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Jungkook odiaba verse sometido a la presión de seguir los planos de alguien más. A decir verdad nunca fue su estilo, pero ahora no sólo su simple y patética vida estaba en juego sino también la de su compañero de piso del cual estuvo un poco sorprendido por su mención en la conversación con el ladrón profesional.

¿Cómo diablos le llamó?

Hacker de sombras.

Había escuchado ese nombre infinidad de veces en misiones anteriores, pero nunca tuvo la dicha de conocer a un hombre tan importante que con un solo clic movía la economía de una nación entera. Vaya su simple mención aterraba a muchos de sus clientes.

A él no le hacían ni cosquillas pero le causa intriga descifrar como se vería aquel hombre detrás del CPU. Se imagino a un tipo canoso, con barba de hippie y chorrocientos años encima. También logrará obtener la visión de un tipo obeso resentido con la sociedad por haber terminado con su esposa y quedar desempleado después de años en un empleo miserable.

Imagina muchos escenarios. Todos excepto el Real.

Joder, su bonito Seokjin hacia temblar a muchos y los tenía de rodillas en el suelo pidiendo clemencia por sus Vidas. Mientras que el...

Él quería poner a Seokjin de rodillas por su polla.

El sonido de una tos falsa sacó de su ensoñación al matón que se halló cruzado de brazos con los ojos cerrados, a su lado el pelinegro delgaducho parecía nervioso. No todos los días tuvieron un encuentro de este tipo con sus clientes ya dicen verdad, nunca lo habían tenido.

Ser llevado por su propia voluntad era una forma amistosa de decir que si no se presentaba para ese encuentro, su vida podría acabarse ahora que sabían su ubicación y verdadero rostro. Sin duda esto era un asco.

Suspiró dejándose caer en la hermosa y escalofriante oficina de un hombre al que no conocía.

— Deja de mover tu pie, solo harás que me irrite y consiga cortarte la garganta, querido –habría resoplado con molestia en alguna otra ocasión.

Justo ahora, sólo le llevó a dejar su pie quieto y meter su índice derecho para destrozar su uña.

Diablos cómo odiaba en momentos como este trabajar para los malos. Jungkook a su lado le atento miró el movimiento que hacía con sus labios y su dedo. suspiró.

Sólo faltaba que lamiera sus...

Oh diablos, lo hizo.

La creciente erección de sus pantalones era una perra maliciosa que se hacía presente en los peores casos. Pero el tampoco le dio importancia, es decir, no todos los días es secuestrado junto a su compañero de piso por un potencial asesino de rango desconocido que les quería a ambos trabajando juntos.

La idea le estaba poniendo en gran manera y él no era un tipo raro. Más bien, sólo quería joder a Jin desde que le vio.

Un cálido aliento se colo por su oreja sin prestarle atención por lo sumido que estaba en su nerviosismo, no fue hasta que la risilla ronca le causó escalofríos por toda la columna que se dio cuenta de la cercanía de Jungkook para con él.

—¿Qué diablos te pasa bastado pevertido? –le miró sonreír aún más. Odiaba que le brillaran los ojos de esa manera. No presagiaba nada bueno– ¿Qué?

—Pensé en lo adorable que luces teniendo miedo...

—¡No tengo miedo, idota petulante!

—... y en ti metiendo cosas a tu boca. ¿Quieres meter algo mio dentro, dulce?

Seokjin rodó los ojos teniendo en su rostro una mirada fastidiada. Bingo , diseñado por Jungkook.

—No quiero absolutamente nada de ti. Estoy bastante bien donde estoy, gracias –espero por mas habladurías del pelinegro pero solo consiguió una sensación de incómodad quemandole el rostro– Por el amor de Dios, ¿puedes dejar de mirarme?

tomador de sombras; ggukjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora