Era viernes por la tarde y estaba lloviznando. Hirving llevaba todo el camino hablando sobre una serie que apenas había terminado de ver mientras Guillermo lo escuchaba con atención.
—Siento que te gustaría.—Terminó por decir, le dió una mirada rápida a su amigo.—¿Que opinas?
—Opino que estás loco.—Guillermo se asomó hacia los asientos de atrás donde estaba Lozano.—¿Cómo la terminaste en un día?
—Te estoy diciendo, esta buena.
Andrés soltó una risa. No había dicho ni una sola palabra desde que se subieron al auto, dijo que necesitaba toda su atención para manejar. Tenía la mirada fija en la carretera y Guillermo juró nunca antes haberlo visto tan concentrado.
La música de la radio estaba en un volumen muy bajo casi como un susurro, se escuchaba el sonido que hacían los parabrisas cada que limpiaban las gotas de la ventana. No se suponía que fuera a llover, cuando salieron de la universidad aún podían verse pequeños rayos de sol asomándose entre las nubes.
—Tengo hambre.—El semáforo estaba en rojo. Andrés soltó el aire que había estado reteniendo y se relajó en el asiento, puede que su amigo fuera un poco paranoico para manejar y no se los haya dicho nunca.—Parece que todos tuvieron la misma idea de ir a comer justo a esta hora.
—Tú siempre tienes hambre.—Hirving dijo mirando los demás autos por la ventana.
Para su suerte había dejado de llover cuando llegaron. Se sentaron en una de la mesas del lugar y rápidamente los atendieron, Guillermo escuchaba la conversación de sus amigos mientras pellizcaba el pan caliente que había en el centro de la mesa.
—Todavía faltan dos semana para las vacaciones.—Hirving miraba la canasta de pan como si estuviera en conflicto consigo mismo sobre si debería agarrar uno o no.—Y creo que voy a valer madres en los exámenes.
—Siempre dices eso, wey.—Andrés lo miró.—Y siempre sales mejor que nosotros.
—Pero eso era antes.—Guillermo se rió, Hirving agarró un pan y lo corto por la mitad.—Falte a muchas clases por estar en reposo, no sé casi nada de lo que vieron.
—¿No confías en los apuntes que te dimos?—Pregunto Guillermo con un tono fingido de tristeza.
—Sinceramente no.
—¿Y qué hay de las explicaciones que te dábamos después de clases, eh?—Andrés tomo la mitad del pan que Hirving había dejado de vuelta en la canasta y le dio un mordisco. Lozano lo miro en silencio.—Estas hiriendo mis sentimientos.
—Es que no es lo mismo, wey.
—No creo que te hagan hacer un examen, ellos saben que faltaste tanto tiempo porque te fracturaste el tobillo.—Guillermo le dio una mordida a su pan.—Probablemente te den más tiempo, o en el peor de los casos podemos pasarte las repuestas.
Eso no pareció tranquilizar a Hirving.
—Relájate, te va a ir bien.—Andrés se encogió de hombros.—Nosotros somos los que deberían estar preocupados.
Guillermo asintió mientras masticaba.—No he estudiado nada.
Afortunadamente la comida llegó y con eso dieron fin a su conversación. Comieron en silencio (extraño si se trataba de ellos) ninguno dijo nada sobre el sonido tan repetitivo de las notificaciones provenientes del teléfono de Guillermo (aún mas extraño) que empezaron a sonar de repente.
No quería mirar la pantalla porque sabía de quien se trataba.
Así que decidió ignorarlo y seguir comiendo, esperando algún momento en que sus amigos estuvieran prestando atención a cualquier otra cosa para tomar su teléfono y contestar.
[***]
Después de ayudar a Hirving a salir del auto y acompañarlo hasta su casa, Guillermo y Andrés caminaron de regreso. Se tardaron más de lo esperado en el restaurante que cuando salieron el cielo estaba oscuro y el viento helado parecía advertirles de la lluvia que se aproximaba.
—Me la pase bien hoy.—Dijo Andrés después de cerrar la puerta del auto.—Había olvidado lo ricas que están las enchiladas en ese lugar.
—Sí, yo también.—Guillermo se abrochó el cinturón mientras Andres arrancaba.—Creo que comí mucho.
—Pues te atascaste de puro pan.—Bromeó, Guillermo soltó una risa ante eso.
—Estaba calientito. Mis instintos actuaron por mi.
Bastaron unas cuentas canciones de la lista de reproducción de Andrés para que estuvieran delante de la casa de Guillermo. El vecindario estaba en total silencio, pero las luces de la calle iluminaban lo suficiente como para no pensar en que alguien podría salir y asustarlos de la nada.
—Gracias por traerme.— Guillermo se desabrocho el cinturón y levantó la vista para mirar a su amigo.—Te vas con cuidado, wey.
—No es nada, para eso estamos.—Andrés le sonrío y antes de que pudiera bajarse del auto, volvió a hablar.—En realidad... quería decirte algo antes.
—¿Que cosa?
—Solo... bueno, solo quiero que recuerdes que puedes contarme lo que sea.—Guillermo lo miró confundido volviéndose a sentar.—Lo digo en serio, Memo.
—¿Lo dices por lo de Lionel? No te conté que iría con el mañana porque sinceramente se me olvidó pero-
—No, no me refería a eso.—Andrés le sonrió suavemente.—Solo recuérdalo, ¿Va? Mañana me cuentas como te fue en la feria.
Guillermo aun confundido por la extraña actitud de su amigo le devolvió la sonrisa y abrió la puerta del auto.
—Va. Descansa, Andrés.—Le dijo asomándose por la ventana.—Y gracias... tú también puedes contarme lo que sea.
—Lo sé. Descansa, Memo.
[***]
Muchas personas muy lindas han encontrado esta historia, gracias por los comentarios y votos que dejan <3
Ahora si se viene lo chido lo juro
![](https://img.wattpad.com/cover/330595627-288-k348766.jpg)
ESTÁS LEYENDO
lento | mechoa
FanfictionLionel juega fútbol en su tiempo libre, Guillermo sólo es un fotógrafo enamorado.