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Normalmente no me molesto en llegar a la Universidad, pero dado el caso de que estoy a punto de repetir el semestre debido a las faltas, he decidido beneficiarlos con mi presencia.

En otras Universidades no tendría porqué preocuparme, solo que haría falta que aprobara el examen, y nada más. Lo cual es más que sencillo tomando en cuenta que sencillamente tendría que coquetear un poco con alguna chica de la clase y así conseguir sus apuntes, estudiar un poco y sacar un limpio y merecido diez.

Cosa fácil teniendo en cuenta que mi coeficiente intelectual es más elevado que del promedio. Pero mi padre tenía que persuadirme, y hacerme entrar en esta estúpida Universidad de carácter formativo. Debo llevar un estúpido uniforme y esta corbata, para que me dejen siquiera entrar al campus.

Este lugar tiene tres grandes características horrendas:

1 – El cupo de alumnos es extremadamente limitado, necesitas ser heredero de una sustancial fortuna, hijo de político o ser un genio becado para pagar la matrícula, –yo soy ambas–. Todos en el campus se conocen, por lo menos el nombre, y no importa si la carrera es distinta. Debido a los pocos alumnos eso no es problema. Y es algo normal tomando en cuenta que en una Universidad pública hay alrededor de 10,000 alumnos o más y en esta apenas sólo 2,257.

2 – Todas las chicas son iguales, las tipicas chicas tontas e interesadas que al parecer van a la Universidad para ver que pueden agarrar como material de marido o las aburridas que se la pasan en la biblioteca.

3 – Las malditas restricciones y los estupidos talleres que te obligan a cursar, solo para complicarte un poco mas la existencia.

Pero supongo que puedo tolerarlo un poco. Lo único que no soporto es la rutina de las chicas plásticas de este local. Los hombres también son unos idiotas, en su mayoría, pero por lo menos tengo algunos amigos de este lugar. Podría decirse que somos buenos amigos por el simple hecho de que los tres detestamos a nuestros padres y que odiamos la Universidad en la que estamos.

Park JiMin, él al igual que yo tiene una beca completa, él es quien nos ayuda con las mujeres, o sea él es quien las trae.

Jeon JungKook, hijo del dueño del lugar, él es la parte adorable por así decirlo.

—Pensé que ya se habían desecho de ti, TaeHyung—me saludó JungKook en el estacionamiento de la Universidad. Él se encontraba junto a su auto.

—Ya viste que no—le contesté. Kook sacó dos cigarros y me tendió uno, sacó un encendedor, encendió el de él y el mío, le di una larga calada. JungKook entrecerró los ojos en mi motocicleta y luego me miró con la misma suspicacia.

—¿Estrenando Ducati?—preguntó sorprendido. No es tan extraño que las personas de aquí estrenen vehículos como cambian de calcetines. Pero en mí si era extraño. Me encogí de hombros.

—Me confiscaron la Harley y la otra—le contesté rodando los ojos y JungKook soltó una carcajada.—Así que fui a comprar esta hermosura.

—Vaya que te encantaban esas pero era de esperarse algo así, ¿Cómo se te ocurre entrar a las áreas verdes con la Harley? Les has causado un gran dolor de cabeza a los jardineros.

—Se me había hecho tarde como las otras veces—contesté, arrojé el cigarro al suelo y luego lo pisé.

—Ahí viene JiMin—avisó, me giré y si, ahí estaba él en su Hummer. Se bajó de ella con una sonrisa de autosuficiencia. Seguro tenía buenas historias de su fin de semana.

—¡Hey!—. Nos saludó y se acercó a nosotros mientras iba encendiendo su propio cigarrillo.—¿Cómo están sucias?

—No tan sucias como tú—respondí.—Seguro tienes alguna aventura que te este revoloteando en la cabeza para el próximo fin de semana.

Dulce Obsesión ; TaennieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora