La voz de Chūya resonaba en su cabeza una y otra vez. ¿Cómo era eso posible? ¿Lo estaba alucinando? No, no podía alucinar nada si aún no había ingerido las píldoras para suicidarse.
— ¡¡DAZAI, MI AMOR!! ¡SOY YO, CHŪYA! ¡EN VERDAD SOY YO! ¡TRANQUILÍZATE, POR FAVOR!
El pelirrojo sentó a la fuerza a Dazai sobre la cama, quitándole al niño, quien lloraba asustado sin abrir sus ojos.
— Mi vida ha sido un infierno desde que te fuiste, Chūya. Llévame contigo.
Repetía entre lamentos. Chūya lo abrazó de manera reconfortante. Tenía el presentimiento de que en ese mismo instante, Dazai necesitaba mucha más atención y ayuda que el pequeño Daisuke.
— Tranquilízate, amor. No te llevaré a ningún lado porque ya estoy junto a tí, otra vez, juntos después de tanto tiempo.
Dazai se separó lentamente del abrazo, notando la delgadez y heridas de Chūya.
— ¿Qué te hicieron, Chūya? ¿Dónde te tenían? ¿Quién lo hizo?
Cuestionaba entre lágrimas. De nuevo, abrazó a su amado, quien correspondía ocultando su dolor físico y mental.
— Eso ya no importa, Dazai. Estoy bien. Pero tú no estás bien. Estás herido de gravedad, puedo sentirlo. Necesito recuperar al Dazai de antes.
Hubo un silencio de segundos. El castaño procesaba el hecho de que Chūya no estuviera muerto y se encontrara con él en su presente. Chūya dejó de abrazarlo por un momento para besar sus labios de manera delicada y tierna. Un beso corto pero muy significativo para los dos.
— ¿Cómo diste con mi paradero?
— Tus alumnos Atsushi-kun y Ryūnosuke-kun me salvaron de morir solo, Dazai. Me llevaron a la casa de Atsushi-kun, y los padres del niño son muy buenas personas, me atendieron muy bien y fue por una conversación por la que estoy aquí.
— Papi, ¿Quién es él?
El pequeño Daisuke se mantenía del lado de Dazai, algo tímido por la extraña visita del desconocido. El joven del vendaje sonrió.
— Dai-kun, él es Chūya, es tu mamá, Daisuke. Tu mamá no está en el cielo y está aquí con nosotros, contigo.
Respondió alegre, los ojitos azules del menor se iluminaron, y no dudó ni un segundo en ir a abrazar al pelirrojo que lo esperaba con brazos abiertos y una sonrisa.
— ¡Mamá!
De un saltito, abrazó a Chūya, sin poder evitar sus lágrimas.
— Mi niño, has crecido mucho. Perdóname por no haber estado contigo cuando te salieron tus primeros dientes, cuando fue tu primera palabra, cuando diste tus primeros pasos y comiste solito.
— Mami, te quiero mucho. ¡Que bueno que no te fuiste al cielo!
Chūya acariciaba la espalda del pequeño niño y su cabellera.
— Dazai, ¿Tienes una silla mesedora? Quiero recordar viejos tiempos.
— Sí, claro. Ven por aquí, mamá tiene una silla en la sala.
✦✧✧ ♥✧✧✦
Mori y Fukuzawa se encontraban en la búsqueda del abusador de Dazai. Querían encontrarlo para hacerlo vivir esa tortura, pero los planes de Mori no eran sólo eso, sino acabar con su vida de manera que sintiera pánico y terror al ver la muerte cerca.
— Mori, está oscureciendo. Debemos regresar a ver a Osamu. Él se encontraba mal, además está herido de su cabeza.
Fukuzawa estaba preocupado por el estado de su hijo en casa. Si Osamu se sentía mal, ¿Quién se supone que lo auxiliaría si sólo está el niño con él? No sabían de la presencia de Chūya en casa.
— Lo sé. Pero no puedo quedarme de brazos cruzados. Tengo que hacer sufrir a ese maldito bastardo que dañó a mi hijo.
En ese momento, Mori recibió un mensaje de parte de Dazai, avisándole de la aparición de Chūya y su compañía en casa.
— ¿Qué sucede, Ougai?
El gesto de Mori era de sorpresa y al mismo tiempo confusión. Sus lágrimas brotaron de sus ojos, era inevitable.
— Cariño... Chūya-kun está vivo y está con nuestro hijo en casa ahora mismo.
— ¿Eh? ¿Lo dices enserio?
— No te mentiría. ¿Sabes lo que significa, Yukichi? Nuestro Osamu podrá recuperar parte de su felicidad con Chūya-kun y Daisuke-kun a su lado. Sólo nos queda encaminarlo del lado médico y alejarlo un tiempo de las escuelas.
— Te apoyo en eso. No quiero ver a mi hijo sufrir nunca más por culpa de unos niños malagradecidos.
Mori tiró la puerta del lugar donde existía la mayor probabilidad de que el abusador viviera. Logró adentrarse al interior, y junto a Fukuzawa, hicieron destrozos y dejaron una carta de amenaza para cuando éste regresara.
— El viejo no está, Yukichi. Vayamos a casa, ¿te parece bien? Quiero ver cómo anda la temperatura de Osamu; él tiene fiebre cuando tiene golpes.
✦✧✧ ♥✧✧✦
Días después...
Por seguridad de los dos, Chūya se había estado quedando en casa de los padres de Dazai junto a Daisuke, mientras Fukuzawa, Mori y el mismo Dazai iban a trabajar.
Mori había logrado que su hijo aceptara ir al hospital con él, ejerciendo cómo médico. Después de todo, desde muy pequeño le había enseñado de todo un poco y con el tiempo lo fue perfeccionando. Dazai era tan buen médico como lo era de maestro.
— Te ves hermoso, muy atractivo con tu uniforme y bata blanca, hijo.
Mori acomodaba bien los botones de la bata del joven Osamu, dentro del hospital. Algunos los miraban con rareza, pero no se incomodaba en absoluto.
— ¿Estás listo, hijo? Estarás en el área de urgencias médicas.
— Haré mi mayor esfuerzo, ma- papá Mori. Aunque extraño mucho a Atsushi-kun y Akutagawa-kun... Ellos son mis niños también, mis alumnos...
En ese momento, paramédicos entraron con un herido de gravedad sobre una camilla. Dazai sintió un mareo muy fuerte al ver de quién se trataba. Su nerviosismo aumentó, pero tenía una visión de médico ahora y no se dejó caer.
— ¿Qué tienes, Osamu? Te ves muy pálido.
— S-Siento asco y ganas de vomitar.
Murmuró.
— Fue con ese paciente, ¿Lo conoces?
— No. Pero quiero atenderlo yo.
Apretó sus puños.
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Papá, ¿Quién fue mi mamá? [MPREG]
Fanfiction[SOUKOKU] [AU] [MPREG] [SHIN SOUKOKU] Osamu Dazai es profesor de secundaria. Es un hombre de veintitrés años, viudo y con un hijo de tres años, el pequeño Daisuke, cuya figura maternal murió cuando apenas tenía dos meses de nacido. La vida de Dazai...