seis

155 27 11
                                    

—¿Memo?

Se topó con Javier justo en la entrada de la cancha. Ya no tenía puesto el uniforme que usaban para entrenar, se lo había cambiado por algo más cómodo. 

—Hola, Javier.—Guillermo le sonrió incluso si necesitaba tiempo para recuperarse, sentía sus piernas temblar y su cara caliente.—Creo que llegue un poco tarde.

—Un poco, sí.—Javier se rió.—¿Te pasó algo?

—Eh. No, solo... ya sabes, me quede haciendo un trabajo y no me di cuenta de la hora.—Le respondió impaciente, trataba de mirar por detrás del chico. Sabia que aún habían personas en los vestidores podía ver las luces encendidas.—¿Lionel ya se fue?

—Que yo sepa no.—Javier se encogió de hombros y se dio la vuelta, como si intentara ver dentro desde donde él estaba parado.—Pero deberías ir a revisar.

—Sí.—Dijo, había sonado más como un susurro así que volvió a repetir:—Sí... iré a ver.

—Claro. Nos vemos luego, Memo.—Se despidió de él y siguió su camino. Si Guillermo no hubiera estado tan desesperado por ver a su amigo le hubiera gustado tener una conversación más larga con Javier. Suspiró, esperando no haberse comportado grosero y se dirigió hacia los vestidores.

No sabia si su corazón estaba acelerado por haber corrido tanto o si solo eran sus nervios traicionándolo. Caminó con pasos rápidos por detrás de las gradas, Las puertas de los vestidores eran completamente de vidrio por lo que era fácil distinguir algún tipo de movimiento. Cuando entró, el repentino calor del lugar lo hizo estremecerse, camino por el pequeño pasillo hacia los lockers y dio la vuelta. Solo había dos personas ahí.

Rodrigo estaba de espaldas conversando animadamente con Lionel quien estaba sentado en una de las bancas, pero ninguno pareció darse cuenta de su llegada tan repentina.

—Hola.—Guillermo dijo, porque sinceramente no sabía cómo  empezar.

Rodrigo pegó un salto y se volteó para mirarlo.—Ay, Guille. No hagas eso, boludo.

—Perdón.—Le dio una mirada rápida a Lionel como para comprobar si el ya lo estaba mirando antes. Lo estaba.—No te quería asustar.

—Tranqui.—Rodrigo pareció darse cuenta de la impaciencia que Guillermo desbordaba, se aclaró la garganta y dijo:—Como sea, ya me iba. Recordá de lo que hablamos, Lio. Adiós, Memo... Siempre es bueno verte pero no me asustes la próxima vez.

Esperó escuchar el sonido de la puerta cerrarse para comenzar a hablar.

—Perdón.—Fue lo primero que dijo Guillermo cuando estuvieron solos.—No me di cuenta de la hora, estaba haciendo un trabajo y ya sabes cómo son mis amigos no se puede-

—Oye.—Lionel le interrumpió.—Esta bien, pensé que te había pasado algo. No contestaste mis llamadas.

Las manos de Guillermo bajaron rápidamente a sus bolsillos para revisar, había dejado su teléfono en la mochila.

—Se me olvidó.—Escuchó como Lionel se reía.—¿Qué?

—Estas raro.—Lionel dijo finalmente, seguía sentado en esa banca de madera. Lo miro con el ceño fruncido.—¿Ya vas a decirme que te pasa?

Guillermo parpadeo.—No me pasa nada.

—Vení.—Lionel se enderezó y le señaló el espacio libre que había en la banca.—Estas muy lejos allá.

lento | mechoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora