Placer

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Desde que Tony había descubierto el placer sexual, había quedado tan fascinado por experimentar todos y cada uno de sus secretos.

Se podría decir que se había tomado el atrevimiento de volverse un conquistador sobre ese nuevo y adictivo nuevo mundo.

Por fin podría satisfacer las fantasías que durante muchos días que su mente tenía de protagonista con el rubio.

Rogers parecía tener cierto recelo por corresponder sus acciones pero bastó con sentir como se aferraba a su cuerpo y como su miembro saltaba contra su mano para saber que estaba tan desesperado como él.

Ambos estaban demasiado ocupados devorando la boca del otro para pensar en algo más.

Por fortuna, antes de dejarse llevar por el calor del momento, él había dirigido al rubio hasta su escritorio donde había sacado un paquete de preservativos y lubricante.

Jamás se era demasiado precavido.

Después de tropezar con innumerables objetos, de romper una que otra lámpara Tony meditó rápido sobre cuál sería el mejor lugar para disfrutar.

Aunque era tentador usar su escritorio, era demasiado incómodo.

¿El mueble y las sillas? Muy pequeños para contener el cuerpo de dos hombres ansiosos por satisfacer sus bajos instintos.

Contra la pared sería lo ideal y bastante ardiente, pero era tan fastidioso luchar para desnudarse, era mejor buscar una posición más horizontal.

Cómo tal, después de otros golpes y maldiciones terminaron desnudos sobre la alfombra costosa del castaño.

Después de eso perdió por completo el control.


—Joder...


Stark había olvidado lo última vez que se acostó con un hombre y estuvo abajo.

Aunque realmente preferiría ser quién daba y no quién recibía; hizo una pequeña excepción con Steve.

Terminó siendo más de lo pudo masticar.


—¿Estás bien?


Anthony sonrió encantado de ver los ojos azules de Steve brillar con una mezcla oscura de preocupación y lujuria.

De no ser porque Rogers no tenía ninguna experiencia con otros hombres, que sería doloroso al ser su primera vez y que ambos estaban demasiado ansiosos por satisfacer sus deseos; con gusto ahora mismo él le estaría enseñando al rubio lo delicioso que era ser follado por su pene.

Quizás en otra oportunidad podría mostrárselo.

Claro que el rubio no se quedaba atrás.

¿Cómo demonios ese hombre había pasado más de cinco años sin nada de acción?

Rogers era un amante apasionado.

Tanto, que aún sentía su cuerpo temblar y jadear de la excitación ante el recuerdo de sus manos sobre su piel.

Pudo sentir la desesperación y deseo contenido en cada una de sus caricias aún a pesar que él era otro hombre, no dejo que eso lo frenará.

Se sintió abrumado y complacido de poder sentir el cuidado y devota atención que brindaba para satisfacerlo.

Al castaño no le gustaba quedarse atrás.

Le encantaba tener el control y muchas veces tomó no sólo la iniciativa, también su turno de demostrarle que el sexo con una mujer no tenía comparación con él.

[Contrato Amoroso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora