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A la mañana siguiente, despertar resultó ser un auténtico tormento. La pesadez en sus párpados le impedía recuperar la noción de todo a su alrededor, dejándole a medio camino de un buen sueño; sin embargo, el cantar de los pájaros y el sonido de una ciudad más que despierta acabó por hacerle abandonar a cuestas la idea de seguir durmiendo, frotándose los ojos con cierta obstinación.

La habitación se encontraba medianamente a oscuras, puesto que algunos rayos de sol se colaban tímidos por entre las cortinas, anunciando que el clima no sería compatible con su porquería de mal humor. No obstante, y antes de empezar a maldecir internamente a todo en lo que sus ojos pusieran atención, Shigeo se percató de una pesadez inusual en el cuerpo, como si hubiera corrido en una maratón o hubiera hecho pesas con regularidad; confuso puso los pies sobre el suelo alfombrado, levantándose con el afán de ir al baño y descubriendo un poco más alarmado esta vez un dolor incómodo concentrándose en sus partes bajas, obligándole a sentarse una vez más.

Fue allí que un extraño presentimiento se instaló en su pecho, desordenando sus ideas y sabiendo que de alguna u otra forma tenía que hallarle algún tipo de explicación, fallando en el intento de creer que era un dolor casual como cualquier otro, generado por una mala posición. Cerró los ojos, intentando hacer memoria del día de ayer, cayéndole como balde de agua fría el recuerdo de su ruptura con su ahora ex novia y de la razón por la que todo se fue a la mierda... y, pese a eso, sabía que existía algo más.

Shigeo hizo el amago de levantarse otra vez, consiguiéndolo con un cuidado que ahora mismo le exasperaba, dirigiéndose todavía intentando memorizar hacia la puerta. Sin embargo, sus pies chocaron con una prenda de ropa tirada en el suelo, desviando su atención hacia ella y sintiendo cómo los recuerdos de un desconocido hablándole en el baño de un bar le caían como toneladas de concreto sobre la cabeza, dejándole pasmado en su lugar por unos segundos.

Sus manos casi por inercia recogieron la prenda en cuestión, inspeccionándola y descubriendo que era un saco de vestir, de esos que los adultos suelen usar para ir a trabajar y lucir presentables a la vez. El impulso de llevarlo hasta su rostro fue más rápido que sus ganas de arrojarlo por la ventana, con un aroma para nada familiar alterándole los sentidos y confirmando que en definitiva aquello fue real.

Su cuerpo experimentó un leve estremecimiento, alejando la prenda y teniendo la precavida audacia de esconderla dentro del armario, ignorando cierto detalle en el proceso. Después, y con algo de prisa, pudo llegar finalmente al baño y encerrarse allí, colocándose frente al espejo y sacándose la camiseta con algo de urgencia, tirándola al suelo al ver algunas marcas repartidas alrededor de su cuello, llegando hasta un poco más abajo de su clavícula.

Un tic nervioso se apoderó de su ojo derecho, aproximándose más de lo necesario al espejo y comprobando que en efecto, habían algunas marcas que se notaban más que otras, comenzando a entrar considerablemente en pánico. Era evidente que quien sea que las notara, se daría cuenta de que estaban hechas por un hombre, ya que de ser una mujer, no serían tan... escandalosas; las que yacían más abajo se podrían esconder, pero las del cuello... iban a complicarle todavía más la vida al tener que ocultarlas con una jodida bufanda en pleno verano.

Posteriormente, apartó la vista de su reflejo para apoyarse con inquietud sobre el lavabo, cerrando los ojos y trayendo esta vez y más nítidamente de regreso los sucesos de la noche anterior. El estremecimiento de antes parece volver con mayor intensidad al recrear el toque de ese extraño en cada parte de su cuerpo, como si se hubiera encargado de no dejar ninguna zona sin explorar; luego, y ladeando inconscientemente la cabeza hacia un lado, resiente la suavidad de esos labios recorriendo cada centímetro de piel, mientras le sostiene contra su pecho enviándole escalofríos que parecen concentrarse en una sola parte de su cuerpo.

Encrucijada De Un Corazón Roto | ReiMobDonde viven las historias. Descúbrelo ahora