Eight.

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Acaricio con cuidado el cabello de Shōta, es lasio y largo, le llegó un poco más abajo de los hombros y es completamente negro.

Escucho su tranquila respiración y veo como su pecho baja y sube a compás.

Estamos encima de la cama, con el blanco techo encima y el olor de un ambientador envolviendo la habitación.
Pienso en lo que acababa de suceder con Bushida, tal vez su instinto animal, parte de que es un híbrido, había jugado un papel importante en aquella escena.

[Es muy territorial.]

Pienso la afirmación mientras vuelvo mi mirada hacia su rostro, totalmente en paz, no como antes que parecía querer matar a cualquiera que se le pusiera delante.

El tic-tac del reloj me hace volver a la realidad en cuanto empiezo a meterme demasiado en mis pensamientos, las doce en punto son lo que marcan las manecillas.

Mi estómago ruge un poco pero lo suficiente para que Aizawa abra los ojos, me mira con una mueca divertida y una ceja alzada.

Un sonrojo aparece en mis mejillas y solo puedo girar el rostro hacia un lado.

El híbrido se incorpora, poniéndose de pie y estirando una mano en mi dirección, incitandome a cogerla y hacer lo mismo.

Me arrastra fuera del dormitorio hasta la cocina, obligándome a sentarme en una silla mientras el sacaba ollas y alimentos, dispuesto a cocinar.

Te prepararé algo antes de... Bueno.

Lo miro removerse inquieto y eso solo hace que mi curiosidad aumente.

¿Antes de...?

Mi pregunta parece alarmarlo pero solo se gira y mantiene un rostro serio.

Antes de que problemas que no les ocurren a los humanos me sucedan.

Su respuesta me deja igual que antes, confusa.

Shōta se agarra el puente de la nariz con dos dedos y cierro los ojos fuertemente. Tú solo no abras la puerta, por muchos... Ruidos, que oigas, no la abras.

De repente se gira dando por concluida la conversación.

Solamente asiento sin que el me vea puesto que está de espaldas, empieza a cortar unas verduras y yo me quedo quita en mi sitio.

Cuando termina de preparar mi comida se encierra sin decir nada en la habitación.

Como con cuidad la sopa que aún está caliente, intentando hacer caso omiso a la voz en mi cabeza que me decía que revisara la habitación.

[No, Aizawa dijo que no la abriera, tendrá sus motivos.]

Mi pie empieza a repiqutear en el suelo, causando ruido, ruido que cesa en el mismo momento que se escucha como un objeto cae a el suelo.

Me levanto con cuidado, intentando que mis pasos no sean escuchados por mi compañero de piso.
Fijo mi mirada en la puerta de la habitación, otra ruido más.

Mis manos tiemblan y sudan, aún más cuando tocan el pomo de la puerta, trago saliva y pienso en lo peor que podría esperarme detrás de la madera.

[¿Se habrá convertido en un monstruo feroz? No, idiota, no es un hombre lobo y tampoco hay luna llena... ¿Pero se habrá hecho daño? Esos golpes se escucharon duros.]

Mi impaciencia y curiosidad estan al límite.

Con seguridad y fuerza tiro de la puerta, esperando ver lo peor como el híbrido medio muerto o algo así.
Pero solo veo un montón de mantas revueltas encima de la cama y rasguños en los armarios.

Suelto un suspiro de alivio que se congela al sentir como la puerta se cierra y una respiración irregular choca contra mi cuello, me giro con cuidado y veo una imagen algo desastrosa.

Shōta esta con el cabello despeinado, jadeando y la camiseta rota, sus pupilas se han vuelto rojas y reflejan una nueva emoción, una que nunca había visto antes.

Lujuria.

Antes de poder apartarme, los falanges de sus dedos aprisionan mi cintura y sus labios se enganchan a los míos, con necesidad, de manera salvaje y para nada calmada.

Sus manos ascienden por mis costados, subiendo a su paso mi camiseta, tocando la tersa piel de mi espalda al conducir sus dedos para atrás.
Su lengua hacia minutos que había entrado en mi cavidad bucal y parecía no querer abandonarla por nada del mundo, aunque la falta de aire le obligó a hacerlo.

Estoy sonrojada y sorprendida, aunque vergonzosamente complacida.

De repente sujeta mis hombros, sacando sus garras desgarra la parte de arriba de mi vestimenta, haciéndome jadear bruscamente, pues el aire de fuera choca contra mi piel sensible.

Aizawa no habla, solo actúa.

Sus besos bajan con descaro por mi cuello hasta el principio de mis senos, pero se desvía, subiendo otra vez saboreando cada centímetro.
Se dirige hacia mi hombro izquierdo donde jugetea con el tirante de mi sujetador, mordisqueandolo.

De repente estira con fuerza, rompiéndolo, dispuesto a hacer lo mismo con cualquier tipo de tela que se interponga entre sus ojos y mi cuerpo.

Su aliento me calienta aún cuando el aire es gélido, no puedo quejarme.

Abro los ojos de par en par cuando sus dedos o más bien garras se dirigen al elástico de mis pantalones.

[¿En verdad lo va a hacer? ¿En verdad lo vamos a hacer?]

Mis dudas desaparecen al ver el deseo incontrolable en sus rojas pupilas, su seguridad da la mía.

Subo mis manos hacia sus hombros y me aferro a ellos, él sonríe complacido, pareciendo que sale de su estado de ensoñación nublosa.

[¿Estado de... Ensoñación? ¡El celo!]

Me levanto agitada haciendo que Aizawa se despierte alarmado también.

[Que manera de recordarme las pastillas...]

Shōta olfatea un poco al rededor y abre los ojos de sobremanera.

Lo miro sin entender que ocurre pero él sale disparado de la habitación.

[No puede oler... Esa clase de cosas ¿verdad?]

Paso mis manos por mi cara roja y sudada, la vergüenza se apodera de mi ser y solo puedo soltar un suspiro amargo mientras dejo caer mi cabeza en la almohada.

***
980 palabras.

Max: He empezado una historia interactiva junto con un amigo, es algo así como corazón de melón, un otome, si queréis jugarlo está en mi perfil como High School Idiots Lovers y os lo agradeceríamos mucho.

Jaze: Max me ha cambiado 😭😭.

Híbrido (Aizawa X Tú) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora