Capítulo 8

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No me acostumbraba a mi nueva imagen, unos leves cuernos puntiagudos salían de mi cabeza, negros y pequeños claro , no tan grandes como los de Belial, mi cuerpo era caliente y sentía una gran energía dentro de mi y claramente si me veía en el espejo era diferente en ciertos aspectos, si alguien que me viera por la calle conociéndome de mi vida pasada podría decir que no era yo en absoluto e incluso tal vez Alejandro mi ex no me reconocería tampoco. Las uñas largas había aprendido a retraerlas justo cuando Belial salió de la bañera después de nuestra primera gran cogida y me vio mirar mis uñas con una mueca de disgusto…

—Piensa en ellas como un arma, si las necesitas en un momento de rabia  surgirán mi pequeña corderito y para Retraerlas solo relájate, deja de pensar

—¿Como dejare de pensar? O dejo solamente de pensar en que cosa

—Shhhh…solo relájate— Belial había bajado a comerse mi clítoris de nuevo haciéndome olvidar todo y enfocarme solamente en su lengua comiéndome con pasión, ese día pasamos la noche juntos y no salimos en casi toda la mañana de hoy hasta que Grecia vino a buscarlo a mi nueva habitación diciéndole que Lilith lo esperaba.

Me sentía de cierta manera extraña, hace mucho no estaba con un hombre y Belial me había cogido como nadie, podía sentir todavía su cuerpo sobre el mio, sus labios rosas y carnosos devorando mi boca, sus grandes manos estrujando mi cuerpo y el olor a sexo por toda mi habitación todavía flotaba en el aire que era embriagantemente dulce. Camine a la ducha y tome un baño frio , tenia que ir a ver a Marx, era mi amigo después de todo y ayer las cosas no habian salido bien , pero mas que nada tenia que encontrar a Briana y hacerle pagar por el daño echo; Así que me apresure y deje mi cabello suelto, me puse un vestido con amarre al cuello sin espalda en color rosa con pequeñas figuras de sandias verdes y rojas, unas zapatillas rojas, perfume de flores y sali con paso decidido...

—Se puede saber a donde te diriges— Belial tenía la puerta de su oficina abierta  y se encontraba sentado viéndome desafiante, gire sobre mis talones y camine hacia el

—¿Ahora te tengo que avisar donde estoy?— dije parándome frente a el con la manos en la cadera

—Solo quiero saber a donde te diriges— se paro de su silla y rodeo el escritorio hasta estar parado frente a mi—Vestida de muñeca, quiero saber a donde vas a ir para tener conocimiento y estar alerta

—¿Celoso?— dije divertida— El gran Belial celoso de que pueda ir a buscar a alguien mas…

—Nadie se compara conmigo, yo no celaría a una simple humana que es nadie para mi pero…— sus palabras de cierta manera me dolieron un poco y lo interrumpí alejándome de el caminando hacia la puerta

—Entonces al hombre que solo es una verga mas dentro de mi le digo que se valla a la mierda y me deje tranquila mientras busco con quien divertirme hoy

—A mi no me vas a dejar con las palabras en la boca — Belial me jalo del cabello obligándome a mirarlo

—Se te esta haciendo costumbre el tirarme del cabello maldito animal— senti como mis garras se alargaban

—Entiende que de ayer en adelante eres mi mujer—Belial me mordió el cuello con ferocidad, su mano seguía agarrando mi cabello con fuerza mientras que con la otra bajaba hasta mi feminidad acariciando mi clítoris por encima de mis pantis —Solo así puedo domarte ¿verdad Corderito?— susurro en mi oreja para luego lamer el lóbulo— ¿solamente soy una verga mas?— preguntaba el, pero a este punto ya me encontraba completamente dominada, mis pezones exigían su lengua y mi vagina su pene que en estos momentos estaba duro contra mi  — SOY TU ULTIMA PUTA VERGA LUA—  me aventó suave contra el librero , cerro la puerta de un golpe, lo observe de reojo y sus ojos ardían de deseo, sus cuernos estaban fuera igual que las uñas y yo estaba completamente loca por que en vez de correr de miedo, me moje tanto que las piernas me temblaban deseando ser empalada por su verga— NO ESTOY JUGANDO LUA, ERES MIA, ERES MI PERRA— su voz era profunda y ronca, como un león gruñendo, aun teniéndome dándole la espalda, arrancó mis pantis dejando mis nalgas al aire, una fuerte nalgada en mi culo me hizo gemir del placer, luego sentí como mi espalda ardía al roce de algo puntiagudo y pude deducir que eran sus garras

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