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Si había algo que Shigeo agradecía de esos sitios en ese preciso momento, era el barullo y la algarabía concentrándose a su alrededor, logrando sobreponerse de algún modo al ruido ensordecedor dentro de su cabeza. Y es que había gente bailando, conversando o experimentando diversos tipos de alucinaciones hacia dónde quiera que mirara, sin poder evitar formular una mueca repleta de desagrado.

En el fondo, su lado más roto y egoísta deseó con todas sus fuerzas que él no fuera el único con el corazón hecho pedazos, de modo que así no se sentiría tan miserablemente solo, resintiendo desde ya cada uno de esos días que ahora bien sabe, jamás van a volver.

─Kageyama!─una voz resonando a su derecha impidió que su campo de visión siguiera nublándose, tratando de parpadear para conseguir al menos disimular─. No te alejes demasiado, en estos lugares es fácil perderse.

─Cómo te fue con el guardia? pudiste convencerlo?─el nombrado ignoró adrede su aparente advertencia, prefiriendo observar distraídamente por sobre su hombro.

─Sí. La voluntad de un hombre siempre se puede doblegar con unos cuantos billetes.

Shigeo no pudo reprimir una tenue sonrisa ante ello, encontrándole gracia hasta cierto punto. Era bien sabido que una de sus mejores amigas -mejor conocida como Ichi Mezato- tenía la suficiente labia como para convencer a la más dura y terca de las personas, empleando un aprendido y pulido uso de la palabra; y es que él mismo era la prueba irrefutable de ello, viéndose arrastrado hasta allí en uno de los peores días de su vida.

─Aprovechemos que la barra no está atestada de gente para pedir algo─ni siquiera tuvo chance a refutar, puesto que la chica lo agarró del antebrazo para conducirlo a rastras hasta allí. Una vez ubicados en los asientos más próximos, Mezato se encargó de ordenar por ambos, consciente de que ya era demasiado tarde para oponerse a ingerir una sola gota de alcohol─. Pedí algo suave para ti, de acuerdo? de lo contrario se te puede subir, y ahora mismo...

Shigeo habría querido seguir prestándole atención, mas su vista se enfocó en aquella cámara que su amiga siempre traía colgada al cuello, habiéndose balanceado en cuanto volteó en su dirección. Automáticamente, los sucesos de hace tan solo unas horas atrás le golpearon de lleno, suponiéndole una avalancha de sensaciones profundamente desoladoras.

Mezato pidiéndole con urgencia que hablaran. Las llamadas sin responder de Takane. El mundo que hasta entonces conocía deteniéndose y derrumbándose apenas su visión recayó en ciertas fotos tomadas hace... ¿minutos? ¿días? en ese instante ni siquiera tuvo ganas de averiguarlo. Lo único en lo que pudo concentrarse, fue en la prueba estática e inconfundible entre sus manos, sin poder controlarse al momento de arrugar el frágil papel bajo sus dedos.

Sabía que la chica le estaba hablando, probablemente suplicándole que no hiciera nada estúpido, pero... ¿cómo no hacerlo? cómo permanecer en silencio al descubrir de la peor manera posible que sus sentimientos habían estado siendo traicionados de una forma imposiblemente más insultante y asquerosa, consiguiendo luchar a cuestas con las emociones que en ese entonces le estaban embargando.

Darse cuenta de que llevaba siendo engañado a saber durante cuánto tiempo no era para menos, sin poder compararlo a nada que haya sentido antes; y él, que había entregado todo de sí en bandeja de plata confiando en esa otra persona...

Mentiría si dijera que en esas circunstancias, no creyó ver todo negro a su alrededor. Que no sintió las ganas de gritar y de llorar como si no hubiera un mañana, dándole luz verde a esa rabia propia de quien sabe le han visto la cara de un auténtico imbécil.

A partir de allí, sus recuerdos son extrañamente difusos, por lo cual no sabe en qué momento pudo ponerse finalmente en contacto con Tsubomi ni de cuándo la tuvo después de varios intentos enfrente suyo, exigiéndole explicaciones e ignorando como puede los estragos que dicha traición continúan dejando en su interior; mucho menos supo en qué momento comenzó a alejarse, con la voz de su hasta entonces novia llamándole a la distancia, cayendo luego dolorosamente en cuenta de que ni hiciera hacía el amago de seguirlo, como si... hubiera estado esperando aquella situación para por fin deshacerse de su molesta presencia.

Encrucijada De Un Corazón Roto | ReiMobDonde viven las historias. Descúbrelo ahora