| 4 |

111 14 6
                                    

Reigen visualizó la hora en la pantalla del ordenador, comprobando a medio camino del alivio que faltaba un poco más de media hora para que la jornada laboral de ese día por fin culminara. Por si las dudas, revisó los documentos próximos a enviar a otras empresas dedicadas al mismo rubro que ellos, esta vez estando seguro de que la redacción y los archivos adjuntos habían sido minuciosamente revisados y que no yacía ni una sola pizca de error o desliz ortográfico en ellos, ya que hasta en eso su jefe buscaba una excusa para comenzar a echarle la bronca.

A ver si ahora iba a tener la osadía de inventar cualquier estupidez sacada de su perfeccionista y a la vez maltrecha cabeza.

Luego, ejecutó unos leves estiramientos, echando hacia atrás la silla giratoria y reprimiendo un repentino bostezo. Desde su espacio asignado pudo ver que algunos habían terminado mucho antes que él, viéndoles conversar entre ellos y seguramente acordando planes para el siguiente fin de semana, mas procurando no alzar demasiado la voz.

Reigen esperó seriamente que no vinieran a abordarle a la mínima oportunidad que tuvieran, consciente de que incluso consideraban a un don nadie como él en su estrecho grupo de amigos, más de uno compadeciéndose de su pésima racha con quien lideraba por encima de todos ellos.

Finalmente, y en cuanto la manecilla del reloj comenzó a marcar su ansiada libertad, Reigen acomodó las cosas sobre su mesa de trabajo, guardando sus pocas pertenencias en el bolso olvidado a un costado de su silla. De refilón creyó ver a una de sus compañeras abrir la puerta principal, preguntándose luego qué tanto la había perdido de vista como para ahora tenerla a escasos centímetros de su asiento, observándole de una manera que no supo muy bien cómo interpretar.

─Hay alguien preguntando por ti afuera... ─notó la inseguridad en su tono de voz, pidiéndole que fuera un poquito más concisa─. Bueno, deduzco que se trata de ti, ya que mencionó algo de "rubio naranjo"─hizo comillas con los dedos, encontrando el apodo de lo más peculiar.

Arataka sopesó la información, sabiendo que nunca nadie le asociaría con esas dos ridículas palabras, misma razón por la que dudó en prestarle verdadera atención a quien sea que estuviera allí fuera. Además, el reloj seguía sin marcar las seis, por lo cual abandonar su puesto con anticipación podría acarrear rumores que llegarían con una velocidad impresionante a oídos de su jefe, siendo con toda seguridad el motivo perfecto para cuestionar su desempeño y dejarle mal visto a ojos del resto de convenios.

Por ello acabó encogiéndose de hombros, disponiéndose a agradecerle por tomarse la molestia, sin embargo cualquiera de sus próximas intenciones quedaron en prácticamente nada al oírle añadir:

─Confieso que me pareció extraño ver a un joven preguntando por ti, portando un saco de vestir bajo el brazo... ─la mujer no se percató de en qué momento su compañero voló de la silla, apresurado como si no hubiese un mañana por llegar a la bendita puerta, viéndole cerrarla luego de un portazo a sus espaldas.

Y es que Reigen no necesitó pensárselo dos veces para cruzar por el umbral, teniéndolo todo mucho más que claro al escuchar lo de "un joven", con diversos recuerdos empujándole a ir irremediablemente a su encuentro. Entonces, y materializándose como un golpe de realidad en su campo de visión, volvió a tener a ese niñato insolente y descarado plantándole cara con algo cercano a la ira, pudiendo figurarlo al igual que ese día, aunque el lugar en el que ahora mismo estaban no fuera el más apropiado.

Sus ojos no tardaron en visualizarlo a unos pocos metros de distancia, inspeccionando a su alrededor con una expresión no tan... amigable. De hecho, ésta pareció ir incluso a peor en cuanto sus miradas se encontraron, con un déjà vu recíproco que les dejó pasmados por un momento; sin embargo, los segundos de paz fueron sólo eso: segundos, puesto que algo impactando directo contra su cara le dejó en claro que la hostilidad de ese día había regresado, y puede que con creces.

Encrucijada De Un Corazón Roto | ReiMobDonde viven las historias. Descúbrelo ahora