Capítulo 4

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Todos esperan una respuesta de su parte, aunque nadie deja de mirarme

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Todos esperan una respuesta de su parte, aunque nadie deja de mirarme. Retractaría mis palabras, pero ya ellos han escuchado fuerte y claro mi pregunta. Él ha bajado su mirada hacia su plato, como si supiera lo que se avecinaba con su repuesta, aun así, responde luego de suspirar.

—Hace cuatro años me mudé a España, antes vivía en Londres—contesta.

—Vaya, eso es sorprendente—dijo la señora Lark. Arruga su seño como si hubiera unido los puntos y sus ojos van directo a mí.

Mierda. Se dio cuenta.

—¿Conocías a Ada?—pregunta. Todos reaccionan con una cara de susto y ahora la miramos a ella como si lo que hubiera dicho fuera parte de una broma. Por un momento se me olvida respirar, hasta que escucho las risas de los demás.

Comienzo a sospechar que el champaña les está haciendo efecto.

—Pero qué cosas dices mamá, apenas lo conoce— pronuncia Nolan, cuando ya ha parado de reírse

—Nolan tiene razón, pero me sorprende que no te conociera, Killian—miento, sin dejar de observarlo. Dejar salir su nombre por mi boca se siente como un rompecabezas más del pasado. —Nací y viví hasta mi adolescencia en Londres, en unas semanas cumpliré cinco años de ello—continúe el juego.

—Tal vez porque vivía en el sur de Londres, lo más lejos que llegué fue al oeste—dice, antes de continuar de beber de su copa de vino. Él fue el único que no quiso beber champaña.—¿Eras del sur? No recuerdo haberte visto nunca en mi vida—añade. Sus últimas palabras logran causar un impacto en mí y creo que Charlotte se da cuenta cuando mi mirada se apaga.

—No, era del norte de Londres—miento, otra vez. Mentiras y mentiras, porque eso es lo que trae él, mentiras. Engaños. Trampas. Palabras fingidas—.Solo visité una o dos veces el sur de Londres por una excursión de mi colegio—digo.

—¿Extrañas a Londres?—pregunta—Quiero decir, tu vida en Londres.

Siento la mirada apenada de Nora sin siquiera mirarla.

—No—respondo, dejando de sonreír. Killian asiente y ahora soy yo la que necesita una bebida más fuerte.—¿Alguien quiere vino? —Silencio. —¿Nadie? Bien.

Sostengo mi copa y me levanto con ella, llevándome las miradas de todos mientras camino sin mirar atrás hacia la cocina.

Ya todos los que trabajan están fuera de su labor, por lo que, no me encuentro con nadie al entrar y las luces están apagadas.

A ciegas pongo la copa en la mesa del centro para no dejarla caer y enciendo las luces al encontrar el encendedor. Miro todos los gabinetes tratando de recordar en cuál de todos ellos estaban las bebidas y gruño al saber que voy a tener que ir una por una.

Minutos después ya he encontrado mi vino favorito, luego de revisar tres gabinetes antes que esta. Agarro feliz el vino y muevo un poco mis caderas como un festejo al abrirlo con un sacacorchos. Me sirvo un poco y lo bebo de a poco para disfrutar de su sabor. Es exquisito.

ÁMAME POR UNA ÚLTIMA VEZ © (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora