Capitulo 6: "Un enemigo formidable"

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Luego de que Gazef le ordenase a sus tropas que descansaran en el pueblo, este se reunió junto a Momonga y Albedo en la casa del jefe de Carne, a la espera de la aparición de los causantes de los ataques. Aun conmocionado por los recientes acontecimientos y con una curiosidad creciente, decidió indagar un poco sobre el trasfondo de este "dios", quien miraba en total calma los alrededores a través de la ventana del hogar.

Había conversado un poco con los campesinos en el camino, y luego les hizo algunas preguntas. Todos decían lo mismo.

"Si no hubiera sido por el señor Ainz, nadie de nosotros estaría vivo en este momento"

Señor Ainz, Señor Ainz.

Esta figura con la que se había topado recientemente estaba envuelta en misterio.

No conocía sus intenciones, ni sus pensamientos, y tampoco sabia su origen.

Pero lo de que era una deidad...

De eso no tuvo duda.

Para el, esta persona encarnaba todos los estándares de belleza y divinidad que los humanos tenían de los dioses. 

Cada una de sus prendas parecía estar hecha a medida con decorativos y telas de un material desconocido y caro. El diseño, a sus ojos, era algo que ni los más talentosos costureros o modistas de Re-Estize serían capaces de replicar. No solo por el hecho de lo exótico y vistoso del conjunto, si no también por lo costoso y laborioso que sería elaborarlo.

En segundo lugar, pero no menos importante: Su aspecto físico.

Piel tan blanca como la nieve, ojos penetrantes de un rojo intenso. Facciones delicadas, cabello largo y oscuro. Y aún más importante: Un cuerpo perfectamente trabajado y vistoso, como si hubiese sido esculpido a mano hasta alcanzar el pico de belleza que un cuerpo humano puede conseguir.

Aunque, bueno... Teniendo en cuenta ciertos detalles, esta persona ciertamente no era humana.

Cuernos de un brillante morado, colmillos, orejas puntiagudas, y por si fuera poco, a dónde fuera que iba, su presencia estaba cargada de un aura extraña que no podía evitar que cualquiera que estuviera en un radio de cierta cantidad de metros atrajera su atención.

Sus movimientos eran finos y precisos, como si los hubiese estado practicando durante toda su vida. Su solo andar denotaba gracia, y sumándolo al hecho de que tenía prácticamente el aspecto de un dios, su sola presencia transmitía una nobleza que ni todos los reyes juntos del mundo entero podrían llegar a alcanzar.

Y para acabar, un artilugio de apariencia mítica. Un bastón bañado en oro puro con un aspecto exótico, pero a la vez elegante, digno solamente de portar por lo que podría ser el monarca más grande y poderoso en toda la creación.

Con tan solo verlo podías darte cuenta de la calidad, pero a su vez, también podías sentir un increíble poder. Un gran conjunto de gemas eran sostenidas por lo que parecían ser cabezas de serpientes justo en la punta del báculo, que ademas, le daban el aspecto de una corona.

No hacia falta ser un genio para adivinarlo.

Frente a Gazef, contrario a como creería que sería, se encontró con un dios legítimo.

Un dios, que no descendió del cielo, partiendo las nubes por la mitad y emitiendo una divinidad y grandeza más gloriosa que el mismo sol, pero que tampoco necesitaba de una entrada abrasadoramente ostentosa para darse a entender que estaba más allá del plano mortal.

Momonga, por el otro lado... A simple vista podría parecer que tenía su mirada enfocada en el horizonte, rodeado de pensamientos profundos que ni las personas más inteligentes del mundo serían capaces de comprender. Razonamientos y planes más allá de lo común, con fines que ni sus sirvientes más cercanos y fieles podrían entender por completo. Sin embargo, la realidad, muchas veces... No es como parece.

Overlord: "El Supremo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora