Capitulo 1: "Aquel que no nos abandonó"

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(Año 2138)

Momonga espero...

Espero...

Y espero...

Faltaban un par de horas para el cierre de los servidores de Yggdrasil, el famoso juego de rol y fantasía de realidad virtual que había creado tantos momentos felices para el y sus amigos.

Un juego que lo desconectaba de la horrible realidad en la que no solo el, si no en la que todos, vivían.

Todo lo que podrías desear en un mundo de fantasía estaba allí: Aventura, acción, magia, monstruos... Y sin mencionar los hermosos e inmensos mundos que los desarrolladores habían creado. Mundos que nadie sería capaz de imaginar más allá de lo devastado que se hallaba el real.

Llenos de vida, secretos, y cosas por explorar.

Un sueño hecho realidad.

Todo, al alcance de la mano.

Y sin embargo, aún teniendo todo eso.

Yggdrasil estaba llegando...

A su fin.

_"No van a venir..." - Se dijo a si mismo, con la cabeza gacha, observando el suelo mientras se hallaba sentado en el "[Trono de Reyes]", un objeto de clase mundial que le otorgaba un aumento de estadísticas a quien lo usara.

Durante mucho tiempo, luego de que todos sus amigos abandonaran Yggdrasil por sus asuntos en el mundo real, Momonga estuvo solo. Jugando, completando mazmorras y derrotando a jefes por si mismo, eso era todo lo que el hacía desde el momento en el que ponía un pie dentro de este mundo virtual. Con todas las tareas, las incursiones y las recompensas en oro y objetos únicos que conseguia de sus actividades, este lo usaba para pagar el mantenimiento del gremio.

No quería ver todo lo que había construido junto a sus amigos simplemente desaparecer, por lo que sin contar con la más mínima ayuda, se esforzó por mantener en pie este lugar para que se hallará en condiciones en caso de que alguno de ellos decidiera volver. Cualquiera podría tacharlo de fracasado y un rarito por dedicarle tanto tiempo, esfuerzo y empeño a un "simple" juego, pero a él no le importaba.

Se hallaba totalmente solo. Sin familia. Sin amigos, ni tampoco algún pariente cercano, Yggdrasil era todo lo que tenía. No había nada para el en el mundo real.

Esto llegó a tal punto, que para evitar caer totalmente en la locura, comenzó a hablar con los NPC, seres poderosos creados por el y sus amigos para proteger al gremio de los ataques de otros jugadores.

Al lado de el, una de las creaciones de su compañero del gremio, Tabula Smaragdina, lo observaba en silencio.

Una hermosa mujer de cabello largo y oscuro. Piel blanca, ojos amarillos, y un par de cuernos blancos sobresaliendo de los costados de su cabeza. Llevaba un vestido blanco con bordados y detalles dorados que se ajustaban un poco a su cuerpo, resaltando sus curvas y dejando al descubierto parte de sus hombros, sus brazos, su escote y sus caderas. Un par de alas oscuras se extendían desde la parte baja de su espalda, y se cerraban un poco en los costados de sus piernas.

Albedo, una súcubo, y la supervisora de los guardianes de Nazarick. Ella siempre se hallaba allí, pues se le había asignado la sala del trono como el lugar que debía proteger si alguien llegara hasta este piso. Tenía las estadísticas de defensa más alta entre todos los guardianes, lo que la convertía en un NPC centrado en un armado de Tanque y gran capacidad de daño, aunque no ostentaba el puesto de mejor DPS de todo el gremio.

Momonga abrió el panel de administración, una interfaz digital a la que solo podía acceder desde el "[Trono de Reyes]" y reviso la configuración de Albedo.

Overlord: "El Supremo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora