Prólogo

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La misma noche en la que Hunter despertó producto de aquel sueño extraño y los gritos de sus padres, en un pequeño departamento ubicado en el centro de París, Francia, Amity Blight despertaba también de forma brusca debido a una pesadilla.

En medio de la oscuridad tomó aire, tratando de recordar la pesadilla que sacudió sus sueños pero no pudo rememorar lo ocurrido con tanta facilidad.

Entonces, escuchó el llanto viniendo de otra habitación.

La persona a su lado se removió con un quejido.

-¿Mity? -preguntó Barcus con tono somnoliento. ¿Puedes ir tú, por favor?

Amity miró al alfa con una mueca de fastidio.

-Eres un dolor en el culo -respondió, pero aun así se puso de pie, buscando su bata-, mañana tendrás que hacer tú el desayuno.

Oyó la risa ahogada de Barcus a lo que contestó con un bufido, saliendo del cuarto a oscuras para ingresar a la pequeña habitación donde un bebé de tres años estaba llorando.

-¿Tin?-preguntó con tono dulce-, ¿qué ha pasado, precioso?

Lo tomó en brazos y el bebé comenzó a sollozar suavemente, calmándose de a poco gracias a las feromonas maternas que Amity estaba soltando.

Tin le miró con ojos llenos de lágrimas.

-Pesadila.

Amity sintió que algo se rompía cuando un viejo recuerdo volvió a su mente, un recuerdo que había ahogado para hacer sus días más manejables, más fáciles de llevar.

De pronto, el cabello castaño de Tin se volvió rubio, sus mejillas parecían más rellenitas, y le sonreía con sus ojitos cerrados, mostrando todos sus dientes. De pronto, no estaba sosteniendo a Tin, sino a Hunter.

A su Hunter.

Sus manos temblaron, pero se obligó a mantener el control.

-¿Con qué soñaste? -preguntó sonriéndole.

-Con el come-pelo -sollozó Tin.

Amity sacudió su cabeza, caminando de vuelta al cuarto mientras le acariciaba el cabello prometiéndole que no había ningún come-pelo en el pasillo, y Barcus soltó un nuevo quejido cuando la omega acostó al bebé a su lado.

Tin no dudó en apegarse a su papá y, por supuesto, Barcus respondió al abrazo en señal protectora.

Sintió como otro recuerdo parecía golpearla con fuerza: ella acostada en una cama, suspirando mientras pequeños besos mariposas eran repartidos por todo su cuello, y Hunter a su lado estaba durmiendo.

Casi podía sentir los labios de ella sobre su marca, besando, lamiendo, chupando.

Se obligó una vez más a mantener el control.

Su marca ardió e hizo una mueca por el dolor.

A pesar de los ya casi catorce años que llevaba sin ella a su lado, Amity seguía sintiendo ese leve dolor que indicaba la necesidad de su omega.

Pero Amity había aprendido a lo largo de los años que tenía razón: su omega estaba encaprichada y no necesitaba de un alfa a su lado.

-¿No volverás a dormir, Mity? -preguntó Barcus en tono ronco al verla pasear por el cuarto.

-No-respondió distraída, escribiré una carta.

Hubo un pequeño silencio mientras sacaba lo necesario, y se sobresaltó cuando de pronto el cálido aliento de Barcus golpeó su cuello.

Destino [Lumity Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora