CAPITULO 14

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Sentía miedo cuando me encontraba fuera de casa o cuando Akridge no se encontraba en mi panorama. Habían pasado ya varios días desde que supe que Keegan era parte de los Oscuros y que seguramente había algunos otros cazadores esperando por mí para ofrecerme al dios Seamus.

— ¿Cómo estás, Cassie? —se acercó Sue hasta la mesa en la que me encontraba almorzando.

— Bien —respondí con normalidad.

— Ya no has querido investigar nada sobre Akridge, ¿Acaso te has rendido? —preguntó sonriente mientras abría su verdosa ensalada.

— No es algo que me interese seguir haciendo —respondí intentando sonar desinteresada dando otra mordida a mi sándwich.

Los ojos de Sue me atravesaron.

— ¿Vas a contarme qué te sucede? —preguntó curiosa.

Me encogí de hombros pretendiendo no saber a qué se refería.

— No sé de qué me hablas —respondí insegura.

Sue frunció el ceño y acomodo su lacio cabello detrás de su oreja.

— Bien, si tú no quieres decirme, tendré que preguntarle a otra persona —dijo levantándose de la mesa y caminando hacia la mesa que se encontraba en la esquina de la cafetería.

Una alarma sonó en mi cerebro advirtiéndome de lo que podría pasar si hacía enfadar al chico que estaba sentado apacible en aquella mesa.

Intenté levantarme de la mesa, pero no pude. Dediqué una de mis peores miradas a Akridge quien me miraba serio. No quería que me levantara de donde estaba.

Me concentré en la plática tan animada que tenían ambos, incluso pude percatarme de ciertas sonrisas que mi amiga le lanzaba a Akridge de vez en vez. Keegan solamente sonreía cortésmente y me observaba con el rabillo del ojo de vez en cuando hasta que finalmente observé a mi amiga pararse de donde Akridge estaba y caminar a paso rápido hasta la mesa en la que yo me encontraba.

— ¿Y bien? —pregunté con curiosidad.

— Tengo el número de Akridge —afirmo con una sonrisa pícara.

Fruncí el ceño y sentí un calor extraño extenderse por mi cuerpo.

— ¿Conseguiste qué? —pregunté sin querer escuchar de nuevo esa respuesta.

— Su número, resulta que Akridge no es nada feo. Todo lo contrario, es demasiado guapo y no lo había notado.

— Si, lo es —mi vista se posó en Keegan quien me miraba con una sonrisa.

Por un momento olvidé que podía leer mi mente.

— ¿Crees que sea una buena idea invitarlo a cenar esta noche? —preguntó inocente.

— Creo que hace algo por las noches, creo que tiene un trabajo —lo excusé.

— Le preguntaré. ¿Cómo me veo? —mi vista la recorrió.

Tenía una cintura pequeña y caderas anchas que quedaban perfectamente bien resaltadas con el vestido floreado que llevaba puesto. Su cabello liso y brilloso le daba buen aspecto y sus enormes pestañas adornaban su mirada a través de las gafas. Sin duda, Sue era una chica bella, la cual era competencia para cualquiera... incluso para mí.

Sonreí sin querer hacerlo.

— Tú siempre luces bien, Sue, anda a por él.

Mi amiga rio y volvió hasta donde Akridge se encontraba. De nuevo, mi vista se posó en ambos. Un sentimiento de celos creció dentro de mi mientras veía como Sue le coqueteaba tan descaradamente. Se acicalaba frente a Keegan, el cual no dejaba de sonreír. Sus dientes perfectamente blancos resaltaban en su esculpido rostro.

En la oscuridad®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora