostrarle,
Cerré mis ojos vidriosos por las lágrimas y últimas notas no llegué a tocarlas bien, pues me concentré en no volver a llorar frente a Jennie, los abrí y la miré, lágrimas gruesas descendían por sus mejillas y sollozaba en silencio.
Rápidamente se acercó a mí y tomó mis labios con los suyos. Sentí una pequeña presión en mi pecho, y me di cuenta de que era mi corazón acelerado. Posó una de sus manos en mi mejilla y me acarició mientras comenzaba a mover su boca sobre la mía. Un débil sonido salió de mi garganta y al instante mi necesidad de ella me atrapó.
Exigiendo más de su boca tomé su rostro con ambas manos y la acerqué más a mí. Su pequeña mano subió hasta mi nuca, mientras nuestras bocas se acariciaban tiernamente.
Soltando sus labios apenas, apoyé mi frente contra la suya, y respiré profundamente. Abri mis ojos y sus ojos estaban cerrados. Nuestras respiraciones se mezclaban agitadas en ese pequeño espacio que nos separaba.
— Esto no puede ser así, Jen —susurré.
— Lo sé, lo sé —concordó.
Apretando los dientes me alejé de ella. Yo no quería sentir esto... no podía sentirlo. Una vez perdí a alguien que amaba mucho. Y me conozco, yo sé que si dejo que esto pase... voy a arruinarlo quiera o no quiera, siempre termino arruinando las cosas.
— Ya es tarde mofletes, ve a casa. Juro que hoy en la noche voy a llamarte.
Ella se puso de pie y asintió con la cabeza, limpió sus lágrimas y formó una pequeña sonrisa.
— Está bien... pero ¿No quieres contarme? —. Le sonreí levemente.
— Tal vez luego —. Volvió a asentir y caminó hasta la puerta. Se giró a verme, pensé que me pondría de pie y caminaría hasta ella para abrazarla y besarla otra vez.
— Sabes que puedes contar conmigo TaeHyung, y que siempre que necesites hablar voy a escucharte.
— Si, Jen, lo sé.
Sonrió por lo bajo y salió de allí. Solté un suspiró y volví a mirar al piano. Entonces mi cabeza comenzó a pensar en todas las cartas que me habrá mando y que el canalla de mi padre nunca me dio. Cogí mi celular...
El maldito infeliz iba a escucharme.
— ¿Qué sucede TaeHyung? —me preguntó al atender.
— ¿Dónde están las cartas que me mandó mi madre? —le pregunté. No dijo nada. Al parecer no esperaba que le dijera eso.— Las quiero, quiero todas las cartas que ella me escribió.
— No sé dónde están —. Él sabía que era mentira, el maldito se atrevía a mentirme, pero esta vez no caería.
— ¡Mentira, si lo sabes, tú las tienes! —le grité.
— ¡Antes que nada te calmas! —me levantó la voz él también.— ¡Si te digo que no las tengo es porque no las tengo!
— Voy a ir a tu oficina ahora mismo y me vas a dar esas cartas, al igual que un número de teléfono en donde puedo comunicarme con ella No se si lo sabes, pero mañana es su cumpleaños y quiero hablar con ella...
— No, TaeHyung... —sentenció.
— ¡Si maldita sea, me vas a dar lo que te estoy pidiendo!
¡Te guste o no! —. Colgué el teléfono y salí de la sala de música alterado. Pero mi enojo se calmó un poco al
verla detrás de la puerta.— Jennie...— Lo siento, pensé que ibas a tocar otra canción y quería escucharla...
Todo el enojo que se había acumulado en mí, se había evaporado como por arte de magia al escuchar sus palabras.
— ¿Escuchaste verdad? —le pregunté. Ella apretó sus labios.
— Perdón... perdón yo no quería escuchar. Lo único que quería era escucharte tocar —se disculpó. Sonreí y acomodé un mechón de su cabello.
— Prometo que voy a hacer un concierto para ti sola —dije.
Entonces se acercó a mí y me abrazó. Aquel extraño gesto mandó un escalofrío por todo mi cuerpo. Me quedé inmóvil, pensando en que hacer. Reaccionando, mis brazos se levantaron y la envolvieron.
Atiné a esconder mi rostro en su cuello y acercarla más a mí. Era tan extraña la sensación volátil y tonta que me invadía. Su perfume era tan delicioso y adictivo. Con sutileza froté mis labios contra su piel.
— Suéltame Jen, sino no podré dejarte ir —le susurré.
— No me dejes, llévame contigo —me dijo. La acerqué más a mí.
— No puedo cariño, voy a la oficina de mi padre —le dije. Ella se alejó despacio.
— Te acompaño... luego podemos ir a tomar un helado.
La miré bien y sonreí.— ¿Es una cita? —pregunté y ella se encogió de hombros.
.
Feliz navidad y feliz Año Nuevo.
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Dulce Obsesión ; Taennie
FanfictionDO | Mis defectos según ella: -Eres impulsivo, cínico, irrespetuoso algunas veces, mujeriego, egocéntrico, narcisista, vicioso, ninfómano-mencionó todo corrido sin respirar...- ❛Yo podré ser todo eso. Pero ella eso todo eso y muchas cosas más. Ella...