Olor a hierro

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Goku- Espera...

Pidió y se levantó desnudo. Tomando dirección hacia el baño de la habitación.

Se recostó en el centro de la cama; con la típica pose de estrella.
Sus extremidades dolían y se sentían pesadas.
Miró al mayor de reojo y sonrió levemente al verlo caminar sin vergüenza con tremenda bendición colgando.

—Deslizó la cortina negra de la ducha.
Se agachó y colocó la tapa en el drenaje de la tina.
Compuso la tubería flexible, a modo que quedase en el centro de la porcelana, para después girar las dos llaves, creando en la mezcla de agua una temperatura tibia.
Acomodó en los bordes la esponja, el jabón corporal y un par de productos para el cabello.

Goku- —Le dará frío...—

Pensó y agarró del estante de la esquina dos batas negras que puso en el toallero antes de regresar a la habitación.

Vegeta- —Me gustaría ducharme con bombas de espuma... Olor lavanda...—

Goku- ¿Te llevo? —Interrogó y le acarició la mejilla.—

Vegeta- Es mucho pedir... —Respondió tocándole el brazo.—

Para él la respuesta fue un sí.
Sus musculosos brazos agarraron el cuerpo más pequeño por la corva y por la nuca. Llevándole como si fuese su esposa recién casada.
Le abrazó un poco y caminó de nuevo al servicio. 

El agua ya había llegado a la altura indicada.
Con la punta de su pie tocó el líquido y se aseguró de que estuviese perfecta para la piel del menor.
Con cuidado le fue bajando entre la tina, metiéndolo lentamente.

Su trasero chocó contra el agua que rápidamente le mojó hasta en lo apretado.
Ardió un poco, soltó un pequeño umgh~ y se sonrosó.

Lo terminó de meter. Soltó una sonrisita y le humedeció los hombros con suavidad.

Goku- ¿Me dejas entrar contigo o quieres que espere afuera...?

Vegeta- Entre. No me molesta que usted se quiera bañar conmigo...

Respondió y se hizo hacia atrás, pegando su espalda contra uno de los extremos de la bañera.

Sonrió y se metió, llevando sutileza, pues no quería levantar y salpicar el agua en las baldosas de la pared.
Frente a Vegeta quedó sentado, con las piernas estiradas puesto a que la luna llena utilizaba poco espacio.

Le miró desde el otro extremo de la tina. Se movió entre la misma, haciendo lo que Goku intentó evitar. Se metió entre las piernas del mayor, y con lentitud, recostó su espalda sobre el ancho pecho cálido de Goku.
Se acurrucó un poco, y como caricia, le abrazó el brazo derecho al peli-palmera.

Vegeta- ¿Cómo puede tener tantas cicatrices...? No me cabe en la cabeza como puede tener tantas. —Argumentó rozando todas las yemas de sus dedos en las marcas.—

Goku- Uh, los años. Nada es muy fácil, pequeño.

Vegeta- ¿Pero, cómo? Yo tengo cicatrices, marcas y todo. Pero no así... Esto es exageradamente aterrador.

Goku- A mí desde los cuatro años me han utilizado como diana por ser el menor de los Son. —Respondió y le abrazó por el cuello con su brazo libre.— ¿Ves mi pantorrilla derecha? —Interrogó y sacó la pierna del agua.— Está me la hicieron cuando tenía cinco, recuerdo que estábamos en una cabaña en... Rusia... Creo. De madrugada, le prendieron fuego a la casa, y como yo tenía el sueño pesado sentí hasta que una madera en llamas me había caído encima, antes de que mi padre pudiese entrar a sacarme.

Vegeta- ¿Dolió?

Goku- No. Todos pensaron que había sido por mi edad la falta de empatía con el dolor, pero ahora sabemos que es por mi síndrome. Ya las demás, te has de imaginar... Balas rozando, navajas a medio usar, disparos atravesados, todo un problema... ¿No?

Luna CrescentiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora