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10/04/1912:

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10/04/1912:

 

  Daphne se miró nuevamente al espejo, acomodando un rebelde mechón que no se quería quedar en su lugar. Llevaba puesto un hermoso vestido morado obscuro, vestido que resaltaba sus pechos

  Andrews la había acompañado asta su camarote, puesto que las cenas eran mucho más formales en aquel barco, Daphne tenía que arreglarse para la ocasión

  En otro momento, esto le parecería absurdo, pero en ese momento sentía una emoción burbujeante en su pecho. No pudo evitar sonreír mientras colocaba unos hermosos aretes que combinaban a la perfección con el collar que su abuelo le regaló aquella mañana

  Se sorprendió sintiéndose nerviosa mientras caminaba al lugar, trono varias veces sus dedos, al igual que alisaba su vestido constantemente. Cuando llegó al lugar en la entrada se encontraba el señor Andrews, vestido con un elegante traje negro, suspiro para sus adentros, no podía negar que era un hombre atractivo

– señorita Edevane – hizo una reverencia – permítame decirle que luce esplendida está noche – Daphne había escuchado numerosos elogios hacía su persona a lo largo de su vida, pero este, este era diferente a todos. Sonaba sincero, sin una pizca de dobles intenciones. Y eso le gustó

– le agradezco señor Andrews, es un placer verle de nuevo – el hombre le sonrió, parecía igual o más nervioso que ella

– entramos? – le extendió su brazo

– por supuesto – lo tomo con suavidad, la calidez que desprendía la hizo sentir segura, y se dejó embriagar por su exquisito aroma varonil

   La mesa estaba conformada por las mismas personas del almuerzo, busco sentarse al lado de Rose, pues si bien la increíble Molly Brown le caía de maravilla, decidió que era peligroso estar muy cerca de ella y el Señor Andrews a la vez

  Rose le dirigió una pequeña sonrisa, pero su mirada parecía estar perdida en sus más profundos pensamientos

– se encuentra bien, Rose? – decidió preguntarle Daphne

– supongo – la chica le respondió sin muchas ganas – ¿no te asfixia estar entre tantas personas, falsas? – eso último lo dijo muy bajito

– generalmente si, pero creo que está noche encontré mi salvavidas perfecto para no ahogarme – dirigió una rápida mirada al señor Andrews, quien se encontraba conversando con el señor Bruce

– tienes suerte – tomo un apresurado trago de vino – yo siento que en cualquier momento podría tirarme del barco

– por muchos años tuve que ser mi propio salvavidas – despistadamete tomo un chícharo de su plato y con agilidad de que nadie la viera atino a la cabeza de Caledon, quien miró a todos lados confundido y sobándose – y me volví experta

  Ambas rieron por lo bajo, intentando parecer inocentes bajo sus copas de vino

– no eres como mamá te describió

– amargada por no haber sido desposada?

– si – confirmo apenada

– estoy acostumbrada a ese tipo de comentarios – se encogió de hombros – Y te diré algo, lo único que puede amargarte, es casarte con alguien a quien no amas

– madre dice que lo importante es que el hombre tenga mucho dinero para poder brindarme protección

– sabes, me sé la historia de mis padres de memoria, él no tenía mucho dinero, pero a mi madre no le importó, e igualmente dejo los lujos de su familia para casarse con él, padre trabajo mucho y después de tiempo hicieron más riquezas que mis abuelos

  Rose escuchaba atenta, ninguna se dió cuenta que Andrews también escuchaba

– yo solo los ví juntos asta que cumplí los nueve años, antes que mi madre muriera, pero te puedo asegurar, que se amaban con todas las fuerzas del mundo. Incluso después de su muerte, la adoración con la que mi padre veía su retrato en la sala... No pienso casarme asta que alguien me vea de la misma manera

– no todas tenemos esa opción

– lo sé. Pero si un día necesitas algo, siempre tendrás una amiga que está dispuesta a gritar yo me opongo

  Rose rió

– o a dejarte viuda, no se, lo que prefieras

– gracias, de verdad

  Después de eso, una linda melodía empezó a sonar, dando por inicio al primer baile en el Titanic

  Cal saco a bailar a Rose, apesar que era obvio que no quería, e incluso intentó resistirse, pero después de un regaño de su madre tuvo que aceptar

– le gusta bailar, señorita Edevane? – pregunto Andrews a su lado

– lo disfruto, si

  La realidad era que a Daphne no le gustaba bailar, sabía hacerlo, si, pero realmente no le gustaba

  Sin embargo, por algún motivo, quería bailar con él

  Andrews extendió su brazo, y Daphne rápidamente lo tomó, con una tímida sonrisa ambos se dirigieron al centro de la pista

  La música era lenta, tranquila. Pero pronto Daphne comenzó a sentir cómo la ansiedad inundaba su pecho, por doquier, las personas murmuraban, algunos con asombro, otro con disgusto

– míreme, por favor – las palabras de Andrews, fueron casi una suplica, suplica a la cual la rubia no pudo negarse

Todo atisbo de temor desapareció tan pronto sus ojos se encontraron, brillantes ante la calida luz, parecían revelar una profunda admiración el uno por el otro

  Las voces y miradas indiscretas dejaron de pesar, desapareciendo entre las exquisitas notas de violín. De repente sintió cada paso con tal ligereza que sintió flotar

  Ninguno sabría decir con exactitud cuántas canciones fueron, pues decidieron parar asta que el aire empezó a llegar con dificultad a sus pulmones

– ¿le gustaría salir a tomar un poco de aire? – se atrevió a preguntar el caballero al notar cómo ella abanicaba el aire a sus sonrojadas mejillas

– lo apreciaría

 

𝐋𝐎 𝐂𝐎𝐑𝐑𝐄𝐂𝐓𝐎 - 𝚃𝚑𝚘𝚖𝚊𝚜 𝙰𝚗𝚍𝚛𝚎𝚠𝚜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora