Capítulo 9 - El mercado de Gliese III.

53 12 9
                                    

El Doctor caminaba con las manos en los bolsillos mirando con calma todo lo que había a su alrededor. El gran mercado se extendía más allá de donde alcanzaba la vista. Los cientos de puestos de comida, ropa, complementos, objetos para el hogar... abarcaban gran parte de la ciudad. Era conocido por necesitar una semana para verlo al completo siempre que no te entretengas mirando los productos que tenían en cada puesto. El ruido de gente anunciando sus productos se mezclaba con música que salía de algunos puestos, lo cual le daba un ambiente muy animado. Los olores de comida recién hecha, productos frescos, jabones e inciensos se mezclaban y hacían un aroma curioso que era agradable pero difícil de describir. El clima era cálido, típico de una tarde de primavera.

—Aquí está, el gran mercado de Gliese III, famoso por ser el más antiguo del universo, no es el más grande, pero si el que más variedad de comida hay...—Dijo mientras daba una vuelta sobre sí mismo.

Se quedó en silencio al darse cuenta que hablaba solo, dejó de caminar un momento y se frustró al recordar como el Master se había marchado tan repentinamente. 

Hacía tres días que se habían separado y el Doctor estuvo pensando en si ir directamente o dejar pasar la semana completa y así pensar las cosas con calma. En realidad el tiempo no era problema, podría viajar siglos y luego ir al día que habían quedado. De todos modos había decidido dejar pasar esos días, hablar con su amigo de una vez y ver hasta qué punto estaba cambiado y si merecía la pena darle una última oportunidad.

Continuó andando intentando no pensar en nada en concreto, solo disfrutar del lugar. De pronto se distrajo al mirar el cielo despejado tras las banderas de colores y lámparas de papel que colgaban entre los puestos, sonrió al ver tantos colores y durante unos segundos se sintió muy calmado y alegre. 

—¡Lárgate, no quiero verte por aquí!—Gritó un tendero.

El Doctor, un poco desconcertado, miró hacía donde provenía el grito y vió a un hombre de mediana edad dueño de un puesto de preciosas vasijas y jarrones gritando a una chica de unos 12 años.

—Pero señor, yo no...

—¡He dicho que te vayas, ladrona!

La chica, agachó la cabeza muy apenada y se marchó de allí corriendo con lágrimas en los ojos. Tan rápido iba la muchacha que no se dió cuenta de que se chocaba contra el Doctor. Este no tuvo tiempo de esquivar a la chica, pero si de cogerla al vuelo cuando al tropezar con él le hizo perder el equilibrio y casi caer al suelo.

—No era mi intención—dijo la chica muy preocupada—. Por favor, no me grite.

—Si tú no me gritas a mí...—Contestó él riendo

La chica se relajó un poco y sonrió levemente. Iba vestida con un bonito vestido de color verde oscuro, con mangas largas y falda casi hasta el suelo. Su pelo era castaño claro, recogido en una larga trenza que le caía por el hombro. 

—¿Qué te ocurre?

—Me están acusando de ladrona, pero ... ¡Pero yo no he sido, me confunden con otra persona!—Contestó la chica arreglándose un poco la falda—. Yo nunca le robaría a nadie.

—Tranquila, te creo.

La chica le miró con curiosidad y dijo:

—Me confunden con Handy, pero ella tampoco sería capaz... Aunque las pruebas son demasiadas ya, está haciendo cosas malas.

El Doctor la miró algo confuso y ella dijo:

—Me llamo Miha, Handy es mi hermana gemela... Ella...Bueno, da igual...

La chica empezó a llorar, caminó entre lágrimas hasta un pequeño parque cercano y se sentó en un banco. El Doctor la siguió y se sentó a su lado, ofreciéndole un vaso de chocolate caliente que compró en uno de los puestos.

The love of the doctorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora