seven

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— Odio esto — su cara era de total desagrado y sus manos buscaban de una manera desesperada algo que cubriera su cuerpo.

Una hora atrás, Kuina había llegado hasta la nueva habitación de la chica, ya que tenía la idea de darle varias opciones de trajes de baño que ella aseguraba que se verían hermosos en Yoshida. Cosa que era cierto, pero no sabía sobre cierto miedo que Harumi tenía.

— Yoshida, te ves hermosa con ese traje — intentó detenerla, pues por más que Harumi buscara, no encontraría nada que le cubriera o al menos no ahí.

Segundos después, alguien tocó la puerta, obteniendo cómo respuesta un “Pase” de Kuina, ya que la dueña de la habitación ni siquiera había prestado atención al ruido. La puerta se abrió, dejando ver a un chico de cabello rubio cenizo, que cargaba consigo una sudadera color beige.

— Hola — hizo un ademán con su mano, saludando a los dos chicas que se encontraban en la habitación.

Yoshida al reconocer la voz, se detuvo en lo que hacía para luego mirar al chico que se encontraba parado frente la puerta de su habitación.

— Chishiya — habló un poco sorprendida por volverlo a ver.

— Yoshida, bienvenida — sonrió, para luego adentrarse a la habitación y entregarle lo que tenía entre sus manos —. Ten, sé que lo necesitarás.

Yoshida con un poco de nervios, aceptó el posible regalo del rubio. Después de observar la sudadera, hizo una reverencia agradeciendo por esto y se la puso lo más rápido que pudo. Aún cuando sus piernas quedaban al descubierto, cubrir su espalda, pechos y abdomen ya era suficiente para ella.

— No sabía que estarías aquí.

— Sí. Digamos que llevo cierto tiempo viviendo aquí — explicó, haciendo unas comillas con sus dedos al decir la palabra viviendo.

Chishiya desvió su vista por fin de la chica, observando la habitación. Sobre un mueble se encontraba un libro que parecía tener las hojas ya desgastadas, de las varias veces que Yoshida leía ese libro. Uno de los cajones del mueble que se encontraba al lado de la cama, estaba medio abierto, dejando ver varios botes de medicina, Harumi al notar la mirada de Chishiya ahí, se acercó para cerrarlo.

Un silencio un poco incómodo se hizo presente, por lo cual, Yoshida se obligó a si misma de romperlo.

— ¿Ustedes le creen al Sombrerero? — preguntó, para luego sentarse en el borde de la cama.

— ¿Sobre lo de qué solo una persona puede salir? — Kuina miró cómo asintió la chica, y luego dirigió su mirada hacía Chishiya.

— No creo eso. Si se reúnen todas las cartas, todos podremos volver al mundo real, eso es lo que creo — ocultó sus manos en los bolsillos que tenía su sudadera, mientras recargaba su espalda en una de las paredes de la habitación —. Aunque lo que hace el Sombrerero es inteligente, en cierto modo.

— Sí. Reunir tanta gente para lograr su objetivo y mantenerlos en orden no lo logra cualquiera — habló explicando lo poco que había notado del lugar.

— Excepto por los Paramilitares.

¿Paramilitares? — No conocía quienes eran, pero por el nombre se imaginaba lo que hacían.

— Sí, ellos están a cargo de todas las armas de aquí — mencionó, mirando de nuevo a la chica —. Yoshida, nunca te acerques a ellos, nunca — su rostro reflejaba preocupación —. Tanto tu rostro y cuerpo son lindos, no dudarán de ir tras de tí, Yoshida.

— Si los ves a lo lejos, da media vuelta y escondete — ordenó Chishiya, quien apesar de mantener su rostro sereno, dentro de él había preocupación.

Y por segunda vez en el día, se arrepentía de llegar a ese lugar. Sus manos comenzaron a temblar y el aire le faltaba, pero intentaba disimularlo lo mejor que podía. Tenía miedo, sí, miedo de volver a vivir lo mismo, miedo de pasar por lo que trataba de olvidar todos los días.

