𝓟𝓪𝓻𝓽𝓮 𝓾𝓷𝓸:

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La historia en este momento está siendo corregida y reescrita, en ciertos párrafos y guiones de conversación. Así como se pueden extender o acortar un poco los capítulos ya publicados, anteriormente.


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Las trompetas retornaron a resonar en el gran salón, decorado en su máximo esplendor, para dicha celebración. Las mejores telas del vasto reino, y los mejores arreglos florales del jardín, puestos en exquisitos jarrones. Y al frente de los escalones para unirse a dicho aposento, el Príncipe Heredero se encontraba de pie, junto al trono por órdenes de Su Majestad, la Reina, su madre; casi torció los ojos en lo pesado que estaba haciendo todo esto. Vestido impecable, con traje de dos piezas, a juego con chaqueta celeste y pantalón liso con pequeños destellos, y una banda de seda de color blanca con dos franjas rojas paralelas a cuatro milímetros del borde de la cinta. El escudo de la realeza, cosido con hilo de oro al lado derecho del pecho, y al izquierdo, las medallas que lo destacan como un joven oficial de la nación. Miles de personas asistentes no alejaban mucho tiempo la mirada de su Príncipe Heredero, pues, la belleza del hombre era tan pura, que se preguntaban si era viable que un hombre así existiera.


Hasta que, dichas personas se quedaron embobadas, con las propuestas de himeneo que tenían hacia el hijo de Su Majestad, el Rey, los ciento cincuenta Duques, en el vasto reino. De hijas a hijos dotados por una belleza inaudita, de pasos contados, con esa distinguida manera para mover sus túnicas, vestimenta y gestos de rostro, de brazos, al inclinarse a la Reina y al Príncipe Heredero. Hijos e hijas de Duques que no parecían llamar mucho la atención, del venerado Príncipe Heredero, que los despedía. Y no los invita a pasar a la pista del gran salón, para dar apertura al baile de la noche. Algunas familias de renombre se atrevieron a pensar que con el nonagésimo hijo del duque Teshigawara, no habría baile ni banquete, por la vacilación de su Príncipe Heredero. Y que si bien, habían pasado hijos e hijas de grandes Duques; al lado izquierdo como posibles aspirantes, a tomar asiento en la mesa de Su Majestad, que los miraba de vez en cuando, discretamente. Nadie era tan serio para él.


—El décimo hijo de la única esposa del Duque Romsaithong... Mile Phakphum Romsaithong. —comunica fuerte y claro, el hombre bajito que se encuentra en la puerta que daba al camino a las gradas, para marchar llanamente al Príncipe Heredero, que resarció su pequeño desliz en su postura derecha. Estaba complacido, de que esta familia se adosara para darle uno de sus tantos hijos, como propuesta matrimonial. Y qué mejor, que el hijo menor.

⿻ Epoch. ᦗ MileApo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora