Capítulo 1: El mejor

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2 de agosto de 1995

Limpió el sudor de su frente a través de la tela de los guantes que le acababa de regalar su papá, mirando el cielo despejado mientras se tomaba unos segundos para descansar, aprovechando que que el partido se había detenido unos segundos a causa de un niño del equipo contrario que reclamaba porque el árbitro le había marcado tarjeta roja.

Aquel momento de inactividad, también le permitió al pequeño portero voltear a las gradas y las rejas que dividían el campo de juego del exterior, localizando entre la multitud la mirada curiosa de un niño, el cual parecía observarlo con gran interés.

Luego de una discusión entre los chiquillos que conformaban ambos equipos, el partido se reanudó para seguir con lo que quedaba del segundo tiempo.

Aquel era un buen día para Guillermo desde su posición como guardametas, pues se había llevado los aplausos del público luego de detener varios goles, recibiendo comentarios de sus propios compañeros que halagaban sus reflejos y habilidad para defender la cancha.

Faltando sólo dos minutos para concluir el partido, el niño de cabellos ensortijados y piel ligeramente bronceada, volvió a sorprender al público al atajar un tiro de uno de los contrarios que parecía casi imposible de detener.

El silbatazo por parte del árbitro marcó el fin del partido, otorgándole la victoria al equipo local de Guillermo con un marcador '2-3'.

Pronto el niño de rizos se reunió con sus compañeros a mitad del campo para festejar su triunfo, lamentando que por primera vez su familia no estuviera ahí para celebrar con él, debido a que su hermana se encontraba enferma.

Entre los gritos de emoción y alegría por parte de los niños que continuaban festejando junto a su entrenador, el pequeño portero volvió a prestar atención entre el público manteniendo la esperanza de encontrar algún rostro familiar desde las gradas.

Sin embargo, no ubicó a ninguno de sus familiares o conocidos, pero contrario a ello volvió a localizar al niño que había visto durante el juego.

Podía asegurar que aquel niño de tez blanca y que parecía ser más pequeño que él, no se había movido ni un centímetro de su lugar, ni tampoco cambiado la expresión de su rostro, pues continuaba viéndolo fijamente.

Aquello lo desconcertó un poco, porque no parecía ver del mismo modo a ninguno de sus compañeros o los niños del otro equipo. Sólo a él.

Optó por ignorar a aquel niño y continuar celebrando con su equipo, pues su entrenador les había prometido helados si ganaban el juego.

No era cualquier partido, pues se trataba del Campeonato Internacional Infantil de Latinoamérica (CIILA), en el cual Guillermo había conseguido calificar luego de ingresar a su primer club de fútbol, uno local en su natal Guadalajara, y con la victoria de aquel día, su equipo estaba en la gran final.

Estaba muy feliz de contar con el apoyo de sus padres, pues luego de ver que su hijo demostraba verdadera pasión por el deporte del balompié, habían optado por ingresarlo a un club infantil donde practicaba tres veces por semana.

Luego de un rato de festejar entre risas y helados, poco a poco los niños que conformaban el equipo empezaron a marcharse ante las indicaciones de sus padres que habían ido a animarlos en el partido.

— Nos vemos ¡Tenemos que ganar la final! —decía el arquero despidiéndose de algunos de sus compañeros, bastante entusiasmado por el resultado que habían conseguido ante el equipo chileno— ¡Nos irá mejor que hoy!

— ¡Sí Memo! ¡Vamos a ganar el campeonato! —gritó emocionado uno de los niños que se despedían del guardametas.

Contrario a sus compañeros, Memo tendría que esperar unas horas más para retirarse del campo deportivo, pues sus padres podrían pasar por él hasta más tarde.

Mi amigo, el mejor (MessiXOchoa Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora