CAPÍTULO 6

156 12 11
                                    

La cena comenzó y yo seguía en silencio, pero cada cosa que me preguntaban respondía y les sonreía aún que la sonrisa no fuera del todo sincera.

—¿Cómo está Dan, hija? —pregunta mi tía.

—Está bien tía, en Los Ángeles cenando con su familia.

—¿Eres de los Ángeles? —pregunta la amiga de Aiden.

—Soy de Londres, pero actualmente estoy estudiando en los Ángeles.

—¿Puedo preguntar en qué universidad?

—En la UCLA.

—¿En la UCLA? —abre demasiado los ojos —Ojalá yo pudiera permitirme estudiar allí.

—Ya... ¿tu estudias? —le pregunté para cambiar de tema.

—Si..., bueno, estoy de prácticas con Aiden, en una comisaría.

Miré a Aiden: —¿Eres policía? —le pregunté

—Si... estoy de prácticas.

—Vaya... al parecer hay cosas que no sabía de ti.

—Lo decidí después de marcharme, antes no sabía que quería ser policía.

—Claro, lo hubiese sabido si te hubieses quedado pero decidiste largarte como un cobarde.

—Morgan... —me advirtió mi tío.

—¿Y tú que estudias? —me preguntó la novia, amiguita de Aiden.

—Criminología —dije secamente.

—¿Criminología? —preguntó Aiden —No sabía que querías estudiar eso.

—Vaya... al parecer las personas cambian demasiado.

—Morgan... —advierte mi tío de nuevo.

—Morgan, es una criminologa muy buena —habla mi tía.

—Tan inteligente cómo mi niña —dice mi abuela.

Y me acuerdo de mamá, pronto va a hacer seis años de su muerte, dentro de dos semanas. Odiaba ese día, siempre he odiado ese día en el que fallecieron mis padres.

—Con permiso necesito ir al servicio —dije y me levanté de la mesa.

Sabía que era venir aquí por navidades después de lo que pasó entre Aiden y yo, sabía que tan solo íbamos a pelear y odio venir aquí porque mi familia me hacen recordar a mis padres y es lo que no quería. Mis padres aún me duelen a pesar del tiempo que pasó y la muerte de tus padres no se te cura tan rápido.

Llegué al baño y me puse con las manos apoyadas al lavabo frente al espejo, me lavé las manos con agua y me las pasé por la cara suavemente, pero no de manera en la que el maquillaje se puede correr.

Respiré hondo cuándo la puerta del baño es abierta.

—Tata —escucho la voz de mi hermano.

—Dime campeón —me giré hacia el.

—¿Estás llorando?

—No, solo necesitaba venir al servicio pero no te preocupes, estoy bien. Sabes que la tata es fuerte.

—No me hables como si fuera un niño de ocho años.

—Eres pequeño aún.

—Tengo quince.

—Sigues siendo pequeño igualmente.

—Si, claro —rueda los ojos y me reí.

Luego escuchamos a alguien tocar la puerta pero no veo quien es porque yo estoy detrás, pero Dylan si.

Destinados a la misión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora