CAPÍTULO 4

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Luhan.

—¿Te conseguiste un nuevo novio? —pregunta mi hermano.

Abro los ojos. Mi instinto es hacerle daño pero solo consigo pellizcar su brazo.

—¿Qué? ¡Vamos! Sólo bromeo. No tienes que ponerte así. Entiendo estas cosas. Es normal que los jefes estén con sus secretarias, bueno, secretario.

Su tono jocoso me da urticaria. Él es desesperante y quiero quitarle la cabeza para que cierre la boca de una vez.

—Sólo deja de decir eso; te van a escuchar y luego empezarán los chismes. Ya sabes cómo son todos aquí.

—¿Qué tiene? No pasa nada. Sales con el jefe, eso es pod...—mis manos tapan su boca.

—Lo que vistes sólo fue...

Lo pienso. No puedo conseguir la excusa perfecta. ¿Qué ha pasado? Él se fue sobre mí y yo reaccioné como jamás pensé que lo haría.

—Eso te hace ver peor, hermanito. Te hace ver como un aprovechador del pobre hombre.

—¿Eres mi hermano o mi enemigo? Ya bastante mal me siento. Y lo peor. Él me odia, tienes que haber visto como me gritó delante de la Madame.

—Siempre te grita —se encoje de hombros.

—No lo entiendes. Podía sentir un aire de venganza.

Le doy un vistazo a mi reloj. Mi cuerpo entra en tensión. Tengo ganas de correr y gritar. Apenas son las 2 de la tarde. Quiero irme rápido de la oficina y no pasar más tiempo en el trabajo, pero justo ahorita tengo que acompañar al señor Oh a una junta y tomar nota.

Subo a la oficina por mi laptop. Me doy prisa. Llego a la sala de juntas y me encuentro con que soy el primero, eso es un alivio y me permite asegurarme de que todos los papeles estén en su sitio. También me aseguro que las diapositivas sean las correctas y que los aperitivos estén donde deben estar y solo me siento a esperar mientras me quedo maravillado por la hermosa vista al océano.

El mar azul es un respiro en medio de todo lo que me asfixia. Poco a poco empieza a llenarse la sala con personas importantes. Mujeres de vestidos extravagantes y hombres con trajes elegantes empiezan a tomar los asientos que les indico hasta que al fin llega el señor Oh y toma asiento.

Yo me aparto, trato de mantenerme alejado para observar y transcribir.

—¿Qué hace? —pregunta con su acostumbrado mal humor.

—Voy a mi lugar —apunto con mi dedo a las sillas solitarias.

—No. Usted se queda justo aquí —golpea la silla negra a su lado.

—Pero ahí va el Señor Lee.

—No. Él no viene y lo necesito ahí ¿tengo que darle más explicaciones?

Es obvio que la mayoría siente pena por mí. Al resto le divierte mi pequeña humillación pública.

Pálido, tembloroso le obedezco en completo silencio y repito mi mantra:

"Necesito el trabajo, necesito el trabajo".

La reunión comienza. El señor Oh da unas palabras y permite que cada especialista en los departamentos muestre sus trabajos uno a uno. La luz de la habitación se apaga. Ahora se reproduce un conjunto de imágenes de lo que será la campaña de publicidad.

Enciendo la grabadora de mi teléfono. Necesito grabar todo lo que dicen para escribirlo y porque sé que Yuxuan luego me pedirá que le cuente con lujo de detalle lo que han dicho sobre su trabajo.

Atracción inesperada. (HUNHAN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora