˖♡; Siete.

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La puerta sonó fuertemente. El estruendo hizo eco en la habitación.

Gulf tembló como un temeroso niño y se estremeció. Apretó su pecho con demasía y las lágrimas se deslizaron por sus mejillas como goteras. Cerro los ojos y se recostó en la cama sintiéndose aún más miserable.

Lo había arruinado. Había arruinado su amistad con Mew por su tonto enamoramiento.

Nunca tendría un final feliz. Nunca Mew lo amaría con la misma intensidad con la cuál Gulf lo amaba y eso dolía.

Saberlo agrietaba su corazón. La realidad era tan dolorosa y fúnebre. Su lobo lloriqueaba junto a él.

Trato de regular su respiración y calmarse. Alterarse no le serviría de nada. Ya el mal estaba hecho y ahora nada podría hacer para retractarse de lo que había confesado.

Cuando se durmió esa tarde pensó que se despertaría con un plan, con una gran mentira que pudiera decir que fuera creíble para no tener que confesar sus sentimientos, pero las emociones pudieron más y no pudo evitar soltar sus sentimientos confiscados por mucho tiempo en su pecho esperando salir hacia la luz; desesperados por arrastrarse sobre la superficie y exponerlo como un diminuto ciervo.

Pero cuando tuvo el valor de decir lo que sentía y sacó todos sus sentimientos su corazón se había estrellado contra una pared de concreto; tan dura y crueza. Mew no lo quería, Mew lo estaba rechazado y la verdad lo estaba matando. La verdad lo dañaba como si estuviera siendo apuñalado una y otra vez sin darle tiempo de detener las puñaladas ni el sangrado.

Se sentía tan mal. Sentía que lo poco que lo retenía a la vida se alejaba, se difuminaba y ahora sólo quedaba un camino borroso. Porque a pesar de tener a Mew a su lado y saber que este no lo dejaría en este grave estado de enfermedad, también sabía que Mew ya no lo trataría igual, que lo vería con lástima, que posiblemente ya no le daría cariño para no confundir a su enfermo corazón.

Quiso gritar, quiso dejar de sentir dolor, pero no podía, el dolor lo martillaba y le hacía dolor el pecho. Las ganas de toser querían volver pero trato inútilmente de calmarse y esperar a Mew.

Ahora sabía que no viviría. Ahora sabía que su destino era morir. Vivir en un mundo vacío sin su única felicidad que era Mew no tenía sentido y tampoco quería amarrarlo a su lado, no sería justo para el alfa. Si Mew se disculpaba por no sentir lo mismo y le proponía una amistad para que vivieran juntos solo como buenos amigos, y por más que sonara egoísta, Gulf no aceptaría tener a Mew a su lado como un amigo privandolo de su grupo de guerra, no era tan ruin.

Así que cuando este volviera Gulf le diría cuanto lo quería, le agradeceria por este haberlo cuidado en sus últimos días y le pediría que no se sintiera culpable por su muerte, porque no era su culpa.

El corazón obstinado de Gulf no le permitía quedarse en un mundo donde el amor de Mew nunca le sería dado. Prefería morir que ver a su amigo dejando todo por él para simplemente vivir ambos en el mismo techo como amigos, quitándole la posibilidad a Mew de unirse con una omega que pudiera llenarlo de cachorros sólo por el simple hecho de que Mew no quería lastimarlo.

Porque ahora que Mew sabía de sus sentimientos nunca lo lastimaria. Trataría de hacer lo mejor por su bienestar hasta privarse de amar a una omega. Y no quería ver la rabia, el repudio y el dolor de Mew de no poder hacer una familia por su culpa.

Porque albergar estos sentimientos desde un principio estuvo mal. Aunque su lobo le dijera que no era cierto y que amar a Mew era lo correcto, Gulf ya no sabía si lo era, quería acallar a su lobo.

Nunca fue prejuicioso. Nunca vio mal las relaciones entre alfas, pero había personas que aún no lo aceptaban y no lo veían bien. Y entre esas personas Mew era una de ellas. Para Mew, para su adorado mejor amigo, un alfa debía estar con una omega.

Y eso estrujaba su corazón porque el alfa que amaba nunca lo querría a su lado.

Gulf quería dejar de sentir. Quería haber embotellado sus sentimientos hace años, pero estos no se iban, no se callaban y nunca lo harían por más que lo intentará.

Y como le hubiera gustado olvidar por un momento la intensidad de este amor.

Pero era inútil, porque por extensos años lo intento y pensó que se habían ido; evaporandose lejos de él. Pero sólo le bastó ver a Mew de nuevo y estos resurgieron una insana necesidad. Y esa necesidad se hizo tan fuerte aturdiendolo. Su lobo al ver de nuevo a Mew se alegró y se llenó de vida aunque la debilidad surcara su cuerpo. La emoción avallasadora de sólo verlo y tenerlo cerca lo llenaba en oleadas.

Pero ahora todo se desmoronaba porque cuando Mew volviera lo miraría con lástima y Gulf no quería ver esa mirada. Esa mirada lo terminaría de matar, porque aunque Mew no lo amara haría hasta lo imposible para que no muriera y sino no lo lograba su amigo no sería el mismo.

Y Gulf no sabía qué hacer. No quería aceptar la lástima y la promesa de retener a Mew a su lado sin este amarlo, pero imaginar la culpa de dejar a Mew sólo con ese peso sobre los hombros de no haberlo salvado lo mortificaba. Él sólo quería que Mew fuera feliz, así no fuera con él.

Estaba tan cansado. Tan débil, tan roto.

Miles de escenarios centellaron en su mente. Mew volviendo y disculpándose por no quererlo. Mew evitando su habitación por esta noche al no saber cómo decirle que nunca lo vería de otro modo al de solo un amigo. Mew volviendo y aceptándolo.

Le gustaría pensar que el último escenario era el que se volvería realidad, pero lo sabía, su corazón lo sabía, posiblemente Mew no regresará a su habitación por esta noche ya que estaría embargandose en pensamientos en que le diría mañana para no herirlo tanto.

Porque Mew era así. Noble, dulce, justo, pensando en los demás antes que en si mismo. Nunca lo lastimaria a propósito. Si fuera por él lo protegería de todo hasta del sufrimiento al ser rechazado por él y su lobo.

Gulf secó sus lágrimas y su mirada desolada se dirigió hacia la bonita noche estrellada. Se puso a ver fijamente el bonito cielo azul oscuro y sus luminosas estrellas. No apartó la mirada y contó las estrellas para distraer su alma mortificada por el rechazo de su bonito alfa.

Y mientras más miraba las estrellas se dio cuenta que si llegaba a morir esperaba ser una estrella y iluminar cada noche estrellada de Mew. Del bonito alfa de cabello negro del cual no debió enamorarse, pero lo hizo y aunque dolía no sé arrepentía de haberse enamorado de él.

Amar a Mew era complejo y desalentador, pero a la vez lo llenaba como nada lo había llenado en la vida.

✿; Mi alfa guerreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora