Capítulo 8

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ADRIÁN GODOY

Hablar de mi padre...

Se podía decir que era algo fácil, pero para mí, eso era devastador. Y más decirle a ella. Desde el momento que la conocí algo no estaba bien, sentía eso que era horrible de decir o expresar.

Ella me odiaba y yo la odiaba, eso era claro. Pero, estos días me ha tenido que soportar así como yo a ella. No tenía tanta confianza en decirle, porque me daba miedo que no entendiera. Aunque si tenía total seguridad de que no le contaría a nadie.

Podrá ser insoportable, rara, estúpida, amargada, sarcástica y otros atributos malos. Pero podía tenerle la mayor confianza del mundo, sabía que de su boca no saldría algo, al menos que no fueran sus estúpidos argumentos.

—Mi padre era una gran persona —empecé diciendo—, él siempre tuvo la idea de verme y ser un gran chef. Él fue uno de los que me enseñó a cocinar desde muy pequeño. Mi hermano era el favorito de toda la familia pero, yo… Yo era el favorito de mi papá.

Ella me miraba fijamente.

—Él era escritor. A mí eso me parecía raro pero, me explico porque le gustaba la escritura. Me dijo que para poder escaparse de la realidad tenía que crearla, después de eso empezó mi amor por la lectura y escritura. —Sentía un nudo en la garganta. Ella tomó mi mano y sonrió dulcemente, eso me hizo sentir un poco mejor—. Hace tres años, él iba de camino a un concurso de cocina en el cual yo estaba participando. Mi madre estaba enojada porque estaba llegando tarde, le dejó mil mensajes, pero no contestaba.

»Luego a mi madre le cayó una llamada y no exactamente mi padre. Le llamaba una persona particular, y le dijo que… Mi padre había muerto en un accidente automovilístico. Él no tuvo la culpa, fue culpa del otro conductor que iba ebrio. Ese hombre no se fijó y choco contra mi padre.

»Esa noticia para mi madre fue horrible, ese día estaban cumpliendo un año más de aniversario. Yo no sabía cómo reaccionar, no sabía que hacer ni que decir... Solo… Yo tan solo recuerdo que empecé a llorar.»

—Adrián... Lo lamento mucho.

No me di cuenta, pero ya estaba llorando. Ella con su mano limpio mis lágrimas, mientras me sonreía dulcemente.

—Gracias por decírmelo y por ser fuerte al hacerlo, Adrián.

Este era un momento que no iba querer cambiar por nada. Este momento era especial. Podía creer que ella era de lo peor pero, me escuchó y eso... Eso fue lo mejor que ha hecho desde que la conocí.

—¿Nos vamos? Ya no quiero estar aquí.

Asintió y caminamos hacia la salida. Luego de salir del museo nos dirigimos a una heladería. Xana pidió un helado de vainilla con chispas de chocolate y yo pedí uno de mango con caramelo.

Esas horas que pasamos hablando parecieron segundos. Aunque ella me odiaba, sabía que se lo estaba pasando bien conmigo. ¿Por qué lo sé? Porque yo también me lo estoy pasando bien con ella.
Caminamos hacia la estación de buses, pero está vez fue diferente, ya no había ese silencio incómodo, ahora estábamos charlando.

Me estaba contando sobre su familia, sobre su hermano llamado Renzo. Mientras que yo también le contaba sobre mi familia y mi querido y estimado hermano —nótese el sarcasmo—. Hablamos de nuestras recetas, de hobbies, de música. Se nos fue el tiempo hablando.

Ni parecíamos enemigos, más bien parecíamos como amigos de toda la vida.
Me sentía bien al hablar con ella, era dulce, competitiva, risueña, sarcástica y linda. No solo el físico, porque tengo que admitir, esa pelirroja es muy hermosa.

Y pueda que no nos queramos tanto, pero al momento de olvidar nuestros choques, podemos simplemente pasarlo bien.
Llegamos al hotel, y ahí estaba Aarón y Alessa.

—Hola, hola —Alessa abrazó a Xana y yo solo choqué puños con Aarón.

Aunque Aarón parece un idiota, narcisista, estúpido, raro, bromista, yo lo quería. Era un gran amigo y es que estuvo conmigo en los momentos más difíciles. Siempre que lo necesitaba ahí estaba para mí.

Y yo siempre estaba para él, como cuando sus padres se divorciaron. En ese entonces, Aarón solo tenía catorce años y desde ahí dejó de creer en el amor, se volvió mujeriego y no era que se hacía novio, no. Para él, solo eran polvos.

De hecho, me parece demasiado raro que siga con Alessa, porque aunque la inocente de Xana crea que solo son amigos yo sabía que eran "novios", porque el mismo Aarón me lo conto.

«Pobre de Alessa.»

—¿Cómo se la pasaron? —preguntó Alessa, siempre con su actitud de niña pequeña.

Alessa era un poco más pequeña que Xana, aunque yo les pasaba a las dos. Ellas al lado mío y de Aarón eran como Minions.
—Bien, fuimos al museo —contestó Xana y Alessa hizo una mueca de asco.

—Que raros —comentó y sonreí.

—Nosotros por otro lado fuimos al cine.

«Típico de Aarón.»

Observé bien a Alessa y… oh no… ¿Qué era eso que tenía… ejem… en el cuello?

—¿En enserio, bro? —le susurré.

Él se dio cuenta a lo que me refería.

—Yo no la obligue a nada —se defendió.
Xana también se había dado cuenta de lo que yo y ya me estaba mirando mal.

—¡Oh, mira Aarón, están dando galletas! —Alessa le hablo al rubio y él no pensó dos veces y para ir con ella.

Xana me hacía mala cara.

«Volvemos a pelear, genial»

—¿Se puede saber qué te pasa?

—¡La usaron! ¿Eso también querías hacer conmigo?

—Yo no tuve nada que ver con eso.

Ella rodó los ojos y me crucé de brazos. Esto tenía que ser una broma. ¡Yo no era igual que Aarón!

—No puedo creer que pensé que eras diferente pero, tu pasado no tiene nada que ver con lo que eres ahora.

—¿Y qué soy?

—¡Eres un patán de lo peor!

Su pecho subía y bajaba, estaba más enojada de lo común.

—Lo soy —rodé los ojos.

—¡Sí lo eres! ¡Te dije que sufrimos por un chico y aun así lo hiciste!

—¡Que yo no hice nada!

—¡Sí lo hiciste! —Hizo el ademán del pegarme, pero tomé sus manos.

—Cálmate, Xana. —Ella forzó y la solté.

—Desde este momento no me volverás a tocar así como lo acabas de hacer, no me mires y ni siquiera me dirijas la palabra.

—Pues perfecto, ni que quisiera tener a una loca esquizofrénica en mi vida.

En este punto, la pelirroja ya estaba roja del enojo.

—Solo te pediré una cosa. Dile a Aarón que ya dejé ese juego tonto, porque Alessa sufrirá cuando la dejé. Sé que lo hará. Hazlo y no por mí, hazlo porque tú padre, estoy segura que él quiso que tú fueras un hombre bueno no esto que eres ahora.

Y subió las escaleras.

Y yo... Ya no sabía qué hacer con lo que sentía

Amores distintos© (Celeste Damas Y Yajaira Mildred)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora