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Kunikida se considera a sí mismo alguien con una inteligencia intrapersonal bastante decente, es decir, se conoce bien a sí mismo.

Generalmente, no le cuesta aceptar sus propios sentimientos por las cosas o personas.

Siendo eso así, ¿Por qué acompaña nuevamente a Dazai a la casa de Chuuya?

—¿Todo bien Kunikida-kun?—

—No, me siento estúpido —

Dazai sonríe mientras levanta una maceta y toma una llave.

—Si estás confundido, hay una o dos formas de despejar tus dudas — le dice.

—¿Y eso es?—

—Sal a una cita con él o no sé, agarrarle una pectochichi o algo — Se encoge de hombros —Solo has algo, literalmente cualquier avance sirve—

Kunikida simplemente lo golpea en la cabeza.

—No me agrada la idea de ilusionar a una persona —

—¿Y por qué no lo rechazas aún? Él sabe que tú sabes, solo dile que no quieres nada y ya está—

—Porque lo sé gracias a que eres un chismoso de mierda, si él no me lo dijo en persona es por algo — Responde —Tal vez no quiere lidiar con el rechazo, no tengo razones para ponerle sal a la herida —

Dazai abre la puerta.

—De todos modos deberías, si no te gusta recházalo, no quiero que juegues con su pobre corazoncito— Murmura —Además, Chuuya probablemente haya vivido el duelo del rechazo desde que se dio cuenta de que le gustas, tal vez te dedique una borrachera y luego siga con su vida—

Ambos entran y Kunikida se toma un momento para observar la casa nueva, es más compacta que el apartamento de concepto abierto de antes.

La existencia de más paredes y que sea pequeña, pero con dos pisos ayuda a que en apariencia se vea menos vacío, pero es fría y solitaria como su apartamento.

No vacía de muebles o decoración, es más bien de los recuerdos y de personalidad del hogar, esta casa podría ser perfectamente una en exhibición.

Y sobre Chuuya, él está tranquilamente en su sofá, poniéndole una bufanda a su gato.

—Chuuya, sé que la broma de que tu gato es la reencarnación de Rimbaud es graciosa, pero no le hagas hacer cosplay, da miedo —

—No, se lo quiero enseñar a Verlaine —

—Chuuya, sé que lo odias, pero ¿Por qué hacerle tanto daño?—

—Eso debió pensar él cuándo hizo lo que hizo— Responde tomando una de las patitas de Randou y poniéndole una botita.

Kunikida severamente no entiende qué está pasando.

Pero, por otro lado, no entiende lo que está pasando desde hace días.

En general, no entiende absolutamente nada sobre Chuuya.

Si es honesto, no se entiende a sí mismo desde que Chuuya empezó a ser recurrente en su vida.

Chuuya los mira de reojo y sonríe.

—Oh, tú también viniste, buenos días, Doppo—

Kunikida no sabe si quien se ahogó con su saliva fue él o Dazai, probablemente ambos; aparentemente eso fue algo que ni el Demonio Pródigo se esperaba.

3² da 9, no 6, imbécil Donde viven las historias. Descúbrelo ahora