Era una tranquila tarde de invierno en Madrid, estaba tranquilamente viendo la televisión, arropada con una manta de pelo. Estaba tan tranquila que casi me quedo dormida, sino hubiese sido por...
– ¡Íker! ¿Tío de qué vas? – Dije quitando aquella camiseta sudada de mi hermano de mi cara mientras este subía nuevamente al piso de arriba de nuestra casa.– ¡No huyas!
Dije para luego subir rápidamente con la camiseta en una mano.
– ¿¡Qué quieres y por qué me has tirado esto que huele a rancio!? – Exclamé enfadada alzando la camiseta para que la viera.
– La camiseta que te dejé. – Exclamó con una expresión seria rebuscando por los cajones de ropa de su habitación.– ¡Vamos! ¡Busca!
– ¡Oye que no soy tu perro! – Le grité algo enfadada, siempre me trataba igual, y encima con tanto secretismo todo, no podía decirlo antes de tratarme mal. Salió de su cuarto dirigiéndose al mío.– ¡Eh, ni se te ocurra!
Le grité en vano nuevamente, mientras mi hermano comenzaba a rebuscar por los cajones de mi ropa interior.
– Un sujetador firmado por... ¿Federico García Lorca? – Dijo cogiendo un sujetador de color claro con unas marcas de rotulador.– Seguro que esto tiene una larga historia que me encantaría escuchar. –Dijo, y por fin, iba a poder hablar cuando de repente.– Otro día... ¡Aquí está! –Cogió la camiseta y me quitó la que tenía en las manos.– ¿Qué haces con eso? Ponte esta, es mucho mejor... Y huele mil veces mejor.
– Te odio, ¿para qué querías TU camiseta que tenía YO para volver a darmela? – Dije siguiéndolo ahora hasta el baño.–
– ¡Qué no vamos a llegar vistete! – Me miró frunciendo el ceño.– ¿Quieres que te vista como cuando eras pequeñita?
– ¿¡Adónde tenemos que llegar!?– Dije nuevamente siguiéndolo, esta vez hasta las escaleras a la primera planta.
– ¡Al entrenamiento! – Exclamó con una sonrisa de lado a lado.– Vamos, que necesito apoyo incondicional, ponte la camiseta esa, que como tú conjuntas muy bien seguro que no se notan las marcas de pintalabios. –Estaba apunto de volver a quejarme, pero nuevamente no me dejó hablar.– Además, si lo haces te invito a pizza.
Al final tuve que ir, pero no por la pizza, sino por la mirada amenazadora que me soltó, seguro que quería volver a quitar el Wi-Fi o a avisar a mis padres de que no le obedecía. Y la verdad no me hacía especial ilusión volver a casa de mis padres, aunque tampoco me la hacía seguir viviendo con mi hermano. El cual ya estaba volviendo a gritarme que me arreglará.
Era un pesado, pero igualmente entré a mi cuarto, me quité el pijama y me puse lo primero que encontré, unos vaqueros, una camiseta de manga larga negra, con encima la camiseta de manga corta de mi hermano de la equipación de su equipo, Real Madrid. Me puse unos zapatos cualquiera y bajé rápido las escaleras cogiendo una botella de agua, las llaves de casa y mi abrigo de color negro.
Mi hermano estaba en la puerta de casa dentro del coche con unas gafas de sol las cuales me hacían replantearme su salud mental, "PRECIOSA", me gritó y entonces salí de casa cerrando la puerta y fuí a sentarme en el asiento de copiloto mientras mi hermano seguía diciéndome cumplidos.
– Te queda bien el blanco, ahora alegra esa cara, que alomejor te acabas besando con Sergio Ramos. –Dijo bromeando mientras comenzaba a conducir hacía el estadio, para el entreno.
– No pienso volver a jugar, y menos en ese equipo, soy la más mayor, el resto tienen 10 años máximo. –Dijo para luego al escucharlo, suspirar, era la segunda vez que iba a "verlo" (me encerré en los baños hasta que acabó) a entrenar y las dos veces hizo la misma broma.– Mejor te dejo a ti el honor de besarlo.
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Aquellos ojos azules. // Gerard Piqué
Fanfiction"Oye tú, ¿quién eres? " "Jhum, Esther Casillas, ¿y tú, perdedor?" Esto es una historia totalmente inventada, literalmente tiene poco parecido a la realidad, si no te gusta no te quejes 😾. Por eso, cualquier parecido a la realidad es mera coincidenc...