˖♡; Dos.

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El carruaje se detuvo.

Mew se bajó de inmediato y observó la casa.—la misma casa donde Gulf y su tía Melanie vivían hasta que está se marchó y lo dejo a cargo de ella—La acogedora casa ahora estaba más agrandada y en mejores condiciones que antes. Pintada de un bonito color azul cielo. Se podía vislumbrar un hermoso jardín bien cuidado y lleno de muchas flores exóticas. Mew dedujo que los grandes cambios en la propiedad se debían a Amelia; la difunda omega.

Mew por un momento se maravillo por la calidez visual de la casa. Una casa donde pasó la mayor parte de su infancia y adolescencia. Una nostalgia y anhelo lo envolvió. Su corazón revoloteo y una sonrisa triste y pequeña cruzo sus labios.

A pesar de estar aquí de nuevo después de tantos años la sensación no fue como la imaginó. Cuando se imaginaba volviendo a su pueblo esperaba ser recibido por Gulf y que esté lo envolviera en un fuerte abrazo. Después hablarían de sus vidas y este le comentaría lo feliz que era con su esposa. Hasta se imaginó encontrarlo con muchos hijos que se parecieran a él y tuvieran sus hermosos ojos almendras.

Pero ahora que volvía nada de eso estaba pasando. El silencio era torturante y ningún alegre Gulf salió a recibirlo.

Su corazón se apretó en su pecho y sus manos temblaron. Detrás de esa puerta de madera se encontraba su amigo al borde la muerte a causa de un lazo roto, un lazo que se podía deshacer, pero al que tercamente su amigo se aferraba.

El carruaje inicio su marcha dejándolo por fin solo. Mew tomó su maleta y se encaminó por el caminito de piedras hacía la inminente puerta. Tocó tres veces y no escucho ruido alguno hasta que después de unos segundos escucho el leve sonido de unos pasos.

La puerta fue abierta y lo recibió un beta de cabellos oscuros, sonrisa suave y mirada risueña. Mew podía deducir que era el médico que la hermana de Amelia nombraba en la carta. Mew hizo una reverencia y el doctor le hizo un asentimiento y lo instó a pasar.

—Es una alegría tenerlo aquí. Lili me habló de que un amigo muy cercano a Gulf vendría a cuidarlo—dijo el doctor con una gran sonrisa y se presentó—Es un placer conocerlo. Me llamo War, el doctor fijo de Amelia y Gulf desde hace dos años.

—El gusto es todo mío, doctor War. Me llamo Mew Suppasit—tendió su mano y War la tomó. Hubo un leve apretón y ambos se sonrieron.

War subió las escaleras de madera y Mew lo siguió.

—La señorita Lili acompañó a Gulf dos días, pero hoy se tuvo que marchar. Me preocupe mucho porque Gulf no podía quedarse solo, pero ella me informó que vendría un amigo muy cercano a Gulf y lo cuidaría. ¿Eres muy cercano a él? Nunca te había visto antes.

—Soy su mejor amigo—aclaró con una suave sonrisa—Tenía cuatro años que no venía a el pueblo y me tardé mucho tiempo en venir a visitarlo, pero aquí estoy y no me iré. ¿Cómo se encuentra ahora, doctor?

War se detuvo en el pasillo y miró a Mew con tristeza.

—Cada día empeora más y más. El pobre esta sufriendo demasiado. Aún no entiendo porque sigue insistiendo en no cortar el lazo... Pero, Mew, lamento informarle que a su amigo ya no le queda mucho tiempo de vida.

El corazón de Mew se aceleró lleno de pánico y su mano se movió de inmediato hacia el collar. Saber que a su amigo no le quedaba mucho tiempo de vida lo estaba destruyendo.

Quería gritar y desgarrar su garganta. Se sentía tan miserable.

Apretó el collar con mucha fuerza, como si este fuera un ancla contra la marea feroz y destructiva. Necesitaba ser fuerte. Él arreglaría esto y Gulf viviría, sería feliz de nuevo y tendría la oportunidad de volver amar.

—Voy a intentar hacerlo entrar en razón. Se lo prometo doctor.

War lo observó con compasión y le apretó el hombro.

—Algo me dice que lo lograrás—animó y retrocedió unos pasos—Estoy por irme a casa, pero antes dejaré que hables con él y después te daré algunas instrucciones que debes seguir por si se le presenta algún malestar.

Mew asintió.

—De acuerdo, muchas gracias.

Se acercó a la puerta y con suavidad giró la manilla. Cuando la puerta se abrió Mew entró de inmediato y después la cerro para tener un poco de privacidad con Gulf.

Su corazón se aceleró demasiado al ver la figura dormida en la cama. Tantos años sin verlo y ahora que lo hacía lo veía tan desaliñado y demacrado. Su piel naturalmente morena estaba pálida y blanca y sus gruesos labios cerezas estaban muy agrietados y de un intenso color morado. Se veía tan diminuto y pequeño a pesar de su gran altura y contextura. La frágil imagen lo terminó de romper por completo y el dolor en su pecho lo acuchilló.

Apretó las manos lleno de impotencia. Comenzaba a sentirse culpable. Quizás si hubiera estado aquí su amigo no hubiera llegado a este estado tan crítico.

Dio un pasó, pero retrocedió otro, porque las ganas de llorar se estaban intensificando. Colocó su áspera mano contra sus labios. No pudo avanzar más, la imagen de Gulf tan enfermo lo desgarraba. Se sentía tan desolado, tan perdido. Su lobo aullaba herido.

Se quedó en una esquina de la habitación llorando como un niño mientras observaba a Gulf dormir. No sabe cuántos minutos estuvo detenido en esa esquina llorando pero al parecer sus sollozos lo delataron un poco ya que Gulf comenzó a moverse.

Aquellos ojos almendras parpadearon y después su mirada se quedó fija en él. Gulf parecía muy sorprendido por su presencia, como si nunca la hubiera esperado.

Mew se secó las lágrimas con el dorso de la mano y tomando valor se acercó a su enfermo amigo.

—¿Mew? ¿En serio eres tú?—preguntó y volvió a parpadear sin aún poder creerlo. Alzó su mano delgada y temblorosa pidiendo silenciosamente que Mew la tomará.

Mew tomó la mano y al instante entrelazó sus dedos acercando la pálida mano a sus labios y dándole un efímero beso.

—Sí Gulf, al fin he vuelto a casa.

Gulf poco a poco se le formó una pequeña sonrisa en su demacrado rostro.

✿; Mi alfa guerreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora