- O9 -

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Pasaban de las 9, la noche se hizo presente en menos de lo que se había dado cuenta. Sus orbes esmeralda veían el paisaje frente a él, los autos que iban y venían de un lado a otro con la ilusión de llegar a casa y descansar, no iba a negar que él también era uno del montón, ansiaba con llegar a casa y ver a su persona favorita esperándolo y en parte deseaba que esta vez no le haya causado grandes problemas al nuevo niñero.

Cerró sus ojos y respiró hondo dejando caer todo su peso en el asiento del vehículo, pensar en el desastre que tendría que arreglar cuando llegue a casa le ponía un poco más de estrés en su día. Dejó salir el aire retenido, al abrir los ojos notó que el semáforo había cambiado a verde, puso el auto en marcha para poder llegar por fin a su hogar y terminar con su día.

— Adri, espero que te hayas portado bien. — Murmuró esperando que sus palabras fueran escuchadas por cualquier ente divino.

Solo esperaba que al llegar a casa el chico que había contratado siguiera al menos con la actitud que había conocido esa mañana.

Sí, tal vez tenía las expectativas demasiado altas.

Miraba con nervios y algo de miedo el picaporte de la puerta de su casa, tenía un debate interno que recién se había formado: ¿cómo reaccionaría un chico después de haber cuidado a un niño como su hijo?

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Miraba con nervios y algo de miedo el picaporte de la puerta de su casa, tenía un debate interno que recién se había formado: ¿cómo reaccionaría un chico después de haber cuidado a un niño como su hijo?

Si bien sabía que las chicas se iban enojadas y sintiéndose humilladas ¿cómo reaccionaría un chico? Esa era su duda, aunque había conocido al chico horas atrás no pudo conversar con él lo suficiente para saber en qué clase de manos había dejado a su querido hijo. Suspiró deseando que no haya pasado nada grave.

Insertó la llave en la cerradura, tomó el picaporte y abrió la puerta sin problema, al entrar a su casa lo primero que hizo fue dejar las llaves en su portallaves pegado a la pared. Caminó por el pasillo quitándose el chaleco de oficinista, mientras más se adentraba a su casa más desconcertado se sentía por el silencio que había en su hogar.

Normalmente escuchaba algunas quejas y reclamos de parte de las chicas que contrataba o en su lugar la TV encendida en un canal aleatorio, miro la sala esperando ver cualquier cosa pero no había nadie ahí, frunció el entrecejo sin saber el por qué la repentina tranquilidad de su hogar lo dejaba muy intranquilo, fue al sillón dejando su chaleco en el respaldo de este, se dirigió a la habitación de su hijo esperando que el niño estuviera ahí.

— Por favor que el bastardo que dejé entrar a mi casa no sea un pedófilo. — Suplicó internamente con el corazón a mil por hora.

Sentía como su respiración se iba entrecortando cada que se acercaba a la habitación de su niño, juraba que si encontraba a ese chico tocando indebidamente a su bebé lo mataría sin pensárselo dos veces.

— ¿Así esta bien? — Escuchó al estar cerca de la habitación, sus pasos se volvieron lentos intentando escuchar la conversación.

✎ Babysitter Wanted • [Spartor] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora