Capítulo 10: Entrenamiento restaurador.

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La puerta de la enfermería se abrió y mostrando así a Tanko e Inoko, las cuales lucían totalmente cansadas y demacradas. Ambas chicas estaban siendo llevadas T/N, quién se acercó a sus respectivas camas y las dejó a cada una en la suya. Zenko miraba con cierto nerviosismo el pésimo estado en el que se encontraban sus amigas, pues entre que tenía que tomar aquella horrible medicina y la preocupación que le provocaba el entrenamiento al que estaban siendo sometidas Tanko e Inoko, el cual iba a asistir en breve, la tensión la carcomía por dentro

Zenko: ¿Eh? ¿Otra vez así?

T/N: Sí.

Zenko: Cada vez que vuelven del entrenamiento parecen más demacradas que antes.

T/N: Mmmmmm. Puede.

Zenko: Tanko. Inoko ¿Que habéis hecho?

Tanko: (demacrada) Uuuugh...

Inoko: (susurrando) Morir...

Zenko: (ligeramente preocupada) ¡¿Eh?! ¡¿Qué?!

Tanko: (demacrada) Lo siento...

Inoko: (demacrada) Olvidame.

Ambas muchachas simplemente se ocultaron tras las sábanas de sus camas. Aquellas respuestas tan ambiguas preocuparon y atemorizaron a Zenko, quién rápidamente dirigió su vista a T/N, el cual se encontraba a punto de marcharse de allí, pero Zenko reaccionó con rapidez y saltó sobre el pelinegro.

Zenko: (preocupada) ¡Por favor, T/N! ¡Dime lo que ha pasado! ¡Que mañana me toca a mí también!

T/N: .............

Zenko: ¿T/N?

T/N: Je.

El cambiante esbozó una ligera sonrisa bastante sospechosa y se marchó de allí, dejando a una asustada Zenko, pues no podía imaginarse los horrores que suponía hacer aquel entrenamiento restaurador. Rápidamente se dirigió hacia donde se encontraban Tanko e Inoko y comenzó a hacerles todo tipo de preguntas con respecto a aquél misterioso e inquietante entrenamiento restaurador.

El despreocupado pelinegro se dirigió hacia el jardín de la finca, ya que necesitaba tomar un poco el aire después de haber estado durante más de cuatro horas en el dojo. No podía negar que se sentía ligeramente exhausto mentalmente, pues no estaba acostumbrado demasiado a tanta compañía y más cuyo origen sea humano.

Una vez en el jardín de la finca, el pelinegro se sentó justo al lado del pequeño estanque que habia y se puso a observar a las carpas koi que habitaban en ella. El ver a aquellos peces le relajaba de alguna manera, logrando así estar completamente armonía con aquello a lo que los humanos llamaban "paz interior". Pero dicha paz fue interrumpida cuando unas manos taparon su visión.

???: ¿Quién soy?

T/N: Kanae.

Kanae: Acertaste.

El cambiante giró su cabeza y pudo ver cómo la alegre Kanae esbozaba una sonrisa que expresaba alegría y bondad. No podía negar que Kanae poseía una belleza realmente cautivadora, hasta tal punto que cualquiera la podría confundir con una supuesta diosa.

 No podía negar que Kanae poseía una belleza realmente cautivadora, hasta tal punto que cualquiera la podría confundir con una supuesta diosa

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Herencia demoníaca. (Lector x Kimetsu No Yaiba)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora