Familia Política

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Tony observaba el interior de su casa con una extraña mezcla de sentimientos en su pecho.

El arrepentimiento y amargura eran los que estaban ganando la contienda.

Después de su paseo por la playa aquella tensión entre ambos había disminuido considerablemente.

Aunque no le gustaba darle la razón a los demás, Steve tenía razón en que debían de trabajar más en equipo si pensaban convencer a su familia que su relación era auténtica.

En los próximos días pudieron compartir con menos hostilidad, en ocasiones cuando no tenía ningún pendiente importante, o solo quería escaparse de su agotador horario comían todos juntos.

El empresario había investigado cada detalle de la vida privada de los Rogers antes de firmar aquel contrato, pero aún así se sorprendió de la estrecha y unida que era la relación de padre e hija.

Steve era un padre atento, cariñoso y tan devoto a su hija que a veces olvidaba cuidarse así mismo.

No le sorprendía en lo más mínimo cuando esa traviesa lograba salirse con la suya, solo en pocas ocasiones, cuando la ocasión lo ameritaba era estricto con ella.

Jamás usaba la fuerza bruta o le alzaba la voz, la corregía con respeto y con la autoridad necesaria.

Tony podía pasar horas mirando a los dos rubios interactuar sin dejar de sonreír.

Una diminuta parte de su corazón sintió celos y a su vez una extraña calidez en su corazón al ser testigo del verdadero amor paterno.

Cuando era niño hubiera dado todo lo que estuviera a su alcance para recibir solo una palabra de aliento de su padre, un gesto o afecto sincero de los muchos que Steve le brindaba a su pequeña.

Pero en su lugar él recibía críticas y reprimendas por no estar al nivel de su hermano mayor.

¿Era extraño que ese lado increíblemente rutinario para Steve le pareciera tan adorable y cautivador?

Puede que realmente tuviera problemas paternales despues de todo.

Quizás solo estaba siendo afectado por el tonto sentimentalismo de las fiestas.

En la segunda semana de diciembre tuvo que hacer un viaje de negocios a Inglaterra, dejó a Happy y Jarvis encargados de vigilar y asistirlos en cualquier cosa que necesitarán.

Pepper le aseguró que se quedaría en la compañía para cubrirlo mientras estaba de viaje. La muy descarada incluso bromeó con el de que podía irse tranquilo ya que iba a cuidar que nadie le robará a su novio.

Já, menudo chiste de mierda.

Aunque Sarah le escribió durante su viaje contándole todo lo que hacían aquella semana le pareció demasiado agotadora.

Se enteró que Pepper les había llevado de compras durante el fin de semana. Por lo menos estaba seguro que ella ayudaría a mejorar el anticuado y deplorable gusto de moda de Steve.

Ahora al regresar a su hogar para descansar estaba deseando que ahora mismo solo fuera una terrible pesadilla en la que había ingresado y no que fuera la realidad.

Si no fuera porque su GPS estaba encendido y su casa era única en su clase la hubiera pasado por alto.

Sin su presencia, su adorada mansión de soltero había sido bombardeada por los espíritus malignos de la Navidad.

Los Rogers habían estado ocupados durante su ausencia llenando cada rincón de su hogar con tantas decoraciones navideñas que... ¡Eso no podía llamarse un hogar, parecía un condenado desfile de Nueva York!

[Contrato Amoroso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora