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El día que Sahira y Aonung se enlazaron por primera vez, fue distinto, fue el día donde al menos ellos dos se sentían verdaderamente cómodos con la presencia del otro.
—¿Para qué quieres hacer eso? Idiota —parloteo Sahira.
—¿Tu mascota ya consiguió pareja?
Aonung estaba alertado ante la presencia de la Ihuany, habría pedido redes para poner en cada ventana y balcón del hogar en donde ellos dos se habrían quedado.
—No seas idiota Aonung, ella no tratará de vincularse contigo.
Los dos empezaron a llevarse perfectamente, en tan solo semanas se llevaron mejor que antes.
Aonung ayudaba en la caza e inclusive aprendió a cocinar, al menos, algunas de las recetas, Aonung se encontraba aprendiendo a cortar un pescado, al lado de la Tsahik de la aldea.
—¿Cuándo piensan tener hijos? —ella estaba realmente ansiosa por el hecho de que ellos dos tengan hijos.
—Los dos creemos que es demasiado pronto para tener un hijo ¿No cree?
—Bueno... —a leguas se notaban las intenciones de esa vieja Tsahik— nosotros creemos que mientras mas pronto es mejor, después de todo los dos aún son jóvenes, apuesto que no se han vinculado ¿No es así?
Aonung trato de disimular su cara, mientras cortaba la aleta del pescado, sin embargo, por mal uso del cuchillo acabo cortándose el dedo, saliendo bastante sangre de este, el hizo un quejido en señal de molestia. La Tsahik le alcanzó un cuenco de agua para que se lave las manos y un pañuelo para que deje de salir sangre de su dedo, para luego tomar el pescado que anteriormente tenía Aonung.
—No lo digo por ansiosa, no creas eso mijo —parlo—, simplemente no quiero que mi hija salga lastimada, es lo mínimo que una madre quiere para su hija ¿No?
—Pero ella no saldrá lastimada Tsahik —habló.
—Bueno, no lo digo por ser mala mijo, pero realmente no creo que tú la ames a ella, no eres el indicado para ella.
Sahira era sabia, realmente atenta a su alrededor, al igual que su madre se daba cuenta sobre las cosas que pasaban.
—Pero aprenderé a amarla —se excusó él.
—Aonung, realmente no quiero que ella tenga que pagar los platos rotos que alguien más rompió, se que tal vez la ames con el tiempo, pero seguiré creyendo que no eres el indicado para mi hija, que tal vez ella teniendo un hijo pueda mantener su posición.
Aonung de un momento a otro estaba curioso, curioso de saber porque ella decía eso, porque alguien como ella diría tales palabras.
—¿Cómo su posición? —preguntó el, manteniendo el pañuelo sobre su dedo, la sangre ya habría parado, sin embargo, el mantenía el pañuelo.
