Saúl “Canelo” Álvarez, se había hecho cargo de haberle hecho pasar la era e inclusive los meses y años más difíciles que el guardameta mexicano pudo haber vivido en toda su vida, todo eso lo había vivido antes, durante y después del mundial de Brasil, 2014.
Desde aquel mundial, Memo no había vuelto a ser el mismo de antes, el boxeador y distintos de los amigos de este, lo apoyaban y habían hecho lo mismo que el, hacerlo sentir que era un estorbo, insuficiente, e inclusive así se sentía en los años presentes, había sido todo gracias a ellos.
Había entrado en depresión, al igual había tenido distintas crisis de ansiedad por más de dos años, las dos mismas justo entre los años de 2014, 2015 y 2016 había avanzado demasiado a tal grado que había terminado en el hospital gracias a que en una de sus crisis de ansiedad había intentado suicidarse.
En bastantes ocasiones había buscado ayuda profesional pero de nada le había servido que lo hubiera hecho, pues siempre le comentaban lo mismo y en ves de lograr salir de ello, al contrario, cada vez que lo hacía, salía aún peor.
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Guillermo estaba hundido profundamente en sus pensamientos y recuerdos, solamente se escuchaba en los vestidores de la tri como es que el guardameta sollozaba, ni siquiera notaba que el tiempo pasaba cada vez más rápido que ya casi era hora de que se viera con Lionel, solamente pudo revisar nuevamente le reloj de su celular, observo que eran 12:42 p.m, lo único que pudo hacer en ese momento fue lavarse la cara para que no se delatara a sí mismo que había estado llorando, sabía que si dejaba que eso fuera notorio Lionel no dejaría ni un segundo de hacerle distintas preguntar para que supiera que era lo que le había sucedido.
Después de haber terminado de lavarse la cara, escucho como alguien tocaban la puerta del vestidor y junto con el golpe, como una suave, linda y relajente voz le llamaba.
—Guille, ¿Puedo pasar?— preguntó con una suave voz el argentino, no quería asustar al jugador de la tri, aparte, quería tener el permiso del mexicano para que pudiera entrar al vestidor de su selección.
—S-Si, pasa Lio.— dijo Memo, intentando no romper en llanto, lo que diría hacía que se llenará de un sentimiento de tristeza.
Lionel, entró a los vestidores en los que en ese momento se encontraba Memo.
—¿Para que querias verme Guille?— preguntó el argentino, pensaba que era sobre un tema el cual era bastante íntimo, pues no le había querido decir momentos antes de que entrenarán.
—Ven, siéntate.— dijo Memo mientras se hacía a un lado para que el delantero se sentará al lado de él.
—Decime, Guille.— dijo el argentino, el que Memo no le contará al instante hacia que se sintiera aún más ansioso de lo que ya se sentía.
—Ehh, bueno, lo que te quiero decir es que...— dijo el mexicano haciendo una pausa para poder tragar saliva y que pudiera calmar sus emociones, no quería llorar allí mismo —Que ya no podemos ve-vernos más.— dijo Memo, en ese preciso momento sólo mantenía la mirada baja, pero, aunque Lionel no lo notará, tenía la mirada cristalina, no pudo evitar no romper en llanto, solamente sentía como en ese momento las lágrimas rodaban por sus mejillas y llegaban a su mandíbula, mientras lo hacían, estas le causaba un pequeño hormigueo, por más que quisiera no se limpiaria el rostro, sabía que si lo hacía, Lionel se daría cuenta que estaba llorando.
—No, no Guille, se que el que está diciendo estas palabras no sos vos, no es el mismo Guillermo que ayer estuvo conmigo.— dijo Lionel, sabía a la perfección que Memo nunca le diría esas palabras.
—Somos jugadores profesionales, sabes que si nos encuentran juntos harán todo lo posible para que nuestra carrera se vaya a la mierda.— dijo Memo, intentando que su voz no se escuchara quebrada y con un nudo, pero el esfuerzo era en vano, fácilmente se escuchaba que tenía la voz completamente rota.
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Amor a Primer Gol // Messi x Ochoa
ActionGuillermo Ochoa, guardameta de la selección mexicana quedaría sin palabra alguna al observar ante aquel tiro y gol tan más perfecto de Lionel Messi y aquel gol, no sólo había conseguido entrar en la portería y cancha, si no que también en su corazón.