Memo no podía creer lo que había sucedido, habían obtenido los suficientes puntos para hacer posible esa tan más ansiada clasificación, pero dos de ellos habían sido anulados, a lo que solamente les había dado dos puntos en ese partido, haciendo tres puntos, uno en su debut, contra Polonia y dos contra Arabia Saudita.
Ochoa, llevaba sus manos directamente hacia su rostro, le era difícil de procesar lo que estaba sucediendo en todo su alrededor, se sentía mal, no había cumplido la promesa que le había hecho a su pulgui, más encima, sentía que no había hecho el suficiente esfuerzo y gracias a él, es que ahora no habían clasificado a Octavos.
No podía dejar de pensar en las palabras que horas antes le había hecho a Lionel, le había dicho que juntos pasarían a Octavos con las selecciones a las que pertenecían, pero lastimosamente, no había sido posible, gracias a la falta de puntos, pues esos últimos dos goles, el de Hirving y Antuna, habían sido totalmente anulados.
Las lágrimas que se derramaban por sus mejillas eran incontrolables, con su antebrazo, tapaba su carita para que nadie lo mirara, estaba intentando calmarse mientras tallaba sus ojos, de repente miró que a unos cuantos metros, su amigo, Andrés, se acercaba a él para que pudiera consolarlo, prestarle su hombro y brindarle su apoyo, como siempre lo hacía.
El jugador, llegó hacia donde estaba y lo abrazo, Guillermo hizo lo mismo, mientras que al igual, se mantenía recargando su frente en el hombro de Andrés.
—Diste todo lo que pudiste Paquito, no fue culpa tuya.— decidió hablar Andrés, intentando siquiera animar a Memo, mientras decía esas palabras, agarraba los rizos del contrario y le hacía unos pequeños toques cariñosos, esperando que ese acto tranquilizara siquiera un poco al guardameta.
—Claro que lo fue Andrés, si hubiera parado los goles de Argentina quizás hubiéramos tenido más posibilidades de haber pasado.— mencionó Memo mientras se mantenía sollozando.
—Fue culpa de ese pinche viejito Memito, no te tormentas con ello, como siempre lo haz hecho Paquito.— recalcó el jugador menor, pero sin embargo, el guardameta no hacía caso de lo que hacía ni decía su amigo.
—E-Es q-qu-e.— dijo Memo, mientras hacía una pequeña pausa, ese nudo, ese nudo que llevaba en la garganta no dejaba que hablara claro. —Yo le prometí a Leo que pasaríamos juntos a Octavos, el con su selección y yo, con la tri.— agregó Guillermo, las lágrimas por sus mejillas no dejaban de caer.
—Paquito, no fue tu culpa, nosotros hicimos lo que pudimos, pero nos anularon los últimos dos goles que Hirving y Uriel anotaron.— recalcó Andrés, esperaba que así su compañero no se sintiera culpable, pero cualquier tipo de intento que hiciera, estaba de más, ya que el guardameta no se animaría tan fácilmente, se sentía culpable de que no hubieran pasado.
—Pero, si hubiera atajado más goles, quizás hubiéramos pasado.— decía entre sollozos el arquero, por más que intentará, no podía calmarse.
—Memo, entiende, todo fue culpa del pinche viejo panzón ese, no supo alinearnos en el partido contra Argentina y Polonia, pero ahora quería que ganaramos contra Arabia y clasificaramos a huevo a Octavos.— respondió Andrés, no tenía ningún tipo de error en las palabras antes mencionadas, Gerardo los había acomodado con las peores defensas en el partido contra Argentina y Polonia, quería que sólo con un partido hicieran los suficientes puntos y clasificarán a Octavos.
Memo, solamente sollozaba en el hombro de su compañero, mientras posaba su frente en el mismo lugar antes mencionado, al igual, mantenía su rostro en su pecho, ya que no quería que nadie, ni siquiera su amigo, lo mirara en el estado que se encontraba en ese preciso momento.
—Muchachos, andá, vamos para donde los vestidores.— habló el Tata, mientras se acercaba cada vez más a los jugadores que se encontraban en la cancha.
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Amor a Primer Gol // Messi x Ochoa
AzioneGuillermo Ochoa, guardameta de la selección mexicana quedaría sin palabra alguna al observar ante aquel tiro y gol tan más perfecto de Lionel Messi y aquel gol, no sólo había conseguido entrar en la portería y cancha, si no que también en su corazón.