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Su relación no estaba ni cerca de ser un matrimonio, ni siquiera se habrían vinculado correctamente los dos.
Las dos semanas acabaron, los dos estaban listos para irse de aquel lugar, ellos dos comenzaron a llevarse relativamente bien, mucho mejor que al principio.
Los dos fueron recibidos cálidamente en la aldea, Sahira seria quien aprenda hasta el último secreto de la Tsahik actual; Ronal. Para poder llevar a cabo la misión de guiar espiritualmente al clan.
Aonung fue recibido por unos jóvenes casi de la misma edad que él, llamaba la atención dos na'vi azules, más raro de lo común.
Mientras que Sahira fue recibida por personas que no conocía, tal vez Tsireya y Ronal, pero después de eso fue más extraño recibir una bienvenida de una na'vi de cinco dedos y extrañamente conocida.
—Soy Kiri, no me conoces —habló—. Bienvenida al clan, es un gusto tenerte aquí, espero que no haya sido tanta molestia convivir con Aonung, sabemos cómo es —explicó.
Aonung era recibido con unas palmadas en la espalda y dándole ánimos por el matrimonio, muestras de abrazo y burlas de sus amigos, él tenía realmente una sonrisa.
Los gritos de hombres al recibirlo con los brazos abiertos eran más que claros y especialmente un grito en específico el cual sorprendió a Sahira escucharlo.
—¡Fornicaste! —grito un na'vi mientras lo abrazaba—. Ya era hora —le sobaron los hombros como si fuera algo de felicidad extrema.
Sahira fue adentró de una choza junto a otras mujeres del clan mientras que Aonung era llevado a cazar hacia el fondo del mar, una celebración bastante varonil.
—¿Cómo te fue? —pregunto Tsireya mientras se sentaba al lado de su madre.
—No quiso comer los primeros días, es demasiado caprichoso y come demasiado, no lo soporto —admití.
Las tres sabían lo que iba a pasar, era más que claro, Aonung desde la salida del clan de Le'k no pensaba aceptar a alguien más como pareja.
—Bueno, era algo de esperarse realmente —habló Ronal.
—Apuesto que no se vincularon ¿No?
Hablo Kiri, los ojos de las demás na'vi estaban viéndome fijamente, analizando cada parte, Ronal achico los ojos esperando una respuesta.
Sahira no habló, tal vez si decía que no sería una vergüenza, estar dos semanas a solas y en ningún momento se dio el acto sexual, aún más sabiendo que ella estaba allí para dar un futuro heredero.
—¿Entonces sí? —preguntó Ronal, lo cual Sahira afirmo con la cabeza— es un avance, un gran avance, felicidades Sahira, eres una de nosotras.
La nombrada quedo helada, no sabía que hacer ni dónde meterse, Kiri la veía fijamente sin despegarse de ella, estaba sentada enfrente suya por lo cual era obvio que se verían cara a cara.
