_ | 𝘚𝘦𝘹𝘪𝘴𝘮 | _

𝙨𝙤𝙡𝙚𝙙𝙖𝙙

—¡Suéltame ya por favor!—pataleo en la cama con las manos sometidas de lado y lado por el contrario—¡Ekko!.

—¡Cállate Jinx, me tienes arto!.—Recibió una cachetada de parte de su novio lo que hizo que las lágrimas salieran de sus ojos.—Lo único que haces es arruinar todo—deprocho en su cara mientras pasaba sus manos por la ropa femenina y comenzar a retirarla.

—No, otra vez no, no quiero maldita sea—puso resistencia ante el contacto intentando evitar la acción por el bien suyo, algo que molestaba mucho a su novio—por favor, yo no te hice nada malo—lagrimeo debajo de el sintiendo su peso y los labios besar su cuello—Ekko no lo hagas, hoy no.

—No, y de una vez te pido que dejes de llorar porque te va peor, ya sabes como complacerme.—sonrió con descaro y su voz ronca ahora en su oído pálido.

Cada embestida era como un maldito golpe en su intimidad, era demasiado agresivo, brusco y doloroso. No resistía soltar sus lágrimas cada que la penetraba, al igual el dolor que sentía en su interior. Le rogaba con si frágil voz que parará, que ya no siguiera, que ya no la lastimara, pero todo era en vano, solo aumentaban los insultos y las estocadas.

Cuando todo acabo sintió sus piernas temblar de una manera impresionante, un dolor insoportable en su entre pierna y muy debil, no hizo más que llorar entre las sábanas aún desnuda repleta de moretones. Ekko ya no estaba, cosa que le tranquilizaba, ya que así podría soltar todo lo que sentía dentro suyo.

Cuando ya no le quedaban lágrimas por desechar empezó a cambiarse, le dolía cada movimiento para colocarse una prenda, aún así logró vestirse con éxito: un short una simple blusa sin sostén. Quito las sábanas sucias de la cama y las voto a un cesto que tenía ropa, coloco unas nuevas y limpias al igual que unas almohadas.

Arrastro el cesto hasta la planta más baja donde era un intento de cuarto de lavado, hecho la primera tanda a la lavadora y la puso a funcionar. Esta a cansada de que su vida se cerrara en atender esa casa para ser tratada igual o peor, Ekko se iba y regresaba hasta muy tarde, aveces ebrio, esas ocasiones eran las peores, una vez le reventó una botella en la cabeza y le pusieron puntos, aún tenía la cicatriz.

—Que estúpida respuesta Powder, mírame a los ojos.—Jamás fue sumisa, mucho menos con su hermana, pero su tono de voz era idéntico al de Ekko, no pudo evitar alzar la mirada.—Si crees que el va a cambiar estas muy equivocada, ¿cuánto tiempo llevas con el?, cuatro, cinco años y mírate, estas igual o peor.

—Pero yo ya no quiero seguir así, se suponía que el me amaba.

—Hay por el amor de dios Powder, ¿enserió crees eso?, desde el dia que lo vi te dije que no era bueno para ti y aquí esta el precio de tu ignorancia—aclaro levantándose se la silla del comedor escuchando los llantos de su hermana—no llores, ¿de que te sirve llorar?.

—¡No se que hacer!.

—No hagas nada, estas casada y toco esta vida, ya te dije que divorciarse no es una opción.

—¿Y que voy a ser?, ¿esperar a que me mate?—sus manos estaban en una crisis se nervios, solo se movían a su alteración al igual que las lágrimas.

—Tampoco exageres. Escucha lo que tienes que hacer es tolerarlo, debes jugar con el como lo hace contigo, analizalo y veras que no será tan complicado.

—Pero, el me golpea muy fuerte—tartamudeo sus palabras recordando sus experiencias.

—¿Por cualquier cosa?.

—Aveces.

—Entonces puedes agarrar un cuchillo de la cocina y revanarle el cuello—sonrió visualizando uno de los utensilios mencionados—todo depende de ti.

—No lo voy a matar, yo solo quiero salvar mi matrimonio, es tanto pedir.

—Hasta que comprendas estúpida que tu matrimonio no tiene salvación podemos seguir con esto, te lo dejo de tarea hermanita. Bien debo irme, Jayce esta abajo—se dirigió con rapidez a la puerta principal junto con la peli azul, quien formalmente la despidió, afuera estaba su cuñado esperándola quien al verla la saludo—ya vamonos, no soporto estar aquí

—Me siento tan destruida, tan débil, tan sucia, soy tan infeliz.

Sus momentos de desahogo eran con una simple almohada color blanco, esa misma que mordía cuando la violaba y detener sus gritos, la misma que abrazaba cuando estaba en sus momentos más bajos. Solo quería que el la amara con ella lo hacía con todo el corazón, lo peor de todo esto es que aún lo amaba, lo quería tanto a pesar de cada golpe que le daba, cada insulto, absolutamente todo, aún sentía cariño por el.

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Sola