— Descuiden, tengo que ser demasiado estúpida para acercarme a alguien como ellos — habló ocultando el miedo que tenía, al igual que intentando invadir recuerdos del pasado.

Sus brazos y piernas estaban adoloridas y cansadas por todo el forcejeo que hacía. Las lágrimas salían cada vez más al sentir como aquellas manos recorrían todo su cuerpo, sentía asco y tenía miedo. Su pequeño cuerpo no podía contra aquél hombre, no podía apartarlo de ella.

— ¡Por favor! ¡Te lo ruego! ¡Déjame ir, por favor! — gritaba con desesperación. Gritaba con tanta fuerza esperando ser escuchada por alguien, esperando que en algún momento alguien llegara a dónde ella estaba para ser ayudada, pero por más que gritara, nadie llegaría a tiempo.

Estaba sola, nadie podía ayudarla.

Kuina suspiró un poco aliviada. Recordó la fuerza e inteligencia de la chica, su cuerpo se tranquilizó un poco al creer que ella estaría bien y que podría cuidarse sola.

— ¡Bien! — exclamó, mientras se levantaba de la cama de un brinco —. Tengo que hacer algo, nos vemos — tomó una bolsa llena de trajes de baño que había llevado para Yoshida y antes de que los otros dos se despidieran, salió de la habitación dejando la puerta cerrada.

— ¿Adiós? — mencionó confundida, pero soltó una risa por el repentino cambio de la chica.

Chishiya por primera vez escuchó la risa de su contraria y sonrió inconscientemente. Se acercó hacia la cama de la chica, dándole una mirada de si le daba permiso de sentarse, a lo cual Yoshida solo asintió.

— Me alegra haberte encontrado — soltó Chishiya sin pensar y al darse cuenta de lo que dijo, apretó sus manos dentro de su sudadera —. Me refiero a qué, eres inteligente y fuerte, no hay muchas personas que tienen las dos cosas.

Yoshida frunció su ceño por un momento al escuchar lo que dijo, pero trató de olvidarlo.

— Gracias, creo. Me sorprende haber llegado tan lejos, supongo que ya te diste cuenta, pero tengo un tipo shock cada que veo la muerte de alguien — su mirada se desvió, un tanto avergonzada de su condición.

— Kuina me contó del juego en el que se conocieron. Dijo que en ningún momento caiste al ver la muerte de los que te rodeaban — Chishiya mantenía su mirada fija en el techo, cómo si fuera lo más entretenido en el momento.

— En ese momento no lo hice, estaba más concentrada por seguir con vida y ayudar a Kuina — dió un suspiro pesado —. Pero al llegar a esta habitación y quedarme sola, caí al suelo mientras lloraba por todas aquellas personas a las que no pude ayudar.

— Lo creas o no, ese es un gran avance para tí — su mirada se dirigió a la chica y cruzaron miradas de nuevo —. Te preocupas por el bienestar de los demás, así que piénsalo así: Tienes un ataque a medio juego y provocas que te maten a tí y a tus compañeros. Incluso si sobrevives tú y no tus amigos, jamás podrías vivir con eso ¿Verdad?

Harumi se quedó en silencio, pensando en todo lo que había dicho el chico, tenía razón, ella sabía que tenía que empezar a mantenerse cuerda al menos mientras estaba dentro de los juegos. Sí moría, no le importaba, pero morir llevándose con ella la vida de las demás personas, era algo que realmente le daba miedo.

— Supongo que tienes razón — Yoshida lo miró y sonrió en su dirección, fingiendo que todo estaría bien apartir de ahí, creyendo que podría soportar todos sus traumas y no derrumbarse.

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Me andan fallando todas las imágenes, tal vez por el internet, así que se queda así por ahora.

Escribí este capítulo mientras jugaba Lotería con mi familia.


SCHIZOPHRENIA - alice in borderlandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora