Capítulo 11 : ¿Puede que ya no importe?

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Luca es... Wow, es un niño impresionante, lleno de energía y risas y amor para dar a todos. Pero no fue así desde el inicio. Llegar a mañanas risueñas donde se burla de sus padres, a días de entrenamiento con la manada y tardes lluviosas acurrucado con su familia, viendo una película fue un camino duro, llena de errores, dolor, lagrimas y frustración. Pero cuando Stiles ve la sonrisa que tiene su cachorro, sabe que todo eso valió la pena.

El trauma que sufrieron, el abandono, el dolor lo llevaron a ser un niño asustado, rencoso y sospechoso. No dejaba que nadie lo toque, más que Stiles, e incluso él tenía límites y malos días donde la magia del niño arremetía.

Reaccionaba ante el mínimo movimiento, era un maestro escondiéndose y usaba cada pequeño truco de magia para mantenerse a salvo. Escondía todo lo que le daba miedo, se negaba a comer nada antes que alguien más probara su comida por temor a ser drogado – ¿y no fue esa una daga justo en sus corazones? -, no hablaba con nadie y se atrincheraba en las habitaciones.

También lloró la primera vez que le sirvieron comida después de que fuera salvado, porque no había comido nada en días, lloró cuando se dio un largo baño caliente con burbujas y juguetes, cuando le pusieron ropa cómoda, suave y enorme que hacía que se sintiera cálido y seguro, lloró cuando le dieron todas las mantas y almohadas suaves para que estuvieran cómodos en la esquina de la habitación, porque se negaba a usar la cama.

Lloró desconsoladamente la primera navidad que pasaron juntos, cuando toda la manada le dio regalos y casi fue una montaña absoluta – era demasiado, ya que sus padres nunca le dieron nada, no lo amaban - porque los lobos no conocen la moderación. Lloró cada vez que Stiles, Peter o ambos lo acompañaban después de una pesadilla, con abrazos, películas, chocolate caliente o cualquier comida que quisiera e infinita paciencia y amabilidad, dejando de lado su propio cansancio y frustración.

Lloró cuando fue por primera vez de compras y le dejó desechar todo lo que quisiera, a pesar de que escogía las cosas más caras y absurdas a propósito – no quería ilusionarse con esta manada, quería que lo abandonaran antes de que el los amara, así que hizo todo lo posible para que lo odiaran, aun cuando eso lo destruía por dentro, su pequeño corazón infantil y absurdo añorando ser parte de su familia . - Pero, como todo niño que creía que estaba engañando a los adultos, no vio como Peter y Stiles lo leían como un libro abierto.

Cuando despertó la mañana de su cumpleaños, 8 meses después de ser rescatado, tenía un montón de animales de peluche a su alrededor, la mayoría lobos, pero también conejos y zorros, pequeños peces y su favorito absoluto, un enorme, amarillo, brillante y bonito pollito.

Salió de su habitación con cautela, no podía escuchar nada, bajo las escaleras con cuidado, esperando que algo malo pasara, pero se quedo quieto, el aire abandonando sus pulmones cuando vio la sala. Estaba cubierta de colchones, mantas y almohadas. Había un... ¿eso era un pequeño castillo inflable en la esquina? Había montones de comida, golosinas, bebidas, y regalos.

Luca miro todo, sintio las lagrimas correr por sus mejillas y vio a sus tutores, los lobos que lo habian salvado y adoptado. Estaban ahí, al pie de las escaleras, conectando una cálida y amable sonrisa. Stiles abrió los brazos y Luca... salto, abrazo a su padre y lloró.

Lloró y agradeció y dijo cuanto los amaba y pidió perdón por ser una molestia y rogo que no lo abandonaran, que los amaba, que estaría eternamente agradecido con ellos por haberlo salvado. Stiles y Peter se envolvieron a su alrededor, murmurando palabras de aliento y amor y confort.

Después, Luca tuvo el mejor cumpleaños de su vida, rodeado de su manada, su familia.

El concepto del Hogar y la búsqueda del mismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora