Encrucijada De Un Corazón Roto | ReiMob

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Shigeo procuró con ímpetu acomodarse lo suficientemente bien el cuello de la camisa poco después de llegar al trabajo, dándose cuenta de que la corbata servía de ajuste para evitar exponer más piel de la necesaria al público, ignorando a su vez la impresión de sí mismo que muy seguramente estaría dando.

Y es que Inugawa había salido hace no más de dos minutos para colocarse su uniforme, encontrándole en una peculiar batalla con dicha corbata, habiéndole mirado de una forma cuanto menos extraña, ambos conscientes de que parecía estar haciendo otra cosa muy distinta a simple vista. Agradeció que por lo menos no comentara o preguntara nada al respecto.

Una vez listo, y poniendo su mejor cara de "la vida es bella", se dirigió hacia la sala principal, topándose con el resto de sus compañeros y viéndoles ordenar y limpiar las mesas, acomodando luego los manteles y ciertos objetos de uso público para no dejarle un aspecto tristemente vacío.

─Por cierto, Shigeo─Inugawa se ganó a su lado, desviándose momentáneamente de sus labores─, parece que el jefe decidió ponerte una nueva competencia.

Confuso y tardando en digerir la información, el aludido entreabrió los labios para exigir más detalles sobre ello, sin embargo la respuesta llegó en cuanto la silueta de su jefe acompañado de alguien un poco más bajo en estatura se aparecieron por el pasillo que daba directo a su oficina, siendo consciente de que en ese instante no era el único observando atento en esa dirección.

─Será un placer tenerte en nuestro equipo, muchacho─escuchó desde su punto, siguiendo cada paso del joven que se despedía y se aproximaba sin establecer contacto visual con nadie hacia la salida, rescatando tan solo características superficiales de su aspecto─. Mañana tendremos a un nuevo integrante en el restaurante. Decidí ubicarlo en el mismo puesto que nuestro querido compañero, Shigeo─no se cortó al momento de otorgarle una sonrisita socarrona, sabiendo lo mucho que le jodería─ así que, en teoría, podremos ver quién de los dos lo hace mejor.

Y, tras desearles a todos un buen día y que en caso de cualquier percance acudieran directamente a él, cuyo individuo estaba por encima de todos ellos se retiró hacia su despacho, dejándoles con la espina cruzada y a cierto azabache deseando fervientemente darle con una silla en toda la cara.

Probablemente Inugawa era el que más no podía dar crédito a la situación, puesto que su comentario había sido lanzado al aire e incluso como una broma de mal gusto. Por el rabillo del ojo observó a Shigeo tomar inspiraciones profundas, ajustarse el mandil oscuro obligatorio a la cintura y seguir trabajando con la premisa de que sí, realmente iba a tener competencia.

A partir de allí, el día pasó excesivamente lento, aunque no podría decir lo mismo de la clientela, queriendo atribuirlo a que era día de semana y no toda la gente se inclinaba demasiado por comer fuera. Sin embargo era mejor para él, pudiendo conversar con su compañero más cercano cuando no eran solicitados y poder disfrutar de esa paz temporal antes de que la tormenta próxima a llegar arreciara sobre él.

Lástima que no le durara demasiado.

Pasadas las cuatro un nuevo cliente apareció, ubicándose sonriente en una de las mesas y destilando una calma imposiblemente más exasperante para el único que la conociera. Ya que, claro, a Shigeo le tomó menos tiempo de lo que le hubiera gustado reconocer su silueta bajo el umbral de la puerta, con su corazón acelerándose de una manera desastrosamente amarga.

Y es que si no supiera ya de antemano su verdadero propósito de estar allí, le habría pedido a alguien más que la atendiera, estando mucho más que feliz de que algunos de sus compañeros tuviera que aguantarla en su lugar. Por desgracia, y manteniendo a raya el asco que le producía tenerla de nueva cuenta en su espacio, abandonó su puesto a un lado del mostrador y se encaminó a su encuentro, sin ninguna prisa y deseando que el momento jamás llegara.