Algo cambió después de esa salida, Guillermo lo sintió. Y no sabe exactamente qué o si solo fueron ideas suyas, pero definitivamente había algo diferente que no podía evitar sentir en el lugar más recóndito de su pecho cada vez que estaba con el argentino.
Si Lionel también lo sintió, no dijo nada. Las cosas para ellos continuaron como lo habían estado haciendo los últimos meses, con Guillermo yendo a los entrenamientos de su amigo cada que no estaba lo suficientemente ocupado por la universidad, y con Lionel ayudándolo en sus proyectos de fotografía. Incluso habían podido verse más seguido debido a que las vacaciones de invierno estaba a la vuelta de la esquina, y gracias a ello los dos amigos tenían mucho más tiempo libre del que usualmente estaban acostumbrados. Guillermo no sabía cómo sentirse con eso.
Sacudió la cabeza para liberarse de sus pensamientos y siguió caminando.
—¡Te dije, wey!—Ese era Hirving, alzando la voz y recargándose de la mesa para estar a la altura del chico sentado frente a él, Andrés Guardado.—Nadie soportaría un día en esta pinche escuela, si no fuera por el pozole tan rico que hace doña Letty.
—Tampoco exageres.
Guillermo tomó asiento a lado de Andres cuando por fin llegó con ellos. Y tal como había dicho su amigo hace unos momentos, ambos se encontraban comiendo un pozole que se veía bastante apetecible a los ojos del rizado, que no tuvo ni tiempo de tocar su desayuno en la mañana.
—Quiero decir, ¿tenía razón o tenía razón? ¿Memo, puedes creer que el Andres no había probado el pozole de aquí?—Hirving lo miro mientras se limpiaba la boca con una servilleta.—Le acabo de salvar la vida.
—¿Me das poquito?—Preguntó Guillermo ignorando todo lo que había dicho anteriormente, su amigo asintió y acercó el plato humeante hacia él.—Gracias... no tuve tiempo de desayunar en la mañana.
—Ten el mío, yo no tengo mucha hambre que digamos.—Dijo Andres que apenas y le había dado unas cuantas cucharadas a su plato, Guillermo lo miro con una ceja alzada.
—No, esta bien, puedo-
—Memo, no has desayunado.—Insistió Andres, Guillermo negó con la cabeza devolviéndole el plato.—Chingado, solo comete el pozole.
—Bueno.
Comieron en silencio por un rato, y cuando terminaron Hirving seguía convencido de que ese pozole era lo mas rico que había probado en su vida. Andres solo prestaba atención a medias a lo que sus amigos decían, estaba demasiado absorto en su celular como para aportar algo a la conversación.
—Lio te extraña en el equipo, Hirving.—Le dijo Guillermo al menor, después de un rato de que ambos se estuviera riendo de alguna babosada. Ahora la mirada de Lozano y Andres estaba sobre él—Que por cierto... ¿Cómo sigue tu tobillo?
—Pues, mejor que hace dos semanas.—Contestó con una pequeña risa nasal.—Yo también lo extraño... y jugar obviamente. Se que no es lo mismo sin mi.
Ambos se rieron de esa pequeña broma, incluso si el tono de Lozano al hablar era notoriamente triste.
—Le dije que ahora tenía que jugar por los dos.—Habló Hirving con diversión cuando Guillermo regreso de tirar los platos desechables a la basura.—Es por eso que ganó el sábado, ni creas que fue porque fuiste a verlo, eh.
—Pues a mi me dijo lo contrario.
—¿Qué hicieron después del partido?—Le preguntó Andrés mientras dejaba su teléfono en la mesa, Ochoa se rió ligeramente por el recuerdo de los acontecimientos de aquel día mientras se sentaba de nuevo a su lado.
—Ah, me llevo a un lugar de tortas y después me acompaño a mi casa. Ya era noche y se me había olvidado mi chamarra.
Andrés se burló.—¿Lionel te llevo por tortas?
—¿Y te acompaño a tu casa?—Hirving se veía incrédulo.
—¿Sí? eso fue lo que dije.
—¿Y de casualidad no te presto su chamarra o algo así?—Hirving tenía una sonrisa burlona, sus ojos se movieron rápidamente a los de Andrés.—¿No se besaron o-
—¿Qué mamadas dices, wey?—Le interrumpió Guillermo antes de que pudiera terminar aquella frase.—Sí me la presto pero no-
—Oh, Dios mío, yo solo estaba bromeando.—Lozano no espero a que Memo terminara de explicar, se estaba aguantando la risa cuando dijo:—Ya sabia que ustedes dos se traían algo.
—¿Qué?
—En algún momento íbamos a darnos cuenta.—Ahora era turno de Andres para reírse, Guillermo los miraba con cara de confusión.
—¿De que chingados hablan? No pasó nada entre él y yo.
—Eso sonó bastante a como que si paso algo.—Dijo Hirving.
—Les estoy diciendo que no, salimos como amigos. Los amigos salen a comer tortas, es completamente normal.
Guillermo los observó poner los ojos en blanco de una manera bastante evidente.
—Ya pues, solo te estábamos molestando.—Termino por decir Andrés.
—¿Lo estábamos?
—Si, Hirving. Y ándale ya vámonos, que con tus muletas vamos a llegar tarde otra vez.
Guillermo se quedó sentado mientras observaba a su mejor amigo ayudar a lozano a levantarse para después entregarle sus muletas, que habían estado recargadas en un árbol todo ese tiempo que duraron ahí.
¿Que acababa de pasar? ¿Sus amigos acababan de insinuar lo que el venía pensando desde esa salida que tuvo con Lionel? ¿Era tan evidente?
El grito de Guardado llamándolo le saco un susto, se había quedado en blanco por unos segundos pero rápidamente se levantó para acompañar a sus amigos nuevamente hacia la universidad.
Estaba más que claro que ese día no podría concentrarse en sus clases.
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lento | mechoa
FanfictionLionel juega fútbol en su tiempo libre, Guillermo sólo es un fotógrafo enamorado.