Sugilación

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Se sostuvo otra vez de la orilla. Contrajo el abdomen y la erección de su entrepierna creció más. El dolor en su ingle bien abierta fue mínimo.

Sonrió grande, mostrando esos caninos enormes.
Las venas moradas llegaron de un instante a su mandíbula. Parecía una bestia y no sólo en su aspecto.
Sacó hasta la punta y metió todo de nuevo.

Lloró. Aún así no lo quisiera, lloró.
La orilla metálica de esa cama se torció ante la fuerza de su agarre.
Su interior se sentía abatido por un fuerte golpe.
Gimió; medio masoquista.

Los líquidos que su verga chorreaba sirvieron de lubricante. Y además, era una caja de resonancia perfecta para esos choques de pieles tan sucios.
No miraba a los ojos a Vegeta, ni a su cuerpo, sólo atentamente a ese agujero que le engullía sin problema en cada una de sus metidas.

Vegeta- Padre.... Padre... —Llamó entre unos gemidos corridos. Entre una voz que podría ser de dolor, pero más bien de placer.—

Mordió su labio. Los ojos le brillaron. Tiró una escupida directa a esas paredes y otra sobre el vientre de la luna llena. Lo soltó, y está vez le sostuvo por la pequeña cintura, para seguidamente, iniciar embestidas fuertes y bruscas. Sacando hasta la punta y metiendo hasta el fondo en segundos.

Apretó entre los molares. Alzó todo su cuerpo hacia arriba y gemidos se le escapaban por mucho que cerrara la boca, cubrió con su antebrazo derecho sus labios y llorando, giró el rostro a la derecha. Su cuerpo se movía con ascendencia y descenso por cada estocada.

Sus dos palmas grandes apretaron esa curvatura de carne, presionando, buscando su falo en ese interior.
Los sonidos del menor le excitaban a tal punto de quitarle más la poca cordura que le quedaba.
Las venas moradas se corrieron hasta su sien.

Contrajo sus piernas firmemente sobre la zona lumbar de Goku, apretó y no le dejó moverse de ese lugar. Su entrada ardía, y la ingle ahora parecía que se le desgarraba, pero, estaba a gusto. Muy pervertido, muy masoquista o muy traumado, no lo sabía, sin embargo, no lo quería fuera de él.

Vegeta- Padre... Solo... un poco más lento...

Pidió; estirando su mano hasta poder rozarle el mentón únicamente con la punta de su dedo índice.

La cordura... Mierda, la cordura. Ver esa cara sonrojada, esos ojos llenos de lagrimas provocadas por él. Tener un cuerpo tan fino debajo del suyo.
Poder exigirlo hasta que el sudor se le acabe y poder tocarlo hasta que sus huellas lo pinten todo, lo enloqueció. Su pelvis correspondió a su locura, en un desenfreno. Le agarró por las corvas y con exigencia lo levantó levemente de la cama. Abriendo ese lugar sólo para hacerlo suyo y darle la forma de su miembro.

Se arqueó por mandato del mafioso. su espalda se volvió una línea curva que se sobrealzo de la cama. Sus piernas empezaron a temblar y sus palmas sudadas buscaron tocar las manos del peli-palmera. El vientre le fue abatido por esa punta que llega tan profundo, por esa que pega como un cincel contra el pavimento. Abrió la boca; sin poder cerrarla y detener a su garganta de gemir y gritar al mismo tiempo.

Clavó sus uñas en las rodillas de Vegeta. Se arrodilló más firme, y un ondeo se inicio en todo su abdomen. Usando su cadera y cintura para moverse y darse placer mutuamente.

Sus palmas pegaron contra esos dorsos delgados y cubiertos de látex. Entre la desesperación y el placer, introdujo sus dedos por debajo de ambos guantes, acariciando por primera vez ese lugar que Goku jamás le ha mostrado.

Percibió el toque del joven. La saco toda, y de pronto la introdujo de nuevo. No al fondo, sino a un costado de las húmedas paredes, golpeando la próstata del menor.

Luna CrescentiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora