El entrenamiento ya había comenzado y estaba completamente agotada. Por lo visto ponerme en forma podía ser lo suficientemente desgastante como tres horas de gimnasio o una hora de Crossfit. Nigel me había hecho correr por aquí, saltar por allá, esquivar esto, golpear lo otro. Cosas que seguro servirían si en algún momento —cuando peleara con Violet y Homero—, me enfrentaba a un Oscuro.
Akridge había mencionado lo peligroso que podía ser que me rastrearan por mis pensamientos, dijo que era probablemente, lo más delicado y que debía practicar mis poderes mentales una vez más.
— ¿Quieres hacerlo, Keegan? —preguntó Nigel sorprendido.
Akridge asintió convencido sin despegarme la vista. Se paró frente a mí y cerró los ojos un momento, para después encontrarse con mis ojos. Su mirada tan intensa y cariñosa me inspiraron la confianza que aún no sentía con Nigel.
— Veas lo que veas, no te detengas —susurró y después sonrió acercándose un poco más— No permitas que entrar en mi mente cambie algo entre nosotros. Por favor.
Asentí cerrando los ojos, intentando concentrarme en entrar a la mente de Akridge. Fue casi igual de sencillo que caer en un profundo sueño. Pronto mi realidad se volvió algo irreal. Algo distinto. Abrí mis ojos esperando ver el rostro de Akridge a centímetros en un paisaje de bosque puro, pero en cambio, los abrí en un gran salón adornado con un papel tapiz grisáceo y muebles blancos de estilo victoriano. Estaba sentada en un sofá elegante frente a una chimenea. El fuego y algunos candiles, era lo único que alumbraba al lugar. A un costado se encontraba Akridge parado. Estaba vestido muy diferente, incluso tenía el cabello extraño. Tenía puestos unos pantalones negros, una camisa de chándal blanca y unos tirantes que sostenían al pantalón alrededor de sus hombros. Su cabello caía sobre su frente despeinado, estaba casi tan largo como para peinarlo con una coleta. No parecía el Keegan normal.
Me acerqué a él. Intenté llamarlo, pero después recordé que estaba dentro de los pensamientos y recuerdos de Akridge y que sería imposible que me escuchara. Esto ya había ocurrido anteriormente.
Mi vista viajo de los ojos de Keegan a lo que una de sus manos sostenía. Era un puro encendido. Lentamente lo metió entre sus dientes y caló de él para posteriormente, exhalar una nube de tabaco al sacarlo de su boca.
El sonido de la fogata encendida y el clic-clac del reloj mientras las manecillas se movían era el único ruido. En silencio, seguí a Akridge hasta una ventana. Él se asomaba tranquilamente. Mi mirada vagó un poco en lo que había colgado en los muros tapizados de la casa. Eran viejas fotografías en marcos abrillantados y de aspecto antiguo. Parecían los... ¿50's?
Me acerqué a un estante que tenía por lo mínimo unas cuarenta fotos acomodadas en distintos portarretratos. Una fotografía en especial llamó mi atención. Era una foto de Akridge con una chica. Keegan estaba con una chica de cabello oscuro y corto con un cuerpo delgado. Sonreían. Ambos.
Me pareció extraño ver a Keegan sonriendo. Sabía de sobra que era porque quizá aún no era un Oscuro. De pronto, todo lo que Akridge me había contado sobre él y su vida antes de convertirse en un Oscuro llegó casi sin querer a mi mente. Quizá la chica que salía abrazándolo y besándolo en la mayoría de las fotografías era Camille Hooligans. Fue entonces cuando comprendí todo. Pero ya era muy tarde.
Me giré rápidamente hacia la ventana por la que Akridge miraba al exterior en mitad de la noche, pero él ya no estaba. En lugar de eso, un viento frío entraba por la puerta gigantesca de madera que estaba entreabierta. Mi miedo creció y se apoderó de mis piernas haciéndolas temblar.
Esta era la noche en que Akridge asesinó a Camille. ¿Estaba lista para verlo en vivo? No estaba completamente segura. Esto era parte del pasado de Akridge y, no había nada más tentador que conocer un poco más de su oscuro pasado, fuese lo que fuera. Además, antes de invadir su mente, él me había pedido que no importara lo que viera, yo debía continuar y no detenerme. Claro, no creo que pensara precisamente en el día en que el asesinó a Camille.
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En la oscuridad®
Teen FictionCassidy Reed era una adolescente de tan solo diecisiete años cuando sufrió un pequeño accidente que colmó su vida en una escalerilla de nuevas experiencias a las que pronto tuvo que enfrentarse tras enterarse del secreto más grande que el condado de...