especial- única parte

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Milagros volvía cansada de trabajar, ser maestra era agotador. Lo único que esperaba era comer y recostarse a ver la televisión. No tendría que preocuparse por cocinar, hoy, Lola estaba encargada de la comida.

Abrió la puerta y el olor a porro la invadió. Camino enojándose cada vez más, hasta encontrarla a ella, tirada sobre la cama, desnuda, y tocándose.

- ¡Lola! Pará ahora mismo. Mierda, ni un día podes portarte bien. Puta de mierda, te di tres ordenes simples: no te toques, cocina la cena, y no fumes hasta que yo llegue.

- Perdón Ama, soy una perra estupida a veces.

- Vamos, ya sabes lo que te toca.  Tráeme el cinturón de castidad.

La domina busco en unos cajones donde guardaban sus juguetes, aquel vibrador mediano, su favorito, y un plug anal lo bastante incómodo.

Llamó a su perra con un gesto manual, indicándole que se parara frente a ella.

Acomodo los juguetes en el dispositivo, y sabiendo que no precisaría lubricante, se los colocó.

- Así cómo estás quiero que vayas y cocines, y más te vale que te concentres y hagas algo rico, o el castigo será peor.

Lola gimió en respuesta, el vibrador se había encendido repentinamente en su interior. Las sensaciones estaban multiplicadas por mil debido a haber fumado marihuana, y eso la excitaba el doble.

Milagros se fue a dar una ducha caliente, mientras Lola sufría en la cocina.

Pelaba una zanahoria, mientras sus piernas temblaban y su mente divagaba entre imágenes calientes. se imaginaba cuantos azotes le daría su Ama, qué tendría que hacer para aprender a ser más responsable.

Cuando terminó de comer le llevó como pudo el plato a su Ama, y se sirvió en su bowl a los pies de su dueña. Su comida era la misma, pero debía saber su lugar, y como estaba tan arrepentida de haberse portado mal, no espero a recibir la orden de su ama, y se arrodilló cabizbaja en silencio.

- Muy bien perra tonta - dijo Milagros golpeando suavecito su cabeza - Has hecho la primera parte bien, ahora come y luego seguiremos.

Lola obedeció en silencio, devorando su comida, ya que se encontraba hambrienta.

Luego de comer, Milagros se levantó y se dirigió al cuarto, indicándole a su sumisa con un gesto que se acercara. Lola la siguió a cuatro patas, cabizbaja.

- A la cruz Lola, ¡Ya!

Lola se paró automáticamente temblando de anticipación. Se colocó en la cruz mientras su Ama le cerraba las ataduras.

- Vas a contar cada uno de los azotes en voz alta. ¿Entendiste perrita?

- Si mi Ama.  - le contestó la sumisa.

Milagros descargó el primer azote sobre el culo de su esclava fuertemente. -¡Uno! - gritó la misma. Siguió contando alto uno tras otro, aquellos que caían en sus muslos, en su espalda y en sus nalgas, hasta llegar a 63 azotes.

Las lágrimas llenaban los ojos de la sumisa castigada, y al mismo tiempo su excitación la estaba volviendo loca. Con el cinturón de castidad y en la posición que estaba no podía hacer nada.

Su ama la desató, le colocó la correa y se sentó en la cama. Le ordeno pararse frente a ella y le quito el cinturón, aprovechando para manosearla un poco, comprobando lo mojada que estaba.

- De rodillas puta

Lola obedeció, colocándose de rodillas frente a su Señora.

- Quiero que me hagas acabar mientras te frotas en mi pie, pero tienes prohibido correrte.

Lola gimió en reprobación, pero una bofetada de su Ama la hizo volver a su realidad de sumisa inmediatamente. Se acercó a su ama, colocándose sobre su pierna, y como una perra en celo comenzó a frotarse. Luego movió su cara hacia la entrepierna ansiosa que tenía en frente y comenzó a chupar. Los gemidos de su Ama la alentaron a seguir, y los tirones de su cabello a mover mejor su lengua. En un momento estuvo tan cerca que tuvo que pensar cosas feas para que se le bajara la calentura, no quería desobedecer a su Ama nuevamente. Escuchó los gritos de su ama y como la presión en su pelo aumentó, sabiendo que su ama se estaba corriendo. Milagros le soltó el pelo y se tiró sobre la cama, descansando.

Después de unos minutos, agarró un plug con cola de un armario, y llamó a su perrita. Se lo colocó, tomó la correa y la dirigió a la jaula que había en la habitación. Antes de cerrar la jaula, le dio un azote en su culo rojo, y le colocó las manos tras la espalda con unas esposas.

- Ahi te quedas hasta mañana


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Este es un relato que escribió mi sumiso para mí y me pidió que se los publique,.espero les haya gustado tanto como a mí
En estos días les subo la parte dos del trío porque le estoy dando los últimos detalles

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