Un Refugiado En Casa

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Atsushi había llevado al desconocido a una zona alejada del edificio escolar. Lo cargó usando parte de su habilidad del tigre para poder trasladarlo hasta su casa, la cual no quedaba muy cerca. Ryūnosuke los acompañó.

N-Niños... No quiero que se metan en problemas por mi culpa. S-Sólo hubieran llamado a un médico por mí...

Se esforzaba para hablar. Ryūnosuke y Atsushi vestían con ropa limpia al hombre pelirrojo que habían encontrado en lamentable estado, luego de darle un baño de agua tibia.

Chūya estaba mal, muy débil, requería la atención de un profesional de la salud de inmediato. No tardó mucho en llegar un médico para hacerle los chequeos y revisiones necesaria, y así, recetarle algunos medicamentos y vitaminas que lo ayudarían a mejorar.

— Necesita quedarse en reposo durante dos semanas, hasta que las vitaminas se terminen y pueda tener más energía .

Recomendó el médico. El reposo era lo que más detestaba Chūya. Después de tanto tiempo encerrado, viviendo prisionero en un lugar para nada saludable, ¿cómo se suponía que iba a quedarse a descansar, cuando podía buscar a su familia y regresar con ellos? No estaba dispuesto a hacerlo. Escaparía de ahí en cuanto el médico y los niños lo dejaran solo.

— Doctor, yo necesito encontrar a mi familia y que ellos me encuentren a mí... Yo...

Los encontrará. Pero primero, debe recuperarse para que ellos no lo vean en este estado.

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Minutos más tarde, Atsushi y Ryūnosuke habían llegado un poco retrasados en su clase, justo a tiempo, pues Dazai, su profesor de esa hora, estaba por abandonar el aula de clases luego de que nadie llegara.

— ¡Dazai-sensei!

— ¡Dazai-sensei!

Hablaron ambos estudiantes. El profesor sonrió al escuchar sus voces. Regresó al escritorio y sacó las cosas de su maletín.

Como se había prometido a sí mismo, él daría clases incluso si un solo alumno o dos estuvieran escuchándolo. Con eso le bastaba.

— Dazai-sensei, ¿y Daisuke-kun?—. Preguntó Atsushi. Les era extraño que el pequeño niño no viniera acompañando a su padre. Dazai sonrió.

— Se quedó con sus abuelos. Dai-kun tuvo un mal dormir anoche, así que no miré la necesidad de despertarlo sólo para que me acompañara a dar mis clases. Además, hoy fue el día de descanso de mi madre y es él quien lo está cuidando.

Respondió con una sonrisa. Por más que quería verse feliz frente a sus alumnos, ellos notaban lo contrario. ¿Cómo iba a ser feliz, sin tener cerca a la persona que tanto ama y al mismo tiempo ser rechazado por sus alumnos por una mentira cruel?

Fue en ese momento en el que el director Hirotsu, obligó a los demás jóvenes a ingresar al aula y tomar su clase. No se iría de la puerta hasta que la hora de clases con Dazai terminara. Estaba cansado de la misma situación, sabiendo la realidad de que Osamu no era una persona capaz de abusar sexual o físicamente de alguien, mucho menos de una alumna. Todo era una mentira con malas intenciones.

— ¿Por qué no abandonamos la clase?

— Deberíamos dejarlo, sí.

— ¡Dazai-sensei es una basura!

Malos y más malos comentarios llegaban directamente hacia él. Dazai hacía el intento de ignorarlos todos. Ser maestro siempre fue su sueño, tenía un futuro de ello y un hijo en casa, confiando en él. No podía decepcionarlo, ni a sus padres tampoco. Debía levantarse y seguir pese a las cosas tan difíciles que sus alumnos le hacen pasar.

— ¡Chicos, comenzaré la clase! ¿Todos tienen sus cuadernos listos?

— ¡Momia, momia!

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En casa de Atsushi, el madre-padre del mismo recién volvía a casa, encontrándose con un desconocido durmiendo en su cama.

— ¡¿QUEEEE?! ¡¿QUIÉN DEMONIOS ERES Y QUÉ HACES AQUÍ?!

El joven pelirrojo se despertó. Tallaba sus ojos con sus puños, y poco a poco recuperó su mejor visión, mirando al hombre albino frente a él.

— Oh, ¿eres el padre del niño albino? Él me permitió quedarme hasta que me recupere. Puedes preguntarle si te incomoda mi presencia.

Respondió serio.

— T-Te creo pero, ¿por qué estás tan... Herido?

— Cosas malas de la vida. Dime, ¿A qué hora llega tu hijo albino?

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En casa, Mori preparaba a Daisuke para un agradable baño antes de que Dazai llegara. Le gustaba tener al niño limpio, impecable, antes de la llegada de su hijo, para que él pudiera descansar después de sus clases.

— ¡Abuelo! ¿Podrías traerme mi perrito de hule para bañarme con espuma?


Fue corto, pero mañana continuación!

Papá, ¿Quién fue mi mamá? [MPREG]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora