Capitulo IV (parte 3)

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Melion se encontraba ordenando unas ropas cuando sintió el extraño ruido, apagado y duro ¿que debía hacer?¿debía abrir o ignorarlo? podía ser Kay cargado con algo, no pero, le habría avisado ¿y si eran los guardias?¿y si los habían descubierto?

//D: joder mira afuera que si lo ignoras se nos muere Kay//

Ella se asomó muy muy cuidadosamente por la puerta, pero cuando vio la escena ¡paf! asotó la puerta al salir a buscarlo, la sangre manchaba el suelo y pintó de carmesí las ropas de Melion cuando esta lo levantó. Entró a casa rapidamente y lo dejó en su habitación recostado.

-Despierta Kay ¡respóndeme por el amor de Dios!-dijo buscando señales de que seguía vivo mientras buscaba sus latidos en su pecho.

Dió un suspiro de alivio-muy bien...sigues conmigo-dijo ya un poco aliviada.

Bajó corriendo a la cocina, volviendo con todo lo que encontró para limpiar la sangre y heridas de Kay, por ningún motivo iba a dejar que se fuera de allí.

-Mi querido compañero...-dijo apenada mientras lo acomodaba semi-sentado, para evitar que se ahogara en sangre.

Le quitó las prendas rotas, para tener mejor acceso a su morena piel manchada, limpió tan profundo como pudo, suave pero bien. Miró todo su cuerpo, literalmente, estaba enteramente herido por lo quee tuvo que desvestirle, aunque, ya había visto cuerpos desnudos tanto de hombres como de mujeres, él que solo estaba medio desnudo le causaba una sensación extraña. Pasaron varias horas para cuando Melion 

-mmm...-se escuchó emitir de los labios de Kay, y sus párpados se movían más notoriamente hasta que finalmente se pudo ver esos ojos amarillos himnotizantes.

-Kay...tranquilo...estás a salvo conmigo-le dijo con una voz suave y calmada.

-Me-lion-jadeó adolorido al no poder moverse.

-no no...no te muevas...-le acarició el rostro.

-ah...-susurró sintiendo la suave piel de Melion rozar su cara.

Ya cuando estaba limpio ella se quedó sentada en la orilla de la cama, con Kay vendado, semi-desnudo y con un aspecto muy serio.

-¿que te pasa?- le preguntó.

Kay no hizo esfuerzo en responder, simplemente miró hacia afuera por la ventana.

-ya entiendo...te sientes débil- suspiró.

-¿ah?- dijo limitadamente al mirarla.

-te sientes así porque dejaste que te golpearan y no lograste defenderte- asomó una leve sonrisa arrogante-todos los que pierden guerras piensan lo mismo-

Kay apretó mandíbula algo enfadado u ofendido, pero, le encontraba mucha razón.

-no te sientas mal...todos caemos, todos, tu caíste; yo caí, no te sientas mal, no estas muerto, ¿ves esas puñaladas? ¡podrian haberte matado! pero estas aquí, en tu casa conmigo- sonrío alegremente.

Kay la miró sorprendido, y se sonrojó ante sus palabras, realmente se sentía con suerte por estar con ella, vivo. La figura femenina que tenía a su lado lo cautivó hasta que se durmió.

-gracias por quedarte conmigo Kay...-susurró al mirarlo.

Primera vez que se preocupaba por alguien sin relación a la guerra, de cierto modo, para Melion Kay era un simple ser indefenso y débil, no sabía lo que era estar en la guerra como ella, lejos habría estado en combates. Lo miraba una y otra vez, se sentía extraña por la sensación que le causaba, era incómoda, era molesta, pero era viciante. Tomó la mano de Kay mientras acariciaba el rostro de Kay, su angustia se mantenía a pie, la sensación la colmaba, confundía todo lo que sentía.



El amor de mi enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora