Papá, ¿Quién fue mi mamá? [MPREG]

Corazón partido.

Daisuke dormía muy acurrucado entre el pecho y brazos de su padre, cuando despertó por quejidos de parte del mayor.

Dazai estaba sudando y temblaba. Asustó al niño.

— ¿Papi? Papá... ¿Duele algo?

Preguntaba preocupado. Se sentó, y daba pequeños empujones a Dazai para despertarlo. No era normal que su padre se quejara a mitad de la noche.

— Dai-kun... Me siento muy mal... Ve a la habitación de los abuelitos y llámales.

Respondió murmurando. El golpe de su ojo dolía mucho más que antes. Por suerte, y desde que su esposo Chūya Nakahara se fue de su lado, Dazai se ha estado quedando en casa de sus padres por miedo a vivir solo con el niño en un hogar donde compartía hermosos momentos con su amado. Un lugar que le traía recuerdos dolorosos.

Daisuke salió de la habitación, y tocó la puerta del dormitorio de sus abuelos hasta hacer que despertaran. Unos soñolientos Mori y Yukichi salieron en su llamado.

— Oh, pequeño Osamu, ¿qué sucede?

Cuestionó el hombre azabache al verlo. Daisuke comenzó a llorar mientras los encaminaba a la habitación que compartía con su padre. 

— Papi está enfermo.

Pronto, Mori, quien estaba ejerciendo aún como médico en un hospital, se acercó a la cama para examinarlo, notando así el golpe en el ojo de su hijo. Supuso que no se trataba de un simple accidente sino algo hecho a propósito. Acomodó la cabeza de su hijo sobre su regazo, y apartaba la parte frontal de su cabellera. Besó su frente con cariño.

— Yukichi, trae trapos mojados y un recipiente con agua. Él está hirviendo. Checaré su temperatura aunque no hay duda de que tenga fiebre.

Ordenó. Fukuzawa salió del lugar para acatar las órdenes, todo sea por mejorar la salud de su hijo.

Mientras tanto, Mori revisaba el hematoma y la hinchazón en el ojo de Osamu. Le dolía con sólo verlo. Daisuke lloraba en la esquina de la habitación.

— Niño, tranquilízate. Tu padre se pondrá bien. Y tú, hijo, esto... ¿fueron esos niños, verdad? Tus alumnos.

Dazai derramaba lágrimas. Por misma razón llegó con un vendaje en el ojo, para que nadie pudiera cuestionarlo mucho. Fue descubierto.

— Mamá... Yo amo se maestro, me gusta mucho enseñar, dar las clases... Pero tú sabes que ese rumor falso fue para arruinarme... S-Sólo dos chicos me respetan. Yo quiero tener el aula llena, como antes. Pero ellos no...

— No te esfuerces, Osamu-kun. Sabemos que no es verdad lo que dicen de tí, incluso se comprobó tu inocencia. Fue algo estúpido lo que hicieron. Tu padre y yo sabemos que eres un gran profesor, y que tarde o temprano esos niños maleducados se darán cuenta. Tú sigue adelante, no te rindas, este pequeño debe darte las fuerzas de seguir. Daisuke-kun, ¿quieres a papi? ¿Verdad que papi es un excelente profesor?

El pequeño castaño limpió sus lágrimas y subió a la cama, acomodándose al lado de Dazai, de nuevo muy junto a él. Quería acurrucarse, pero su abuelo albino llegó con los trapos y el agua, impidiendo que se quedara cerca de su padre.

— ¿Abuelito Ougai va a curar a papi?

— Así es. Ougai lo curará. Daisuke-kun, ¿quieres dormir en tu cuna mientras curan a Osamu?

— Sí.

Respondió, seguido de un bostezo. Fukuzawa lo levantó en brazos y dió unos paseos por la casa, dando palmadas ligeras al niño hasta que logró que se quedara dormido. Volvió a la habitación, y lo recostó en su cuna. Apenas cabía, se notaba que sería alto.

✦✧✧ ♥✧✧✦

En otro lugar de Yokohama...

Un hombre llamado Fukuchi, alimentaba a "sus animales" en un cuarto cerrado y oscuro.

— ¡Come eso, maldita basura!

Aventó un plato con comida en mal estado, vertiéndola sobre el suelo.

— N-No. Huele mal...

Se quejó su víctima más importante. Estaba en condiciones débiles, tenía dificultad para ponerse de pie e incluso caminar. Pero le quedaban pocas fuerzas para seguir con vida.

— ¿Ahora te crees rico, miseria? Si no terminas tu comida, los buscaré a ellos y el niño sufrirá las consecuencias. Después de todo, el niño es el que me interesa.

Los ojos de la víctima se humedecieron. Pero no podía escapar. No teniendo ese aro de metal en el cuello.

— ¡N-No! ¡Con el niño no te metas, idiota! ¡Con mi familia no!

Fukuchi soltó la carcajada.

— ¿Familia? ¿A eso le llamas familia? ¿A un maestro violador y a su hijo llorón? ¡Patético!

— ¡¡¡YA TE DIJE QUE DAZAI NO HIZO ESO!!! ¡¡ERES UN MALDITO BASTARDO!!

— Lo siento, pero mi hija se encargará de que el maestro pague por lo que tú no hiciste. Sabes bien lo que quiero.

— No te lo daré.