CAPÍTULO 12

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Aiden Ayers

La acorralé en el servicio del yet, mis manos estaban apoyadas a la pared y mis brazos al lado de su cabeza. Segundos después agarré sus mejillas y las acaricié pero antes de que ella pudiera decir algo y se lo esperara, la cogí y la besé.

Dios, sus besos sabían tan bien. Sus labios tan suaves y esperados por mis besos. Me encantaba su tacto con el mío.

Sus labios eran y son una droga adictiva. Una droga que no puedes soltar nunca por más que lo intentes y así es lo que me pasa a mí con Morgan.

Quizá este obsesionado, sea un desquiciado, pero soy tan posesivo con ella porque solo la quiero para mí, solo quiero que sea droga para mí, no droga para otros.

Odio a otros hombres cerca de ella, me dan ganas de cogerlos y arrancarles los ojos solo para que no la miren o darles una paliza para saber que es mía. Nunca fui así, nunca estuve tan loco ni haría tanto por nadie como por ella.

Cuándo ella fue asimilando el beso, metí mi lengua dentro de su boca para entralazarla con la suya y moverlas al compás. Ella no se quedó atrás porque también me siguió.

Segundos después Morgan se separó de repente y me miró a los ojos para después recuperar la compostura y empujarme. Iba a decir algo pero no me dio tiempo a hablar cuándo salió de la consulta.

(...)

Lo que pueden parecer dias largos cargados de tensión en el avión. Morgan y yo no hablamos nada durante el vuelo, ella prácticamente me ignora aún que yo la miro de vez en cuándo.

Cometí un error, cometí el error de besarla pero es que no me pude aguantar las ganas cuando ambos estábamos en un mismo avión y la deseaba tanto.

—Chicos —nos llama el administrador —.Estamos llegando, vamos a parecer simples civiles e investigar todo lo que podáis, preguntar por tiendas, supermercados, por cualquier sitio que encontráis. Todos en vuestros móviles tenéis una foto de Thomas, si os dan alguna información de Thomas o cualquier otra persona relacionada con él, exijo que me lo comuniquéis de inmediato.

Todos asentimos o contestamos con un "vale" pero ni los chicos, ni Morgan, ni yo lo vamos a hacer.

Una vez llagamos nos bajamos del avión en el aeropuerto privado. Allí nos encontramos con los demás chicos que bajan de sus respectivos aviones.

Morgan no me dirige la palabra, tan solo habla con los demás y odio esa sensación.

—¡Vámonos de compras! —exclama Paula.

—Paula, venimos a buscar a Thomas, no a comprar ropa —le advierte su hermano.

—¿Acaso nosotros vamos a buscar a Thomas? Ellos van a buscar a Thomas. Nosotros solamente hemos venido para ver qué encuentran y ya de paso preguntar si lo han visto.

—Tiene un punto tío —le dice Álvaro a Damián.

Álvaro no está muy bien por el hecho de que María se tuvo que quedar en Toronto ya que ella no está apuntada a la misión.

—Tu cállate. Las chicas son demasiado pesadas cuando se trata de comprar ropa. 

—Algún día tendrás que acompañar a tu futura novia de compras, Damián.

—Si claro, no me faltaba más.

—Ya verás, ya verás.

—¡Chicos! —exclama una voz a nuestras espaldas y todos nos giramos. Es el idiota que le habló a Morgan —¿Puedo ir con vosotros?

—No —contesté.

—¿Por qué tú lo digas? —me encaró Morgan.

—Exactamente.

Destinados a la misión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora