Capítulo 20

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Capítulo veinte (Editado)

Al despertar por la mañana lo primero que había pensado era que hace un día le había dicho a Damián que le daría una oportunidad, no podía olvidar la enorme sonrisa que adornó su rostro durante todo el día hasta la hora de dormir.

Lo último que hicimos en el parque de diversiones antes de volver a casa había sido jugar a esas cosas como reventar un globo con agua o tirar un aro a algunas botellas y si lograbas superar los retos tendrías algún premio.

Habían muchos de esos juegos, y mientras Damián quería derribar una pila de vasos plásticos perfectamente apilada a unos metros de distancia con cinco pelotas Alex tenía tres minutos para agarrar todos los pescados de plásticos de colores que podía con una caña de pescar de juguete.

Alex le dio a Liz un peluche de unos quince centímetros, en los juegos para niño no habían recompensas muy grandes. Damián me dio a mí un panda gigante, incluso era más grande que Alex.

Esa noche no puse un muro de almohadas entre nosotros dos. Como había decidido darle una oportunidad eso sería algo descortés aunque la regla de no tocarme seguía ahí, aunque esta noche tampoco la respetó.

Pero esta mañana cuando desperté me encontraba sola en la cama y el espacio junto a mi estaba frío por lo que supe que él se había marchado hace algún tiempo. Después de buscar rastro de él en la habitación y no encontré nada decidí que era momento para levantarme.

Rápidamente fui al armario por un poco de ropa y me vestí rápidamente en el cuarto de baño sin tomar una ducha antes. Realmente me estaba preocupando, aunque sabía que podía ser solo paranoia lo que sentía.

Al bajar las escaleras comencé a buscarlo, fui a su oficina que se encontraba vacía y a la cocina la que se encontraba llena de mujeres mayores y niños pequeños. No había ningún hombre acá. No estaba Damián.

Decidí que preguntar sería lo adecuado en esta situación, me acerqué a una de las mujeres que estaba cuidando a los niños pequeños mientras que ellos desayunaban y toqué su hombro para que se diera cuanta de mi presencia.

-- Todos están en una de las fronteras -- Dijo la mujer tomando una pequeña pausa para después continuar -- Hace unas pocas horas, cuando todavía estaba oscuro los pícaros atacaron a unas personas en la frontera. Algunos murieron y otros están heridos de gravedad. Y es preferible que los niños no ven esa escena llena de sangre por lo que lo mantenemos acá.

Después de agradecer por la información salí de la casa de Damián para saber a qué se refería la mujer.

Caminé por el bosque siguiendo el leve rastro de voces que gritaban desesperadamente. Finalmente pude ver a las personas a unos trescientos metros de mí y ellos me vieron también.

No logré acercarme más porque un gran cuerpo se interpuso en mi camino bloqueando la pasada y la vista. Ese cuerpo pertenecía a Damián.

-- ¿Qué haces afuera? Di órdenes de que te mantuvieran dentro -- Dijo Damián regañándome como si no fuera más que una niña pequeña.

-- Nadie me dijo nada cuando salí -- Respondí cruzando mis brazos sobre mi pecho -- ¿Qué está pasando, Damián?

El parecía algo nervioso mientras me respondía.

-- Lo que pasa es que hace como dos horas atacaron en esta frontera a diez personas -- Respondió Damián -- No te acerques a ese lugar. Mejor vuelve a casa, Alex. Los cuerpos siguen acá y estoy segura que no es algo que quieras ver.

Pude saber que él me estaba ocultando algo. Algo importante que no parecía tener la intención de nombrar. Y si él no me decía, yo lo averiguaría.

-- ¡Mira eso! -- Grité indicando hacia mi derecha haciendo mi mejor actuación de alguien asustada. Él se volteó rápidamente en esa dirección y yo me colé bajo su brazo y comencé a correr para saber exactamente lo que sucedía. Podía escuchar sus pasos siguiéndome con la intención de detenerme.

Me quedé inmóvil cuando logré ver la escena y fui consciente de la razón de Damián para mantenerme lejos.

En la tierra había mucha sangre y los cuerpos se encontraban todos desmembrados. No podía saber que parte le pertenecía a que cabeza. Esta escena era la peor que alguna vez había visto.

Habían muchas partes humanas por todas partes, también habían lobos de la misma manera con los ojos en blanco y sangre corriendo por su cuerpo.

Di un paso atrás para protegerme de la escena. Todos me estaban mirando a mí en ese momento. Sentía la presencia de Damián a mi espalda.

Probablemente no hubiera demorado tanto en superar esa escena si no fuera por solo una cosa, entre los cuerpos había un rostro conocido: Mi abuela.

Mis manos volaron a mi boca y sentí a las lágrimas picando en mis ojos. Damián me levantó y comenzó a llevarme lejos de eso, de los cuerpos sin vida, del cuerpo de mi abuela y de todos los ojos curiosos que quedaron fijos en mí.

Nada me importaba, me sentía perdida y extraña. No parecía real pero lo había visto con mis propios ojos.

Esto ya no lo podía soportar.

Luna ∞ | # wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora