˗ˏˋ Su encuentro es una fascinación, y su trabajo es tan distinto a como pensaron que llegarían ante el Príncipe Heredero. Conociéndose en ese extenso periodo, atado al Príncipe Menor.ˎˊ˗
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Durante la carretera en el carruaje, pensó en los escenarios que formarían su querida madre, y hermanas mayores. Incluso su hermano menor, estaría extrañado de que aceptará. Por supuesto, que supuso de todo, pero al llegar a casa, y pasar la reja de su jardín, y el sendero empedrado, hasta las enormes puertas que se abrieron por dos criadas, que lo saludaron con una venia de cabeza, no espero lo siguiente.
—¿Madre? —vocea, suavemente, a la mujer que mantenía una pesada tabla plana en las manos, su cabello impecablemente peinado con un moño, y su vestimenta intangible y demasiado perfecta. —¿Qué haces?
—¿Tú sabes lo que le hacemos a la gente que nos traiciona verdad, Mee? —indaga con rudeza, pero al mencionar el apodo de su hijo, su voz se modera.
Phakphum asiente despacio, a las palabras de su madre.
—Pues ahora ven. —le indica ella, caminando y esperando que su hijo la alcanzara. Mile les da un vistazo a las criadas, para que hablaran, pero ellas se negaron. Ya habían sido advertidas de no decir nada.
Su madre se trasladó de la floresta de reata al castillo, en donde se ubican los establos que su abuela cuida con esmero a los animales que tiene. Retirada por al menos, unos kilómetros, una fuente de considerable tamaño, yacía en aquel espacio, con la figura de un hombre sentado y un libro en la mano izquierda, mientras sostenía una taza de té con la otra, y había una tetera en el banco tallada, echando un suave chorro de agua. Cerca de las flores silvestres. La señora Romsaithong, caminaba recta, sin perder su actitud como la cabeza del castillo, aunque sus pasos eran iguales, y sus pisadas se imprimieran en la tierra.
—¡Mee!
Las voces de diferentes acentos lo llamaron, girándose a ellas para cerciorarse de que sus hermanas mayores, no lo botaron por el angustioso abrazo apretado que le dieron.
—¡Porque aceptaste ir! ¡Sabes que no estás obligado a nada!
—¡Así es! ¡Estábamos preocupadas, hasta nuestro Tinnasit no ha comido por lo sucedido!
